El líder de Temporadas de Tormentas nos cuenta cómo pasó de la batería y la guitarra a producir algunos de los trabajos más personales de la escena local independiente.
Por Gabriel Feldman
Foto de Ignacio Mosquera
Primero empezó tocando la batería en varias bandas de hardcore y punk. Al tiempo aprendió los acordes básicos en la guitarra y complementó su gusto por la rítmica con la preocupación por las melodías y armonías. “Después me pasó eso de empezar a ver un tema cerrado místicamente en mi cabeza”, cuenta Ignacio. “Tocar la guitarra y ya con el rasgueo sentir el ritmo de la batería, los fills, los bajos, las partes donde tendrían que cambiar los matices, las explosiones”. Esa conexión con sus canciones se transformó en una herramienta de ayuda para sus amigos.
Si bien el productor dejó de ser ese señor que llegaba al estudio con su camisa almidonada adentro del pantalón y la corbata planchada, un físico dedicado a la acústica en un laboratorio, desde los pioneros en adelante una de las obsesiones ha sido poder corporizar ecos provenientes de un más allá. Ser capaces de recrear los sonidos que se cuelan en la cabeza. Pero eso no es un inconveniente para alguien que puede imaginar una trama espacial sobre la plaza de su Haedo natal (ver el arte de tapa del EP de Temporada de Tormentas, Del Ruido y el espacio). El flash, como dice él, es una de sus prioridades. “Siempre se intenta que se puedan transmitir todos los sentimientos que pasan por la cabeza del músico y así generar un collage sonoro”.
AZ: ¿Cómo definirías el trabajo y el rol del productor artístico?
Ignacio: Creo que el productor es un amigo músico que forma parte del proceso de armado de un disco y te agita para que lo hagas dando lo mejor de vos. Suelo comentarles a los chicos que vienen a laburar conmigo que la función es dar un punto de vista ajeno sobre las canciones, intentar explotar la personalidad así como la sensibilidad y distintos aspectos que, juntos, arman una canción. Otro de los roles es contener y también ayudarlos a experimentar sobre aspectos que quizás nunca lo hicieron.
AZ: ¿Cuándo y por qué empezaste en esa tarea de productor, pensar la música en términos de producción artística?
I: Creo que siempre. Desde chico arranqué tocando la batería (hardcore punk y todo eso), nunca pude comprarme un set de platillos y eso de vez en cuando me detenía, pero seguí dándole para adelante, pasé por varias bandas, al tiempo ya estaba tocando la guitarra, y empecé a entender la música de forma distinta. A ponerme más rompe para algunos imagino, y trataba de meterme, opinar y ayudar en los arreglos de guitarra y bajo. Después me pasó eso de empezar a ver un tema cerrado místicamente en mi cabeza: tocar la guitarra y ya con el rasgueo sentir el ritmo de la batería, los fills, los bajos, las partes donde tendrían que cambiar los matices, las explosiones. Participé en varios proyectos donde siempre armaba algo así como maquetas de varios instrumentos, o trataba de explicar lo que pasaba por mi cabeza. Después empecé grabando y produciendo varios discos y eps como solista, y también con bandas mías o de amigos cuando sentí que podía ayudar a algunos músicos con su flash. Y así llegó uno de mis primeros experimentos con un resultado increíble que es el disco que hicimos con Natalia Ponso, El Monstruo.
AZ: ¿Cómo fue tu formación?
I: Escuchando y probando, escuchando y probando. Cuando estaba arrancando, un gran grupo de amigos y conocidos me ayudaron con algunas cuestiones más técnicas. En ese terreno me podría definir como autodidacta: prueba y error. Y, musicalmente, en el Conservatorio Ginastera de Morón.
AZ: ¿Un referente?
I: John Frusciante y Jonny Greenwood. Como productores de sus discos solistas me encanta el ensamble de instrumentos que usan y la experimentación por sobre todo: probar distintas saturaciones, infinidad de efectos, filtros intensísimos para los distintos cuerpos de la batería, los ensambles vocales y de cuerdas. Después puedo nombrar a Rick Rubin por el gran trabajo en Blood Sugar Sex Magik de RHCP (a mi parecer el primer disco donde la banda suena como debe sonar) e instantáneamente el One hot minute, con otro plan completamente distinto.
