Naty Menstrual: ser lo que quieras
Por Julián Berenguel /// Fotos gentileza de Naty Menstrual

Con Naty Menstrual no hacen falta muchas presentaciones: es escritora, pintora, actriz y performer. ¿Querés saber cómo piensa? Leé ArteZeta.


Es un sábado de septiembre y el bar Bocanada, en San Telmo, está casi vacío. Naty Menstrual llega unos minutos antes de las 20. Lleva un saco blanco y negro, unos aros rosas de plástico, una vincha negra sobre el pelo que parece planchado y unos zapatos blancos y negros con taco aguja. Su estética es intencionalmente kitsch. No se puede estar indiferente ante su presencia: es como una RuPaul criolla. En la cervecería la conocen. Saluda a las mozas y las chicas de la barra con complicidad, entre chistes y frases jocosas. Está acompañada por su amiga Flavia. “Somos como un matrimonio, pero no cogemos. Parecemos más un matrimonio”, explica Naty entre risas.

Se la ve suelta y cómoda, en su elemento. Cuando hablamos por WhatsApp, propuso este bar como lugar de encuentro. Se nota que es habitué: una de las muñecas que ella hace está colgada en la baranda de la escalera y en la puerta del baño hay un dibujo suyo.

Con Naty no hacen falta muchas presentaciones. Es escritora, pintora, actriz y performer (aunque prefiere el término “deformance”). Además de publicar tres libros: Continuadísimo, Batido de trolo y Poesía recuperada, pinta frases y dibujos en remeras, muñecas, zapatos, carteras y cuanto objeto se deje pintar. Las vende todos los domingos en el Pasaje Giuffra, en la Feria de San Telmo. Además, estudió locución en el ISER y diseño de indumentaria en Rosario. Su narrativa se caracteriza por su estilo pulsional y visceral, que también aparece en sus poemas, en sus vivos de Instagram durante la pandemia y en sus presentaciones en los escenarios de Buenos Aires.

En diciembre de 2022 presentó su último libro TPP, editado por el sello de la librería porteña La Libre, que recopila textos de diferentes géneros, desde la narrativa hasta la poesía. También está preparando Mundos un programa de entrevistas por YouTube que se estrenó en marzo de este año.

En el lugar suena música LGBT friendly por un buen rato, más al final la banda sonora del bar cambiará por rock nacional (Virus, Charly García, Los Abuelos de la Nada, etc.). Como el volumen está fuerte, nos preparan una mesa en el sector de atrás para charlar más tranquilos. A nuestro alrededor, las paredes violetas tienen algunos cuadros colgados. La conversación es informal y fluye de manera natural entre un tema y otro, mientras Naty gesticula con mucha expresividad.

AZ: En otras entrevistas te dicen mucho que tu literatura se parece a Perlongher y a Puig, pero noto más una conexión con Roberto Arlt, por la ciudad, sus conflictos, los personajes que la habitan y la recorren…

Después de la pregunta, Naty encarga un sándwich de jamón crudo sin tomate confitado. Cuando la moza aclara que viene con pepino, le responde con un tono divertido: “¿Pepino entero puede ser?”. Pide también una lata de gaseosa. Después explica que no consume alcohol porque toma unas pastillas para la epilepsia.

Naty Menstrual: Roberto Arlt, sí. Yo leía más cuando estudiaba, viajaba en tren, tomaba un colectivo, entonces leía más. Por ejemplo, un libro que a mí me flashó la cabeza fue Un mundo feliz de Aldous Huxley, pero no tiene nada que ver con lo que yo escribo. Leía mucho Corín Tellado. Y aparte tenía muchos mundos míos inventados, un imaginario muy grande porque era como defenderte del mundo exterior y como sabías que eras raro tenías que inventarte mundos que te gusten más para estar mejor, o novios imaginarios, o historias, novelas. Ese desarrollo de la fantasía creo que viene de la niñez, de una niñez bastante solitaria, por lo que te pasaba interiormente, no solitario de que no tenías a nadie al lado.

