La última novela de Javier Marías reflexiona sobre el enamoramiento. Este estado genera alegría y felicidad, pero también justifica los celos, el egoísmo e incluso, la muerte.
Por Nathalie Jarast
María Dolz, la narradora y protagonista, acude todos los días a la misma hora al mismo café. Observa atentamente a una pareja que también desayuna allí por las mañanas e inventa su vida, mientras juega con su taza. Sin embargo, un día el matrimonio no aparece más. No pasará mucho tiempo hasta que Dolz asocie este hecho con un asesinato que había leído en el diario y comience a inmiscuirse en la vida de aquellos personajes. De este modo, lo extraordinario entra en la cotidianeidad y pone en jaque a sus participantes.
El muerto es Miguel Desvern o Deverne, ya que su apellido es uno de los tantos misterios del libro. Éste iba con su esposa al café tras dejar a sus hijos en el colegio. Una noche, un hombre lo confundió con su chofer y lo mató. El motivo: pensaba que tenía un affaire con la mujer. Sin embargo, esta hipótesis será puesta en duda a medida que avance la novela. La crítica solapada al amarillismo morboso se deja entrever en el relato. A partir de entonces, la narradora forjará una relación con la viuda, Luisa, a quien irá conociendo poco a poco y así llenará los espacios vacíos de la vida imaginaria que soñaba mientras tomaba sus cafés.
El título remite, en un primer momento, a Desvern y Luisa, pero luego se incorporarán Díaz Varela, un antiguo enamorado de Luisa, y la narradora. Esto genera un entramado de relaciones complejas que liga a los personajes y da sentido a la muerte del primero. Constantemente, Dolz evalúa el amor y sus efectos. Desde la primera escena repleta de ternura, cariño y amistad hasta el final donde el amor será cuestionado: ¿el fin justifica los medios?
La narración de Marías está llena de giros y construcciones condicionales, lo que da lugar a la sensación de incertidumbre a lo largo de todo el texto. La duda, la posibilidad y las distintas hipótesis colman el discurso de su narradora-protagonista. Éstas se entremezclan con profundas reflexiones sobre la vida, y la muerte. La voz femenina da lugar a la indagación interior y, a su vez, a la cavilación metaliteraria, ya que se cuestionan las bases mismas del proceso creativo de la novela. Así, Los enamoramientos no sólo narra historias de amor, azar y muerte, sino también sobre los múltiples sentidos de la realidad.//∆z