El último libro de la autora española, Hombres Elegantes y otros artículos, editado por Anagrama recopila las columnas que escribió para diferentes medios. En ellas cuenta anécdotas, cosas sobre la vida cotidiana y Barcelona, pero sobre todo escribe sobre el arte de escribir. 

Por Agustina del Vigo

En un escritorio de una casa desierta se sienta una mujer y escribe. No para ella, para alguien. No para encontrar la cura, sino esa enfermedad exquisita en la que voluntariamente caemos para darles placer a otros. Esta podría ser la imagen de Milena Busquets escribiendo las columnas que durante 2015 y 2018 publicaron varios medios españoles (El País, La Vanguardia, El Periódico), y que a principios de este año la editorial Anagrama recopiló en Hombres Elegantes y otros artículos.

“Mi editor español, Jorge Herralde, tal vez intuyendo mis nulas intenciones (y capacidades, ¡qué más quisiera yo!) de convertirme en uno de esos autores que escriben un libro cada dos o tres años, me aconsejó que aceptara la propuesta de colaborar con un medio escrito, era un modo de seguir practicando la escritura, de mantener cierto ritmo (iba a ser una colaboración semanal) y tal vez incluso de dar con ideas para la próxima novela.” A partir de esta confesión del prólogo, sabemos que la posible mujer en su escritorio, escribe sobre muchas cosas -vida cotidiana, procesos políticos de Barcelona (su ciudad), sus anécdotas con autores de fama mundial-, pero sobre todo escribe sobre el arte de escribir. El amor, la muerte, los recuerdos, se imbrican con un oficio menos glamoroso que abrumante. Y que aún, tiene el poder de darle un sentido a todo.

El papel reúne frases: en la precisión de su sintaxis se hallan las pistas de un destino. El esfuerzo es grande. El oficio de escribir requiere práctica, esfuerzo y una profunda soledad, tanto material -cierto aislamiento- como espiritual. Umberto Eco decía, cuenta la autora en una de sus columnas sobre las visitas del autor a su casa de familia -algo usual en la casa de los Busquets-, que en la vida hay quienes opinan y quienes piensan. Y pensar, convertirse en exploradores de universos que todavía no existen, solo puede hacerse en estoica soledad.

“Parte de la belleza y de la brutalidad del oficio de escribir consiste, precisamente, en esa lucha, en ese intento vano, nunca triunfante, pero tozudo, como ir golpeando una pared con la cabeza, de acercarse al cero, de decir algo que no haya sido dicho nunca antes o nunca antes de esa manera”, dice la autora (“El número cero”), reflexionando sobre la distinción entre un buen artista y un genio, esos que como Bob Dylan -ejemplo de la autora-, se ubican en el número cero de la escala, que es el único lugar desde donde se puede cambiar verdaderamente el mundo.

Estos artículos, al mejor estilo de las aguafuertes arltianas, nos van descubriendo un mundo interior, el de la autora, que se nos presenta por momentos dulce, por momentos sórdido, pero siempre listo a ser cuestionado para huir del lugar común. Las conclusiones son muchas, y en su mayoría subrayables: “No siempre dejar las cosas a medias significa dejarlas inacabadas”, “Tal vez no deberíamos hablar con nadie que no nos escuche apasionadamente”, “La vida no es una buena novelista. Suele dejar un montón de cabos sueltos y de historias a medias”. Del adentro (desde las anécdotas de la infancia a las de la vida adulta, como escritora, como madre, como amiga), se nos lleva, por un camino hermoseado de literatura, a una nueva visión del afuera.

Hombres Elegantes propone, desde la brevedad y poder de la escritura artesanal, que salgamos a descubrir ese lugar seguro que creemos conocer, y que llamamos “vida cotidiana” como un modo de evitar que la fugacidad de las cosas nos espante. Aunque a veces la recordemos, como recordamos una playa llena de gente amada que quisiéramos, jamás nos falte (“El mejor baño del verano”). Milena Busquets nos propone habitar también esos lugares incómodos, confiando en que los años nos han descubierto uno de sus envidiables secretos: el de saber “esquivar la oscuridad para ponernos como lagartos al sol”.//∆z