AZ: Claro, crear ficción porque la realidad era más hostil.

NM: No, porque la realidad es hostil para todo el mundo. Yo me daba cuenta que sentía algo que no se tenía que sentir, entonces es como que se triplica la hostilidad que tiene el mundo porque encima sos una cosa rara. En ese momento pensás que sos la única así del mundo. Hasta que te das cuenta que sos un puto más (risas).

AZ: ¿Cómo era ser travesti en los ’90?

NM: Yo en el ‘92 me fui a España como gay, como puto, en pareja, ya estaba en pareja hace 3 años y medio. Yo a los 17 le digo a mi vieja que era puto, o sea que yo recién a los 30 me empecé a travestir, ya no eran los ‘90. Pero ser puto en los ’90 para mí nunca fue difícil. Yo yiraba por Santa Fe, chupaba pija. En el ‘80 y pico se había terminado el gobierno militar, todo estaba como en una euforia. Mirá, yo creo que todo depende de cómo uno se para en la vida. A mí el papel de víctima nunca me interesó. Me parece que hay mucha gente que está puesta en el papel de víctima.

Un mozo de bigotes llega hasta donde estamos y nos pregunta: “¿Alguna otra cosita?”. Con mucha rapidez, Naty le contesta: “Por ahora no, porque no nos vas a dar la cosita, ¿dale?” (risas).

AZ: ¿Y era diferente socialmente en ese momento respecto a ahora o dependía más de cómo uno se paraba en la vida?

NM: Yo escuché una vez una frase que me marcó que no me acuerdo desgraciadamente de quién es, pero era un filósofo, un pensador, alguien que dijo: “el hombre evoluciona solo tecnológicamente”. Pero me parece perfecto, porque es lo que hay. Seguimos tan iguales como en la época del circo romano o en el Medioevo: la misma pobreza, la misma miseria, la misma diferencia social, la misma violencia. La gente dice “ay estamos en tiempos re violentos”. ¿Y en la época de la Inquisición? El hombre está muy empeñado en querer ser perfecto, en querer ser bueno y no lo va a ser nunca, no lo vamos a ser nunca. Aparte para cambiar uno tiene que empezar a ver los errores de uno. Yo hice un montón de terapia y a mí me salvó de un montón de cosas. Empezás a leer las cosas de otra manera. Tal persona está haciendo tal cosa, pero no porque es hija de puta. Es porque de repente tiene una mochila re pesada arriba y que no la sabe solucionar. Por ejemplo, la  abusó el viejo, lo cagaban a trompadas y lo abandonaron, qué sé yo, andá a saber. Uno critica muy livianamente. Me molesta mucho el discurso desde la victimización, que lo hacen mucho la gente trans, los chicos trans, las feministas, con ese discurso lastimoso, desde la debilidad, desde “nos dejan afuera”, desde “nadie nos da nada”. Pará loco, ¿qué te pensás que sos la única persona que está afuera? Hay un montón de gente que está afuera, y no es ni travesti ni feminista ni trans. “Eh, nosotros estamos invisibilizados”. Vos estás invisibilizado porque no te mostrás, mi amor, porque no hacés algo para que te muestren.

AZ: Vos sentís que es ombliguista…

NM: Yo te hago la pregunta, esto es polémico, ¿por qué a las travas que vivieron durante el gobierno militar la violencia de la policía hay que resarcirlas económicamente? ¿Y a la gente que chuparon y torturaron y le sacaron los ojos? Hay gente que le sacaron los ojos en las torturas. Que les cortaban dedos. Que los mataron, los enterraron en fosas comunes. Esa gente que está pidiendo un resarcimiento por lo menos está viva. Yo entiendo que se pida un resarcimiento, pero creo que la lucha tendría que ser más grupal.

