Hernán Espejo sigue ensanchando su autobiografía sonora y alcanza uno de sus puntos más altos con nuevo trío y once eclécticas canciones que fusionan colores de distintas épocas. Con la sonrisa de la edad de su lado, llega una nueva muestra del sonido broncodilatador del Compañero Asma.

Por Gabriel Feldman

Aún cuando era un ferviente guerrero luchando por el metal, Compañero Asma fue el alter-ego en el que Hernán Espejo se refugió para escribir un capitulo en nuestro querido rock argentino. Y por veinte años ha seguido actualizándolo con su labor como compositor, cantante, guitarrista, e incluso, difusor de la cultura underground que tanto ha nutrido.

Mágica Posesión, su quinto larga duración, se inscribe entonces en este largo camino discográfico, testigo de la mayoría de los formatos disponibles: los primeros cassettes celosamente compartidos -ahora disponibles en la red-, cedés, diferentes lanzamientos virtuales y algún que otro simple en vinilo.

A lo largo de todos estos años El Compañero fue hurgando en los laberintos de la historia del rock para perderse en los sonidos, poblarlos con sus obsesiones y encontrar una salida; descansar la cabeza y las piernas y volver a deambular por esos pasillos largos con puertas abiertas y tantas otras por abrir. Entonces puede pasar de esculpir los riff más pesados, como los dedos incompletos de Tommy Iommy, a dibujar los recorridos ascendentes deudores de Bernard Sumner; ser sucio y desprolijo como Pappo o encontrar la tonada perfecta como Spinetta. Siendo tanto el heavy metal, el rock pesado, “el rock alternativo”, el blues, el pop o el post-punk sólo algunos de los sonidos disponibles en su vasto reservorio musical. A los que también habría que sumarles el jazz y la monotonía kraut, entre muchos otros, que pueden (o no) tener un hermoso rótulo y tan distinguidos representantes.

En esta oportunidad, para grabar las once canciones que suenan al escribir esta reseña, Hernán se rodeó de nuevos viejos conocidos para conformar el actual trío que completan Alejandro Leonelli de Honduras en el bajo y Blas Finger de Las Cosas en batería.

Alejado de experimentación lo-fi de su anterior lanzamiento, 999.999.999 (2012), y del minimalismo de Afuera pero no abajo (2011), Mágica Posesión es un disco eléctrico y guitarrero como había sido Guitarra Dulce Hogar (2009), donde el espectro de sonidos se amplía a medida que las canciones van pasando, destacándose la versatilidad del trío que va de un polo al otro sonando natural y nunca forzado.

Así el mago va sacando conejos de la galera. Corre, conejo, corre. El truco se invierte y del sombrero salen algunos de los grandes magos: mágica posición. Sintiéndose cómodos en un arranque vertiginoso con aires post-punk que atesora sensaciones antes de salir a tocar (“Esperando por tocar”) o calmando las aguas mientras Espejo entona, con su modulación de cantante inglés, analogías ocurrentes (“como un experimento de botánica en una prisión / como un sacerdote que recibió la extremaunción”) para describir sus emociones cuando el ritmo de la vida  moderna parece asfixiarlo (“Cuando el tiempo apremia”).

En la vorágine melómana, el Compañero Asma avanza imprudente, siempre en movimiento hacia el futuro. De algo más directo como el tríptico trunco para los karatecas de la canción (“Poesía, técnica y orden”) a un sentido homenaje a Sandro (“Rítmica evocación, para Roberto Sánchez”). De la balada con cadencia spinetteana (“Mágica Posesión”) a un rock n’ roll desprejuiciado para mover el esqueleto con solo resplandeciente y palmas (“Ojos de lince”). De los matices jazzeros  de “En casa o en cualquier lugar” a “Hija pródiga”, suerte de spin-off ranchero de “Prodigal Son” de Iron Maiden, cuando todavía Paul Di’Anno era uno de los socios de Steve Harris. Siempre en movimiento hacia el futuro dijimos, a otra dimensión podríamos agregar, como cultor del kraut porteño, este solitario de la canción se despide con “Como holandés errante”, condenándonos a perdernos en el avance monolítico e inflexible de la tripulación fantasma, antes de que el motor-motorik ceda frente a los sonidos espectrales.

Sólo nos queda darle el gusto y admitir que, como bromeó con el periodista José Bellas, este nuevo disco “no está mal para un headbanger”.//z

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