Elegimos los discos más destacados de un año mundial. Pasen, lean y escuchen.
Por Joel Vargas, Pablo Díaz Marenghi, Matías Roveta y Rodrigo López
10- Espectador entra a escena – Los Subtítulos
La gran sorpresa de la escena independiente está formada por ex integrantes de Tobogán Andaluz, Mateo de la Luna y Pyramides: una muestra de por qué tienen el fuego sagrado de la canción alternativa.
En tan sólo nueve tracks Manuel Larisgoitia (guitarra y voces), Ignacio Kater (teclado y voces), Pedro Chalen (batería) y Juan Pablo Mareco (bajo y sintetizadores) construyen un universo sonoro melancólico y muy poético. Es la banda sonora ideal para salir del estado de letargo que nos dejó la pandemia. La posta es escuchar “Ojos delineados” y entregarse por completo al viaje (Ale Schuster es el invitado estrella). Dato: el juego de voces de Larisgoitia y Kater durante todo Espectador entra a escena es hermoso, un subibaja de oscuridad y dulzura. ¿Quieren Music for the Masses? El estribillo de “Futuro” es la respuesta. Joel Vargas
9- El Valle Encantado – Feli Colina
La voz de Feli Colina cautiva desde el minuto cero y resalta más aún en épocas de voces rotas adrede, procesadas, maquínicas. Aquí hay carne, piel, huesos, tierra, agua, madera, piel, uñas, sudor.
Con producción de Baltazar Oliver y masterización del multipremiado Andrés Mayo, el disco se grabó en una semana en los estudios Fader Records. Doce canciones en donde el piano resalta como el principal instrumento armónico. Cada una ilustrada con fotografías de Inti Patrón que son casi obras pictóricas, resúmenes visuales de la impronta de cada tema. Por momentos, sólo se escucha su voz, como en “La llave maestra”. Otras veces, el ritmo es festivo y carnavalesco, como en “Diabla”, tema que cuenta con un notable videoclip dirigido por Lautaro Furiolo que muestra algo así como un aquelarre pagano. Se oyen flautas y percusiones en “Aguatera” y un pulso de bajo denso cobijado de piano y percusiones eclécticas en “Chakatrunka” donde se destaca un recitado poético de Valentina Brishantina que invita a una reflexión en torno al cuerpo, el género y las relaciones. También hay momentos de piano y voz con un dejo de melancolía, como en “El Orden Sagrado”, donde la interpretación vocal de Colina, por momentos, se quiebra y transmuta.
Los tiempos digitales del Siglo XXI pusieron en jaque el concepto disco. En este caso, el formato se aprovecha al máximo. Es un viaje que ratifica el trayecto recorrido por una artista que no para de crecer. Su manera de entender la composición es dramática, en un sentido griego, e incendiaria en un modo latino. “Creo que necesito llorar para sentirme bien” canta en “La Entrega” y resume una ambivalencia que ya venía construyendo en sus temas anteriores (“amor, lo que ves, de luz, lo tengo de oscura”, supo cantar). Feli Colina construye un valle que es, también, interior. Labrando cada canción como una pieza que arde y se esculpe en cenizas, dejando de lado cualquier mandato epocal que se atreva a censurar hasta el más profundo de sus sentimientos. Pablo Díaz Marenghi
8- Mesa dulce – Dante Spinetta
Hablar de Dante Spinetta es hablar de Hip Hop puro y duro. Hablar de Dante Spinetta es hablar de la esencia y génesis del movimiento Trap-Rap que hoy domina las calles, los escenarios y las plataformas de streaming en la Argentina. Hablar de Dante Spinetta es hablar de un artista que se animó a ser contracultural –y a cambiar las reglas del juego– en una época en la que sonidos como el rap, el funk, el soul y el jazz no eran vistos como lo aceptable y masivo en términos musicales y culturales.