AZ: Más colectiva.

NM: Y sí, lo que pasa es que volvemos a lo mismo. Cuando yo estudiaba diseño de indumentaria tuve antropología un cuatrimestre que me voló la cabeza, y la profesora decía: “El ser humano, en el inicio del hombre, era etnocentrista, su etnia era el centro. Lo demás era el miedo a lo diferente”. Es lo mismo ahora: yo soy travesti, lucho por las travestis, yo quiero plata para las travestis. Me importa un sorete el villero, el pobre, el muerto de hambre, el pibito que camina descalzo con cero grados de temperatura. No existe. Las travestis sufrimos nada más. ¡Mentira! Y aparte el discurso feminista me parece que debilita a las mujeres totalmente, porque ni todas las mujeres son golpeadas ni son víctimas del macho ni toda esa perorata que se la pasan teorizando. Porque si una mujer está con un hombre y ella cocina y el hombre trabaja y están los dos de acuerdo me parece perfecto. “No agarres la escoba si tu marido no la agarra”. Yo agarro la escoba si se me canta el orto, cuando quiero y como quiero. Si mi marido no la agarra será un problema mío. Esa cosa de querer obligar a la gente a hacer las cosas… Como yo tuve una madre muy poderosa, tuve que hacer mucha terapia. A mí no me vengas a decir lo que tengo que hacer. Cuando el feminismo viene a decirme lo que tengo que hacer, no, dejame en paz. Yo no quiero hablar inclusivo, ¿por qué tengo que hablar inclusivo, si nunca lo necesité?

AZ: No es una condición para vos.

NM: No, ¿aparte vos te pensás que te van a aceptar porque vas a hablar en inclusivo? No, el que no te acepta no te acepta, y el facho va a seguir siendo facho.

AZ: En una entrevista vos decías que cuando el feminismo tomaba esa postura dejaba invisibilizadas a muchas mujeres fuertes que llevaron adelante familias, comunidades, y que es como si de repente había un borrón y cuenta nueva y eso no había pasado.

NM: Si lo dije, me aplaudo (risas). Por lo menos confirmo las cosas que digo, que está bueno eso. Resisto los archivos. Es que en realidad el tema es que no se terminan de dar cuenta que la cuestión es tratar de convivir lo mejor posible, ni destruir al macho ni destruir al negro ni destruir al gordo ni destruir al puto ni destruir a la trava. Pero aparte vivir lo más tranquilo posible en este mundo. Si no te gusta algo no te metás ahí. Son relatos parciales. Cuentan parte de la cuestión, pero no te cuentan la parte reventada de la travesti. Siempre es el relato de la pobre travesti nacida en provincia o en Solano y que el padre la golpeó, la tiró en una zanja, la dejó casi muerta y una amiga la salvó y la trajo para la ciudad a ser prostituta porque era lo único que podía hacer. No es lo único que podés hacer, hay travestis que se pusieron a limpiar pisos o a ser peluqueras. Dejame de joder.

AZ: Vos decís que hay un recorte.

NM: Hay gente que pudo estudiar, lo que pasa es que es mucho más fácil a veces tomar el camino más fácil. Y la plata más fácil. Si a vos te dan un trabajo como travesti de ocho horas en el gobierno y te pagan 80.000 pesos, vos vas a querer salir a la calle porque chupás cuatro pijas y te hiciste los 80.000 pesos en una noche. Y no estuviste ocho horas todos los días de la semana, con un montón de boludos, que te miran raro porque sos la travesti que pusieron por el cupo laboral trans. Aparte vos te das cuenta que las que llegan a tener un puesto en el cupo laboral trans están todas entongadas. No van a dárselo a una mina que esté en el medio de la Ruta 8 a las 4 de la mañana haciéndose romper el orto, que no sabe ni hablar y no tiene dientes. Algunos me conocen y entonces me mandaban los pedidos de cupo trans. Tenía que saber Word, tenía que saber Office, tenía que saber un básico de inglés. ¿Qué trava querés?

