A pocos días de tocar por primera vez en Argentina, Neil Halstead habla de su música, sus influencias y la importancia del Slowdive en la actualidad.

Por Martín Barraco

“Toco las canciones que me piden, así que el rumbo del show va a depender de los fans”, anticipa Neil Halstead -ex Slowdive y Mojave- que se presentará por primera vez en el país y repasará sus grandes éxitos y su más reciente trabajo, Palindome Hunches, editado el año pasado.

La importancia de Halstead en sus inicios con Slowdive queda eclipsada únicamente por el arrasador éxito que fue My Bloody Valentine, banda ícono del género shoegaze, pero su trayectoria sin dudas refleja un largo camino recorrido, que lo llevará este viernes en el marco de su gira latinoamericana a tocar en Boris Club, junto a Franny Glass y Manza Esaín.

AZ: Hace poco en una entrevista, dijiste que lo mejor de tocar música es que uno es “un acto de desaparición”. ¿Qué significa eso?

Neil: No estoy seguro… ¿Habré estado en pedo cuando dije eso? Supongo que lo dije porque la música te absorbe.

AZ: ¿Ves alguna cualidad metafísica en la música que hacés?

 N: En parte sí, estamos hablando de música después de todo. Pero creo que mi trabajo, particularmente el material solista, es terrenal. A veces juguetón, por momentos más oscuro… de un modo u otro, es terrenal.

AZ: En ese aspecto, ¿Lo que importa es el mensaje entonces?

N: No creo que haya un mensaje en especial. Lo importante es que la gente pueda identificarse así como lo que importa para mí es hacer música y sentirme bien con ello.

AZ: Este año se cumple el vigésimo aniversario del lanzamiento de Souvlaki, el segundo álbum de Slowdive y, según los especialistas, uno de los más importantes en la historia del Shoegaze. ¿Pensás que el disco es una influencia en las bandas que escuchamos hoy en día? ¿Qué recordás de aquel momento cuando grababan el disco?

N: Creo que Slowdive ha tenido –y todavía tiene- una gran influencia, y eso para mí es un gran orgullo. Éramos unos pibes cuando grabamos todos los discos de Slowdive y los hicimos desde el corazón y con las ganas de hacer música sin importar lo que sonaba en ese momento en las radios, las ventas y todas esas cosas. Hay una gran inocencia en todo ese proceso  y la gente todavía se relaciona con eso.

La grabación estuvo dividida en dos etapas. Casi que descartamos todo un disco y volvimos a empezar de cero. Teníamos claro que no queríamos entrar al estudio sin material escrito, como habíamos hecho con el disco anterior que lo hicimos sobre la marcha. Souvlaki era algo que queríamos hacer bien, y nos tomamos un buen tiempo para hacerlo.

En una sesión grabamos con Brian Eno y fue algo muy especial porque me enseñó toda una forma de trabajar alejada de lo instintivo, pero que aún así dejaba lugar para el azar. Por ejemplo, lo que primero que hizo Brian fue bajar el reloj de la pared y decirme que iba a grabarme tocando guitarra unos diez minutos, y después me volvería a grabar otros diez minutos tocando otra cosa, y así obtuvimos dos horas de guitarras y un montón de ideas. Y así empezamos a grabar el disco, una buena forma de arrancar el proceso creativo.

AZ: Esta nueva etapa solista de tu carrera es comparada a veces (sino siempre) con Nick Drake y su Pink Moon, ¿Qué opinas al respecto?

N: No me molesta. Nick Drake es una gran influencia para mí, junto a Bert Jansch, John Martyn y Anne Briggs. De hecho, todo el revival folk de los sesenta es muy interesante, y los trabajos del productor Joe Boyd son geniales.

AZ: Como artista, ¿Le prestás atención a las comparaciones entre músicos, las crítica de discos, los aniversarios y todas esas cosas?

N: La verdad que no. No me gusta leer malas reseñas y a veces una buena crítica pueder tan dañina como una mala. Como fan de la música, es a veces la forma de conocer nuevos sonidos. Hay mucha hipocresía pero realmente creo muy poco en lo que escriben sobre mí.

AZ: ¿Qué esperás de tu visita a la Argentina?

N: Hacer buenos amigos y que sea todo maravilloso. Eso es más o menos lo que sé de Argentina, espero que sea verdad.