La banda inglesa hizo vibrar a un Crobar repleto en el marco del sideshow del Music Wins. Antes, los Kakkmaddafakka precalentaron el ambiente con psicodelia experimental. Electrónica y baile para todos los gustos.

Por Pablo Díaz Marenghi
Fotos de Nadia Guzmán

Un martes cualquiera. Promedia el fin de año y se percibe en el aire un ambiente festivo, como si  el pueblo quisiera revolear sus trajes, uniformes, maletines y salir de fiesta cualquier día de la semana. Esa misma aura se sentía en la calurosa noche del martes 25 de noviembre en donde los ingleses de Metronomy y los noruegos de Kakkmaddafakka harían de las suyas en Crobar. El boliche palermitano configuraba el escenario ideal para dos bandas con una propuesta en común: la danza sin retorno, los cuerpos sudados y con aromas etílicos. Una fiesta a la cual no le preocupaba el horario de salida. Una esencia bolichera que propiciaba el movimiento perpetuo.

Kakkmaddafakka (3)

Los Kakkmaddafakka -oriundos de Bergen, Noruega- rompieron el hielo a pura potencia, con canciones que combinaban el dance con el krautrock desenfrenado; el pop con el reggae y tintes psicodélicos. Una lisergia desparramada por todo el escenario que propició el baile tribal de los presentes. Luego de su presentación en el Festival Music Wins -elogiada por su frescura y carisma- los escandinavos demostraron por qué no son una más de las innumerables bandas nuevas y alternativas: un sonido fresco, alejado de cualquier etiqueta, y performances irreverentes, con baile y coreografías incluidas. Cositas de bandas como Phoenix, Foster the People o MGMT, dieron mecha al frenesí de un auditorio que movía sus brazos y piernas de manera incesante. Una hoguera de las vanidades que se erigía lejos de la extinción.

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Luego del imponente show de los vikingos del indie, llegó el turno de Metronomy. Los protagonistas de la noche, también presentes en el Music Wins, se ganaron los aplausos y las sonrisas de todos los presentes; sobre todo sus integrantes más carismáticos: Anna Prior -la cara bonita de la banda, dispuesta en la batería- y Olugbenga Adelekan -el bajista moreno más inquieto y performativo de la escena contemporánea. “Holiday”, de su disco Night Outs (2008), abrió el setlist de la noche con sus guitarras garageras y su tempo bajo/batería tan dance, tan disco, tan ochentoso; tan Metronomy.

Metronomy-(1)

Los sintetizadores delineaban una arquitectura envolvente, como un pulpo que con sus tentáculos capturaba a los asistentes para no dejarlos escapar. Una marea de sonidos electrónicos que se escapan de los lugares comunes de la música disco y permiten el goce de cualquier melómano dispuesto a prestar atención. “Love Letters” -hit del último disco- fue otro de los puntos más intensos del show. “The Upsetter”, “Heartbreaker” y “A month of sundays” promediaron el show y continuaban alimentando el fuego de la danza cuasi tribal, acompañada de las luces intermitentes del boliche y los tragos que desfilaban de vaso en vaso. Un clima de rave empapado de rock.

Metronomy-(4)

Los ingleses de Metronomy, con más de 15 años de carrera, se mostraron seguros y afianzados en el escenario. “Love underlined” -de su disco The English Riviera (2011)- con su madeja de sonoridades computarizadas y sus percusiones casi chamánicas y “You could easily have me” -con una intro bien garagera y una melodía bien postpunk, de lo más rockero del grupo- marcaron el cierre de un show intenso, donde primó el movimiento de los cuerpos y el trance. El dejarse llevar por un viaje sonoro piloteado de maravillas por los británicos.

Metronomy-(3)

Una chica de unos 25 años, pelo recogido y trago en mano se acerca a este cronista y al verlo tomando notas con fruición le comenta: “Decí que hay un clima de respeto y de mucho amor. Decí que hay un clima de amor.” Sin dudas, las cartas de amor, desperdigadas por el escenario, fueron las protagonistas de la noche.//z

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