Después de una pausa, la charla se desvía hacia otro tema. Entonces arremete con esta frase: “El mundo es una hipocresía. La gente es infeliz porque es hipócrita, porque no dice las cosas. Cuando vos decís las cosas, exorcizás”. No sabemos si es feliz, pero algo es seguro: Naty dice las cosas de frente, sin pelos en la lengua ni dar vueltas.

AZ: No encara su deseo.

NM: Hay gente que se muere así. Para mí no es sano, para nada. Yo aprendí con el tiempo a no ser tan heavy, antes era como muy locomotora, si tenía que destrozar a alguien con la lengua lo destrozaba. Ahora es como que no, asesino solo a algunos. Asesino por encargo (risas). Soy una vieja reina cansada. Ya no da, ya está. Porque claro, yo no había procesado un montón de cosas mías, estaba enojada con el mundo. Porque la gente se enoja con el mundo cuando en realidad está enojada con ella, porque está viviendo una vida que no quiere, con una mina que no quiere o con un tipo que no se banca. Tuvo hijos que se equivocó porque era un mandato, y ahora tiene cinco hijos que los mataría, que crecen como el orto, que uno es drogadicto, el otro es chorro, el otro es violador. Después tenés que terminar viéndolos en la cárcel, comprándole los cigarros. Y vos decís “¿estos hijos tuve yo? Seguí ese mandato, ¿para qué? Me hubiera cosido la concha”. Encima la gente no se sincera. Y a mí como me ven así con cierta libertad la gente piensa que tiene derecho a contarme cualquier cosa. Me termina contando cualquier cosa y me terminan contando cosas que vos decís “qué horror, sos un pobre infeliz”. Gente con hijos que me ha dicho “yo la verdad que hoy si un amigo me dice que va a tener un hijo le digo que no lo tenga, me arrepiento de haber tenido hijos”. Yo digo, pobre hijo. Y la gran mayoría de los hijos están concebidos así, porque la gente cuando tiene un hijo no sabe en realidad todo lo que está haciendo, todo lo que va a tener que hacer, si lo hace. Es más fácil escribir un libro.

AZ: Eso justo te quería preguntar, porque había leído una vez que decías que cuando había salido un libro tuyo era como si estuvieras recién parida. ¿Estás escribiendo una novela?

NM: No es una novela por una cuestión de extensión. No es un cuento por una cuestión de extensión. Es como un híbrido. Para cuento es largo y para novela es corto. Pero yo lo escribí, fue la primera vez que lloré un montón de veces escribiéndolo. Y es una historia que amo y que en algún momento la voy a publicar. Y no es como mis cuentos, sino un monólogo de una piba que vive en el campo en el medio de la nada y cuenta sus sentimientos. Y no está infectada de nada del feminismo, no tiene televisión, no tiene radio, no tiene nada. Procesa las cosas de una forma muy poética. Pero en un momento dije no, termina acá. Alguien muy importante en la literatura me dijo “lo que pasa es que a veces en la novela vos tenés que rellenar”. Y yo le dije no, yo relleno no. Yo he leído pocas novelas, cuando hay relleno se nota. Hay muchas novelas con relleno. Lo que pasa es que hay mucho escritor bueno ya con práctica y con equipos de trabajo que hacen que la novela no parezca que tiene relleno. Siempre la hilacha te cuelga y se ve.

AZ: ¿Y se puede saber quién dijo eso? ¿O mejor no?

NM: Mejor no.

AZ: Me gusta que quede el misterio, siempre es necesario el misterio.

NM: Siempre. Salvo cuando preguntás el tamaño de la pija (risas). Ahí que no quede misterio, te pido por favor. La medida verdadera. No me vengas con “me parece”, “quizás”.

