Walas y Luciano Facio hablaron con ArteZeta acerca de Riesgo Rex, el show especial que la banda dará en mayo en el Teatro Gran Rex, y sobre la edición de “Ella va” y “La Cita”, el single adelanto del próximo disco de Massacre titulado Nueve.
Por Matías Roveta
Fotos de Juan Salvarredy
En el segundo piso de un edificio de oficinas en Palermo, dentro de una sala especial de paredes vidriadas y sentados en cómodos sillones de cuero, Walas y Luciano Facio se disponen a hablar con ArteZeta. Es inevitable, cuando se observa a esta dupla junta, pensar en esa gloriosa outro de “La Reina de Marte”: Luciano firme con su bajo y dando sostén con sus coros ascendentes a la voz de Walas, mientras por detrás suena una pared de guitarras eléctricas. Es uno de los mejores momentos en toda la discografía de Massacre, banda que logró finalmente ese reconocimiento que se le debía de la mano del disco que incluye el tema en cuestión, El Mamut (2007).
Luego llegarían el homenaje a Bonavena y a la épica barrial con Ringo (2011) y la intención de explicar, a partir de la intervención extraterrestre, el origen del mundo en Biblia Ovni (2015). Discos todos muy parejos y a partir de los cuales Massacre creció en masividad: como dato reciente, basta con citar que hace apenas unos meses tocaron en el predio de Tecnópolis ante 35 mil personas. Pero Massacre ahora se prepara para un show distinto. El próximo 19 de mayo la banda tocará en el Teatro Gran Rex y promete un concierto especial que incluirá invitados, rarezas y una lista con clásicos versionados y algunas novedades de Nueve, el nuevo disco de la banda próximo a salir (el título, según explica Walas, responde a que incluirá nueve canciones y a que además se tratará del “noveno disco de Massacre”). Riego Rex (así titularon al concierto que darán en mayo en la Avenida Corrientes) no será la presentación de Nueve, sino la intención de hacer un show diferente en una atmósfera especial.
AZ: El recital que dará Massacre en el Teatro Gran Rex en mayo se anunció con el título Riesgo Rex, que sugiere un concepto. ¿De qué se trata la idea?
Walas: “Riesgo” es una de las canciones del disco y por eso le pusimos ese título. También, poner ese nombre va en sintonía con asumir el riesgo de tocar en un teatro con la gente sentada, en la Avenida Corrientes. Y, además, lo que implica el riesgo de hacer un Gran Rex: convocar para un concierto en ese lugar es una cosa importante, fuera de lo común para nosotros.
AZ: Massacre es una banda con años de trayectoria y mucho escenario recorrido. Para un grupo tan curtido, ¿el riesgo sería entonces tocar en un espacio atípico?
Luciano: Un riesgo podría ser que salimos de un show normal, de lo que hacemos habitualmente. Nosotros hacemos cada tanto Massacredélica, que es un show con el que tocamos en muchos teatros; de ahí sacamos algunos fragmentos que nos gustan y que luego seguimos desarrollando y que los vamos a hacer acá también en el Gran Rex. Se trata de eso: elegir otro tipo de repertorio y darle bola a otras cosas como, por ejemplo, la puesta en escena o lo visual. La idea es que sea un show más completo en todos los sentidos, teniendo en cuenta que la gente va a estar sentada y apreciando todo, sin saltar y sin tanto bardo. Eso ya es algo diferente, que nos gusta, nos motiva a preparar, a ensayar y a hacer cosas nuevas.
AZ: En ese sentido, ¿están armando alguna lista de temas especial o versiones distintas de las canciones?
Walas: Sí, todo eso. Estamos preparando cosas y estamos viendo todo. En realidad, no es una presentación del disco, entonces estamos viendo qué canciones nuevas tocamos y cuáles no, cuáles vamos a reversionar o en cuáles vamos a ser fieles a lo que ya grabamos en estudio. Para eso vamos a necesitar músicos extras y la idea es ver qué canciones van en versión normal.
AZ: ¿En qué artistas invitados están pensando?
Walas: Viene Javier Casalla, que es el director de la parte de cuerdas, vientos y música de cámara de Gustavo Santaolalla. Va a estar él con más músicos con viola, con cellos, violines y cuerdas en general.
Luciano: Eso ya lo estuvimos haciendo en unos teatros, en los que hicimos un set de cuatro o cinco temas con ellos. No sabemos si van a ser otra vez las mismas canciones, pero sí el formato. A todos nos gustaron mucho los arreglos que hicieron y cómo funcionó, estuvo muy bueno. Ahora tenemos otra vez la oportunidad de hacerlo en el Gran Rex y lo queremos volver a repetir.
AZ: ¿Hay algún show de alguna banda o artista, siendo ustedes melómanos confesos, que hayan usado de referencia a la hora de pensar esta idea de fusionar el sonido rockero de Massacre con los arreglos de cuerdas?