De este lado me gusta mucho el laburo de productores como Gustavo Santaolalla, Guille Beresñak, Juanito el cantor, Juan Stewart, Raphael Gordon (ya que está mucho en el país lo puedo agregar a este grupo).
AZ: ¿Un disco iniciador, que te disparó la atención a nivel audio/producción?
I: Post de Bjork. La infinidad de sonidos y el uso de los sintes y programaciones están armados al límite, ubicados en momentos clave. La vida de cada canción, sus nudos y desenlaces me parece muy interesante. También flashié con Hail to the thief / In rainbows de Radiohead. Y, ubicando en un plano más cancionero, me gusta mucho Soviet Kitsch, de Regina Spektor. Está muy bien trabajada la contención de ella y la explosión en momentos específicos. El trabajo de Raphael Gordon en ese disco fue impecable.
AZ: ¿Cuál dirías que es tu búsqueda cómo productor?
I: Como lo decía antes, es encontrar el flash de cada uno. A veces surge durante el proceso de pre producción del disco o antes. Quizás, en algunas producciones, prefiero dejar la voz para el final porque sé que es lo que más tiempo me va a llevar. También, como Rubin, me lima mucho la voz y cuando llega ese momento, todos me odian un poquito. Le presto mucha atención al timbre, a esperar el momento y tener paciencia para que la voz se rompa justo donde la canción lo pide.
Otra cosa con lo que me limo son las rítmicas (sean de baterías, guitarras o bajos). Al haber empezado mi formación musical tocando la batería le presto muchísima atención a esto. Tienen que ser una pared demoledora. El ritmo te tiene que hacer cabecear.
AZ: ¿Se tiene en cuenta a la hora de pensar un álbum el hecho de que tal vez el formato en el que más se termine escuchando sea via streaming por alguna plataforma o la propia descarga de los archivos?
I: A veces los laburos se masterizan en estudios donde hay muchísimo dinero invertido en equipos zarpadísimos, y después se escuchan en auriculares comprados en los locales donde venden guitarras de colores y discos de Backstreet Boys en oferta.
Creo que los productores o técnicos de sonido debemos olvidarnos un poco de eso y tratar de generar el mejor sonido posible. Yo personalmente trato de evitar filosofar sobre dónde va a ser escuchado. Creo que es algo que se nos va de las manos. Preocupémonos por el arte que hay dentro de cada canción, eso es lo que lucha y va al frente.
AZ: ¿Un disco o canción que te llena de orgullo haber participado? ¿Por qué?
I: “Ramitas”, de Sol Marianela. Me encanta lo que se transmitió con la canción. Creo que la música va perfectamente de la mano con la letra y siento que los ambientes de las guitarras te meten en contexto rápidamente. Y el ensamble de voces de la última parte de la canción es loca y original. Estoy muy contento que Sol me haya bancado en ese experimento de coros.
AZ: ¿Cómo es el proceso a la hora de pensar en tus discos? ¿Cómo juega tu mirada en ese caso más personal?
I: En mi primer disco el productor fue Fernando Duarte, y estuvo buenísimo laburar con él. Esta genial tener una mirada ajena y que a veces me tiren críticas (siempre y cuando sean constructivas). Lo que está bueno es que, al tocar también en Temporada de Tormentas, estoy acostumbrado a que mis primeros flashes no sean siempre los que quedan, y tengo que seguir buscando alternativas por distintos caminos.
Por ahora no tengo planeado grabar en los próximos meses, pero estoy componiendo mucho, y probablemente mi próximo disco de larga duración lo labure con algún co-productor.
AZ: ¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
I: Ahora estoy terminando el disco de una banda llamada Los días sin sol y de El sueño de los héroes. También acaba de salir un LP en el que trabajé los últimos meses que me tiene muy orgulloso, llamado La valijita rosa de Constanza Cofreces.
AZ: Volviendo a las nuevas plataformas y los hábitos de escucha, si tuvieras que darle algún consejo al oyente como para que tenga una experiencia más intensa, ¿cuál sería?
I: Que dejen de escuchar música en los auriculares Sony de 300 pesos e inviertan un poco más para poder escuchar con algo más copado. Se abre mucho más el espectro y podes viajar muchísimo más. Obvio que esto es para quienes gusten mucho de la música.//∆z