Hablamos de su cuento “Panza: fantasía final”, incluido en Continuadísimo, y Naty comenta:

NM: Fue un cuento que yo hice cuando pensaba lo feo que debe ser querer mujer y morirse sin llegar a serlo. Por más que me vengas con la teoría de que mujer es la que se siente mujer, que te ponés una vagina y sos mujer. Está todo bien, yo respeto la decisión de cada una, la elección de cada uno, pero la sociedad no. Entonces vos vas a vivir en un mundo donde nunca vas a ser mujer. Y en algún punto eso debe ser un dedo en el culo. Yo no tuve nunca el mambo de querer ser mujer. Yo me siento más cómoda con la trava que se siente trava. Yo he conocido pibas que de repente se empezaban a hormonar y se ponían las tetas y era un cambio… Vos decías, está más cerca del diablo que de dios, ¿en qué se está transformando?

AZ: ¿Había un cambio de personalidad también?

NM: Sí. Una mina que era una copada, era un camionero y de repente se transforma así, casi una geisha. “Ay, no, no digas eso”  (NdR: imita gestos suaves con las manos). Hay casos de chicas que ya desde chicos, lo ves en la película Girl, quieren tener otra identidad. Yo no estoy hablando de que ellas no llegan a sentirse mujeres. Ellas llegan a sentirse mujeres probablemente. Pero viven en un mundo tan hostil que nunca te va a decir que sos una mujer. Bueno, hay una chica que es muy estéticamente minita y eso mismo a veces medio como que pone trampas, porque a veces se convierte en un problema parecer tan minita y tener el amigo ahí colgando, en un momento se dan cuenta. “Mi amor, qué clítoris que tenés”. “Y bueno bebé, si no te gusta arrancá para otro lado” (risas).

AZ: En los cuentos trabajás mucho eso, lo que supuestamente se espera de lo femenino, pero desde un lugar irónico.

NM: En realidad, yo creo que al tipo le gusta la verga. Tendría que hacer un trabajo (no lo voy a hacer, no creo) sociológico y fisiológico, filosófico y todo, sobre el hombre y la verga. En realidad me parece que los machos tienen algo con la pija. En el vestuario cuando son chicos, cuando juegan al futbol, que se miran la verga, que se toquetean la verga, que se toquetean el culo, que chupame la pija, que te rompo el culo, que por qué no me chupás los huevos, que te voy a romper el culo. Chicos, basta. Rompanseló. Es más, yo creo que no tiene ni siquiera que ver con la homosexualidad. Hay palabras que condenan. Socialmente condenan. Si vos sos homosexual, puto, maricón, es un horror. Que es diferente a decir: a un chabón se le ocurrió chupar una pija y no es puto. O le gusta que le pongan la pija en el culo. Son cuerpos. Y el culo tiene un punto donde hay un goce. Pero está todo tan marcado hitlerianamente. No existe esa libertad. Estaría bueno que exista, creo que estaríamos todos más relajados.

AZ: No te gustan para nada los rótulos, las etiquetas, asignar que “esto es esto”.

NM: Yo no hago literatura de género. No hago literatura de género (NdR: repite y le habla fuerte al micrófono del grabador). Porque todos hacen literatura de género, porque todos los seres humanos tenemos género. No tendríamos ni que tenerlo. Si es obvio. No aclares que oscurece. Vos pensá. ¿Por qué tenemos? Porque estamos vigilados, contados, controlados.

Suena una canción de Madonna y Naty dice: “¿Habrán creído que somos mariconas que ponen toda esta música?” (risas).

AZ: ¿Considerás que tuviste influencias para el humor?

NM: La vida. El humor es un método de defensa… (NdR: empieza a sonar “¿A quién le importa?” de Thalía y Naty hace un lip sync muy histriónico).


AZ: Vos decís que el mejor taller literario es la vida: observar, ver cómo vive el otro, cómo hablan las personas en el bondi, en la calle. Y sin embargo, vi que habías dado talleres literarios. Dando talleres, ¿qué sentías que te interesaba transmitir? ¿Con qué te encontraste?