Walas: No, más que nada tiene que ver con las cosas que grabamos en estudio. Cuando grabamos en estudio ponemos muchas cosas extra y después, para llevarlas al vivo, somos nosotros cinco nada más. Entonces, ahí es cuando convocamos algún piano o algún músico extra.
AZ: Mencionaron a Gustavo Santaolalla, que es uno de los productores del nuevo disco de Massacre, que se va a llamar Nueve. ¿Riesgo Rex es la presentación oficial del álbum o en realidad se trata de dos cuestiones independientes?
Walas: No, este show es un Gran Rex de Massacre. Por supuesto, ante la circunstancia de que sacamos disco nuevo, el concierto va a incluir algunas canciones nuevas, pero no es la presentación oficial de Nueve. Santaolalla es uno de los tres productores que trabajó en el álbum: el disco es un tríptico de tres grupos de tres canciones. El primero lo produce Santaolalla, se grabó acá en Buenos Aires en Romaphonic y se mezcló en Los Ángeles en el estudio de él; el segundo lo produjo Héctor Castillo, el productor de Gustavo Cerati en Fuerza Natural (2009), de Lou Reed, Beck, Björk, David Byrne, Bowie o los Cadillacs, entre otros; y el tercer segmento lo produjo Fede Piskorz, que es nuestro guitarrista: ese es el segmento “Argentina”, porque el segmento de Héctor Castillo lo grabamos en los estudios Sonic Ranch de Texas.
Luciano: De ese segmento ahora sale el simple, que son dos temas.
Walas: Del segmento Castillo sale ahora el simple en formato single de vinilo y, por supuesto, también en las plataformas digitales. Sale como doble single: single de vinilo con cara A y cara B. Salen las dos canciones a la cancha, a todas las plataformas, para que tengan dos temas nuevos para escuchar a la vez.
AZ: Las canciones en cuestión se llaman “Ella va” y “La Cita”. ¿Qué pueden contar sobre el sonido y la lírica de ambas composiciones?
Walas: Las grabamos en los Sonic Ranch y son dos temazos que traen toda una baranda texana y desértica, de reverberancias y de los instrumentos y consolas que había allá: traen el espíritu y la atmósfera de ese estudio mítico. “La Cita”, por ejemplo, tiene una cosa desértica, habla de la carretera y de santuarios, y su letra cuenta una anécdota. Y “Ella va”, como pusimos en la gacetilla, tiene profundas guitarras reverberantes y humeantes teclados analógicos, como por ejemplo farfisas, con un sonido vintage. Arranca con una psicodelia total, de repente viene un puente que es re garagero y su letra habla de femineidad a lo largo de las décadas. También, hay una reflexión que está sacada de la pandemia, una parte que dice: “Dios quiera que pueda cruzar”. Eso se nota que está inspirado de cuando había que cruzar los controles en la pandemia.
AZ: En una entrevista con Página 12 del año 2021 explicaste que esa frase podía remitir a cruzar esos controles, pero quizá también a una cosa más metafísica: “Cruzar de una dimensión a otra”, dijiste.
Walas: Claro, exactamente. Al final de la canción parece como que cruzó espiritualmente a otro lado. Porque siempre habla del calzado, dice que si va con las botas o si va con las llantas y, cuando termina el tema, va descalza. O sea que accedió a la nueva espiritualidad.
AZ: En esa misma nota mencionaste que ustedes ya venían trabajando en el disco nuevo antes de la pandemia y que la aparición del virus llevó a un replanteo: surgieron más canciones, incluso mejores que las que ya tenían.
Luciano: Sí, fue rarísimo. Veníamos con un montón de temas en la sala, pero después vino la pandemia y lógicamente suspendimos la sala. Nos dejamos de ver y todo el trabajo empezó con cada uno en su casa por Zoom: con la compu, compartiendo en la pantalla un demo, mandándonos canales y regrabando cosas. Hasta que pudimos volver a salir y ahí era ir al estudio para empezar a grabar de verdad. Los primeros tres temas con Santaolalla en Romaphonic fue de las primeras salidas y estábamos todos con barbijo. Fuimos al estudio a grabar y era de las primeras salidas que hacíamos, o sea que ni habíamos ensayado en la sala tocando, era cada uno en su casa, y así fue casi todo el disco.
AZ: Tuvieron que adaptarse a una nueva metodología.
Luciano: En toda nuestra carrera, por lo general, siempre trabajamos en la sala componiendo las canciones nuevas y después íbamos a grabar, a mezclar todo y salía el disco. Esta fue la primera vez en que el trabajo fue escalonado: grabamos de a tres temas y lo mismo en la composición, porque grabamos las primeras tres canciones que produjo Gustavo Santaolalla y después seguimos laburando con las demás, no es que ya estaban esperando listas. Es decir que, después de ya haber grabado, seguimos y volvimos a empezar con otras tres. Fue algo distinto, una dinámica nueva y más corto el recorrido.
AZ: ¿Y de algún modo sienten que el estado de ánimo particular de la pandemia se impregnó en las canciones?