NM: Me encuentro con eso, diciéndoles que el mejor taller literario es la vida. No se pongan auriculares, no estén todo el día con el teléfono, escuchen las conversaciones en el colectivo, miren quién está en el colectivo, que ahí están los personajes. Mirá a tus vecinos, mirá a tus amigos, qué tienen puesto, qué ropa usan, qué pelo tienen, cómo se llaman. Obviamente, cuando algo te llama la atención, no vas a estar todo el tiempo (NdR: pone una expresión obsesiva, mirando a su alrededor). Porque todo es dato. Dato, dato, dato. En mis talleres lo que noto es más una apertura de cabeza. Y bastante terapéutica. Y a partir de ahí viajar, volar. La literatura me parece re interesante porque podés ser lo que quieras: podés ser asesino, podés ser ladrón, podés ser monja, podés ser reina… A mí me encantaba eso, todo lo que yo viví de chica, yo jugaba con las flores del jardín de mi abuela y para mí eran bailarinas, princesas, la escalera de la terraza era un palacio, los tornillitos de los camiones de plástico si tenía la tuerca era la princesa con el tapado de piel, si no tenía tuerca era el príncipe. Ese nivel de inventiva.

De repente, eructa bien fuerte, acercando el cuerpo al grabador. “¿Todo esto va editado?”, pregunta después, con ironía.

NM: Es un bagaje con lo que vivís. Y lo bueno también es volver a lo lúdico, recuperar eso que tienen los chicos, el chico mira todo porque está conociendo el mundo. El pibe pregunta todo porque está conociendo y no tiene censura porque no sabe ni lo que es censura, entonces te puede preguntar cualquier cosa.

AZ: En un sentido, la sociedad y la educación te terminan reprimiendo.

NM: Pero terrible. Vos fijate, cuando vos sos chico, cuando sos bebé, lo primero que esperan es que cagues. Y ver cómo cagaste. “Ah, mirá, cagó amarillo. Ay, cagó naranja. Ay, ay, ¡cagó durito!” (NdR: esto último lo dice con voz irónica).

AZ: Son los primeros críticos de tu obra.

NM: Pero eso se transforma en un horror si lo hacés de adulto. Yo el otro día me cagué en la calle.

Naty cuenta una anécdota escatológica en San Telmo que parece salida de uno de sus cuentos. A partir de la digresión, hablamos de la mierda como tema tabú. Flavia avisa que se tiene que ir por el horario, porque vive en Martínez. Aclaro que podemos cortar si quiere. “De literatura cero. Hablamos de mierda. Ya tenemos una nota de mierda”, dice Naty y nos reímos. Desde que Flavia se va, se pone más seria al responder. Quizás por el cansancio, o tal vez porque ahora la situación es más parecida a una entrevista y no tanto una reunión de amigos.

AZ: ¿La literatura que escribías antes de travestirte era muy diferente?

NM: Siempre fui medio retorcida. Pero tenía que escribir todo de heterosexuales, como para que no se dieran cuenta que yo era puto. Una boludez. A todos nos pasa.

AZ: ¿La publicarías? Como Poesía recuperada, pero algo como “Cuentos recuperados”.

NM: Sí, la verdad que no están mal.

AZ: O sea que están, no se perdieron.

NM: Tengo que buscar el anillado, porque es un anillado del año del orto. Siempre había algo tremendo. Se llamaba Relatos dementes. Me acuerdo de un cuento, que me gustaría encontrar. Y era un chico que trabajaba en el centro, que volvía en tren, tomaba el tren en la estación de Once y se compraba un pancho y durante el viaje se empieza a sentir mal, se siente mal y termina muriéndose. En realidad el cuento termina revelándote que el vendedor de panchos era la muerte.

AZ: Estaba disfrazado, estaba travestido.

NM: Era como que al que le tocaba le tocaba. No era un asesino que mataba a todos con el pancho.

Después de comentar su cuento inédito, Naty reflexiona en voz alta y analiza lo siguiente:

NM: Lo divertido de la vida, lo disfrutable, llegan ciertos momentos si tuviste la capacidad o la posibilidad de agradecer un montón de cosas que a lo mejor antes no se te hubiera ni ocurrido que las ibas a agradecer, por ejemplo mi madre. Mi madre por ahí hizo cosas que a mí me marcaron un montón y me dolieron un montón, me perjudicaron un montón, pero a la vez son momentos que empezás a generar cosas y te hacés cargo vos de tus cosas, y de tu vida y de analizar. Que terminás agredeciéndole que al fin y al cabo ella te hizo a vos. Yo soy Naty Menstrual gracias a ella al fin y al cabo. Ella no hizo nada consciente para que lo sea, pero indudablemente algo hizo. Yo creo que en parte mi vieja todo lo travesti que hubiera querido ser ella me lo pasó a mí inconscientemente. Toda esa libertad, toda esa forma de boquear, de decir. Porque ella venía de una sociedad todavía más cerrada, más censurada, mas “shhh, no hables que escuchan los vecinos”.

AZ: Está relacionado con lo que decías de la familia, cómo te limita el núcleo familiar, tener que criar hijos, estar en un matrimonio: todo lo que no te deja ser quien querés ser o no te deja hacer las cosas que quisieras hacer de verdad. Y te ata también, por lo que se espera de vos.

NM: Son los mandatos. Lo que pasa es que uno puede decir que no. Uno puede tomar otro camino. A mí me da un poco de tristeza también ver tanta gente mal porque no está viviendo como quiere, no está haciendo lo que le gusta. Está atrapada en esta sociedad de consumo feroz y trabajan para vivir, viven para trabajar, para tener, para pertenecer… Yo no tengo televisión. Yo creo que lo que más me gusta de ser travesti es el anillo, la pulsera, la ropa. No estoy atrapada por ese consumismo que te están dando la orden. La publicidad del banco que te dice “estamos trabajando para vos”. No estás trabajando para mí, estás trabajando para endeudarme. Acá, lo que está haciendo el gobierno de la ciudad: “La transformación no para”. “Argentina para todos”. ¿Qué es Argentina para todos? ¿Para todos quiénes? ¿Cuándo van a poner un cartel que diga “Argentina para trolos”? “ARGENTINA PARA TROLOS” (NdR: esto último lo dice con voz de locutora).

AZ: Habla al país…

Naty sigue el juego y responde colocando la voz, como si se tratara de una cadena nacional:

NM: HABLA PARA LA REPÚBLICA ARGENTINA LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA NACION NATY MENSTRUAL, LA BOCASUCIA. ¿CÓMO ANDAN LA CONCHA DE SU MADRE? ¡MANGA DE INÚTILES!

AZ: Te salió la locutora. ¿Usás tu formación como locutora o trabajás el uso de la voz cuando tenés que recitar o actuar?

NM: En parte sí. Sé colocar la voz, he hecho publicidades, hace poco me llamaron para grabar los créditos de un trabajo que hizo Futurock con el CCK y el Archivo de la Memoria Trans. Me acuerdo hace años que grabamos con una amiga uno para “ALTAMIRA – RIEZNIK” (NdR: pone voz de locutora de spot político radial), para los zurdos. Bueno, eso lo hacía. No lo hago en el sentido que no estoy hablando así como que estoy leyendo (NdR: coloca la voz como locutora de radio AM matutina). Y tampoco te enseñaban mucho en ese lugar a interpretar, era todo muy rígido.