Walas: Sí, hay nocturnidad y también anacronismo, porque en la pandemia no sabías a qué hora estabas: persianas bajas y yo estaba de repente arriba, tocando o grabando alguna cosa, y subía Tori y decía “¡estás a todo volumen, estás en diez!”. Estás con las persianas bajas, capaz con los auriculares, y no te das cuenta (risas).
AZ: Recién hablaron acerca de los Sonic Ranch como un estudio de grabación mítico. ¿De qué manera influyó en esas canciones trabajar en ese ambiente especial?
Walas: Las dos cosas que incorporamos son, por un lado, la magia del estudio y de las cosas que tiene ahí a disposición, y, por otro, la mirada del productor, que es como una especie de yankee: Héctor Castillo es venezolano, pero vive en Nueva York y él aportó también a esa atmósfera nuevas miradas. El estudio tiene joyas, cosas invaluables y además obras de arte. En realidad, son cinco estudios y en uno de ellos hay una consola de ochenta canales que está armada con dos consolas distintas, de las cuales una de las dos era de Madonna; es una consola de ochenta canales en una mesa gigante y vos entrás y decís ¡pero esta consola no existe!”. Y no, está hecha con dos de cuarenta y les costó, solamente armar la consola, el recableado, casi un millón de dólares. Estamos hablando del trabajo de rearmado, no el hecho de comprarla, sino simplemente acondicionarla. Es un lugar absolutamente filántropo, no creo que ganen guita con el estudio (risas).
Luciano: Con ningún estudio deben ganar plata, porque son todas cosas millonarias (risas).
Walas: Pero en este caso, las cosas que hay ahí… Instrumentos, teclados y pedales que son increíbles. Tienen esa consola de Madonna y un amplificador de Elvis Presley, ponele. Además, tienen obras de arte ahí adentro: cuadros de (Joan) Miró, cuadros de (Salvador) Dalí. Yo tengo la teoría de que el tipo, el dueño, gana plata con el negocio donde está puesto el estudio, que es una planta de nueces: es la plantación más grande de nueces de Estados Unidos. Yo creo que él y su familia ganan guita con eso, pero no con el estudio, porque lo que invierten en ese lugar es tremendo.
AZ: ¿Y cómo fue el trabajo del segmento junto a Gustavo Santaolalla?
Walas: Eso lo grabamos en el estudio Romaphonic de Buenos Aires y después se hizo la mezcla en el estudio de Santaolalla y Aníbal Kerpel en Los Ángeles. Y fue así, de manera también remota, salvo en algunos momentos presenciales. Por ejemplo, cuando yo aproveché que estaba la gira de Soda Stereo, Gracias Totales, en la que participé como uno de los cantantes invitados, y me iba volando para el estudio de Santaolalla los días que podía para ir a escuchar en persona y que no fuera todo el tiempo a la distancia.
Luciano: Sí, hemos hecho zoom con Gustavo. Cada uno desde su casa y él desde allá, todos opinando sobre el tema, sobre sus partes y la mezcla.
AZ: ¿Cómo surgió la idea de trabajar con él de productor?
Walas: Con Gustavo fue una amistad previa. Él vino una vez a cenar a mi casa una paella espectacular y trajo unos vinazos; esa noche nos quedamos hasta la madrugada revolviendo discos y Gustavo era un libro abierto: cada disco que yo tenía, él sabía mucho más de ese álbum que yo (risas). Especialmente, con los discos argentinos de los ’60 y los ’70. Yo le decía “esto es tal cosa”, y él me ampliaba todo. Así que nos hicimos muy amigos, le mostré un par de temas de Massacre en formato CD en el equipo del living de mi casa y le dije: “Yo sé que esto vos lo producirías mucho mejor, o lo producirías distinto”. Ahí quedó la idea y finalmente lo hizo (risas).
AZ: De esa etapa junto a Santaolalla es “Mariposa”, el single que editaron en 2021. ¿Va a estar también incluido en el disco?
Luciano: Sí, es uno de los temas de Nueve. Después faltan los últimos tres, que son los que está produciendo Fede “Fico” Piskorz, el guitarrista. Esos son los últimos tres que grabamos, acá en Buenos Aires.
AZ: Massacre es una banda que suele trabajar bajo la idea de conceptos: Ringo (2011) incluye un homenaje a Bonavena y a la épica barrial; Biblia Ovni (2015) propone como explicación del origen del universo la intervención extraterrestre en contraposición a las miradas científicas o religiosas. En ese sentido, ¿Nueve está atravesado por alguna idea principal?
Walas: No. Por más que lo une el pensamiento post pandemia y esa atmósfera, cada canción es independiente. No es un disco conceptual, tiene de todo.
Luciano: Sí, con los colores de la música y los ritmos, también. ¿Con qué Massacre nos vamos a encontrar? Con varios. Porque hay cosas que, pensando en discos anteriores que hicimos, no sabría con qué relacionarlas. No hemos hecho ritmos así. //∆z