Hablamos de sus “leyendas maricas”. Cuando surge el tema del lobisón y la ley de padrinazgo presidencial surgida a partir de esta superstición, Naty dice:

NM: A veces hubiera sido mejor ser lobisón que ser ahijado de Menem, que era más o menos lo mismo, porque estéticamente eran lo mismo (risas).

AZ: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en El Teje, el primer periódico travesti latinoamericano?

NM: Hay una canción de Sumo que es impresionante. Me encanta Sumo, amo Sumo. Una modernidad… Yo pienso que muchas veces si vos no resolvés ciertas cosas hay cierto nivel de sensibilidad que se transforma en veneno. Cuando vos tenés un nivel de sensibilidad… Hay gente que la pasa muy mal, porque no encuentran cómo adaptarse o explotar. O se pega un corchazo, o se muere de sobredosis como Luca. No es joda. Por eso muchos genios han muerto pobres o se han suicidado o se han vuelto locos.

AZ: ¿Con esto vos querés decir que es mejor no hablar de ciertas cosas?

NM: Mirá, a mí me parece que hay mucho caretaje.

AZ: ¿En general?

NM: También ahí (NdR: se refiere a El Teje).

AZ: El blog lo usaste hasta el 2017.

 NM: El blog lo usé un montón, todavía se puede abrir.

 AZ: No lo usaste más en un momento.

NM: No, cuando edité mi primer libro me hicieron sacar todos los cuentos que estaban ahí. Tuve un dolor en el alma tan grande. Es más, tengo un archivo en el correo que se llama “Achures del blog”. Me jodió tanto, me pareció algo tan egoísta.

AZ: ¿Sos de leer a tus contemporáneos, a la gente que está escribiendo ahora?

 NM: No.

AZ: No mucho.

 NM: Ponele, Mariana Enríquez me gusta cómo escribe. Tengo un libro que me regalaron, que es el primero, Bajar es lo peor, que no lo terminé pero me encanta cómo escribe. Quiero conseguirme uno de cuentos de ella, me gusta más leer cuentos. Lo último que leí fue Las primas. Me encantó. Y bueno, a (José) Sbarra lo amo. En general me recomiendan, me dicen “este libro te va a gustar”. En general aciertan.

AZ: Sobre Sbarra, me quedé pensando en una cosa que decías más temprano, que la primera literatura que escribías era desde lo heterosexual. Él en una entrevista con Enrique Symns decía lo mismo, que escribía desde lo heterosexual para que pueda ser leído. Como en Plástico cruel, que presenta una relación heterosexual y está Bombón que es el personaje travesti, pero no consigue materializar su deseo.

NM: Yo creo que es algo muy real lo que escribe ahí que le pasa a la trava. En general la trava que ves en pareja está con un chulo o un vividor, un adicto, o lo que sea. Pero hay pocas travas que tienen su pareja seria, trabajadora. Hay mucha trava sola. Tiene que ver con el género, porque hay mucha gente que se come travas pero que no iría de la mano por la calle con una trava. Hay mucha gente que tiene amantes travas y que no la presenta a la familia. No se pone de novio. Por eso, no estamos tan avanzados como la gente dice.

AZ: ¿El escenario te permite decir o mostrar cosas que quizás la escritura no? Pienso en cuando hacés tus unipersonales o cuando interpretabas a Aleana.

NM: Cuando leo mis cosas sí, porque improviso mucho y salen cosas del momento que no están escritas.

Quiere salir a fumar un pucho armado. Afuera seguimos hablando de la vida, en la vereda. “Es una asignatura pendiente”, responde Naty cuando le pregunto si alguna vez se planteó escribir teatro. El mozo de bigotes quiere saber si se va a llevar “el saco” y cuando responde que sí se lo alcanza: llego a ver que está pintado a mano por ella, con trazos de color blanco, azul, rojo y amarillo. Después de haber hablado por más de una hora, salimos y caminamos hasta avenida Independencia. La noche está radiante. Nos despedimos, le agradezco por su tiempo y cada uno sigue por su lado.