Post-reunión de Illia Kuryaki & The Valderramas, la cara solista de Dante continuó explorando sus caminos sonoros habituales y también conectarse con ciertos sonidos como el trap y el reggaetón, exhibiendo siempre una notable capacidad para no caer en el lugar común. Y justamente esto es lo que destaca a Mesa Dulce (2022), disco en el que –con la precisión y la calidad de siempre– combina la Black Music clásica con retazos distópicos del pasado y algunos de los ritmos calientes que reinan en la actualidad. Canciones como “Rebelión”, “Deja Boo”, “Sudaka” (esta última con Trueno) son una explosión bailable de funk, disco, jazz y pop, mientras que piezas como “El Lado Oscuro De La Razón”, “Ridículos”, “Primer Amor” y “La Movie” establecen un diálogo más crudo con el dolor, la introspección y la desazón. El punto más elevado es una pregunta: ¿Por qué suena todo tan igual? Eje sobre el que se desarrolla “Gambito”, una gran canción con Ca7riel en la que un beat ambivalente se convierte en un dripeo ácido y logra derretir también una melodía escrita en 8-bits. Rodrigo López
7- Río Hotel – El Zar
Por los pasillos y las salas del Polo Cultural Saldías desfilan un conjunto de bandas que desde hace años están metiendo un hit tras otro y no paran de crecer en convocatoria en toda la región. Una de ellas es El Zar, un dueto formado por Facundo Castaño Montoya (voz) y Pablo Giménez (guitarras). Su último disco Río Hotel se inscribe dentro del legado de la canción pop argentina.
Elegantes y desfachatados describen track por track una temporada tumultuosa en Río de Janeiro. El amor siempre está rondando en el aire, El Zar sabe cómo narrarlo. “Qué Pasa?”, “Tiro y no te saco de mi mente”, “Perdiendo el control”, “Apasionado” y “Dame ubicación” son parte de la banda sonora ideal para las wonderful noches venideras. Joel Vargas
6- Trinchera – Babasónicos
El mensaje de resistencia ya estaba presente en “La pregunta”, la gran apertura de Discutible (2018). “¿Quién está dispuesto a luchar?”, interpelaba Adrián Dárgelos en el contexto de una coyuntura política asfixiante y a bordo de un paso de electrónica oscura y glacial. Cuatro años más tarde, Babasónicos sigue dando pelea y el concepto de Trinchera (2022) se parece bastante a la idea de defender el territorio propio dentro de la actual escena musical y sin perder un gramo de integridad artística en el intento. “Soy quien mantiene vivo un sueño tanto tiempo contra viento y marea”, sentencia Dárgelos en la melodía perfecta de “Viento y marea”, regada por los acordes limpios del guitarrista Mariano Roger; y, en el ejercicio post punk de arpegios oscuros y sintetizadores dramáticos “Mentira nórdica”, el cantante dice que es “infame fracasar sin intentarlo todo” y que peor es “esperar a ser reconocido”.
En tiempos de beats acentuados, Babasónicos busca coquetear con el presente y mantener viva su experimental y riesgosa forma de hacer rock. Trinchera abre con una brillante seguidilla de canciones de pulso sutilmente bailable, pero conducidas por el minimalismo guitarrero de Roger, en las que Dárgelos suelta su característico talento para escudriñar lo complejo de las relaciones (la traición en “Mimos son mimos” o el egoísmo en “Bye bye”). “Paradoja”, por su parte, forma parte también de ese mismo grupo, pero versa sobre la parca (“Si tu nombre está en la lista o te queda un día más”, reza la lírica), una de las grandes obsesiones del álbum: “No va a empezar la muerte hoy a llevarse a mis amigos”, canta directamente Dárgelos en la gran “Anubis”, un rock sofisticado hecho de vapores de sintetizadores, voces procesadas y guitarras elegantes.
Con otra habitual marca de estilo, Dárgelos regala interesantes lecturas sobre los artificios de la vida nocturna y sus placeres en el hit inmediato “La izquierda de la noche”, pero, por supuesto, Babasónicos no es una banda nostálgica y el espíritu de reinvención está siempre presente. Discutible había abierto surcos posibles de experimentación que ahora parecen continuados en Trinchera y ahí brillan el ambient electrónico de “Madera ideológica”, las sinfonías de teclados de “Capital afectivo” y los sintetizadores graves de “Vacío”. En un disco plagado de grandes frases y declaraciones de principios, Dárgelos suma puntos en la letra de ésta última: “La identidad no se negocia nunca y el que lo hace vive preso”. Matías Roveta
5 – Como Antes – Lara91k
Dentro de una escena que no deja de transformarse sonora y conceptualmente, el nombre de Lara91k es uno que debería impactar con una potencia similar –o hasta mayor– a la de los grandes artistas del llamado nuevo mainstream. Luego de un proceso de inserción compuesto por la tríada singles, feats y mixtape, el ecléctico e intenso Cómo Antes (2022) refuerza por completo su elevado posicionamiento dentro de una escena que necesita con urgencia de su frescura, soltura y presencia.
Dueña de un estilo muy original, en el que combina trap clásico con pop, emo-pop, techno y psicodelia, Lara91k consigue el balance perfecto entre las texturas digitales y la crudeza analógica de los sentimientos y emociones más genuinas. Usando a la perfección el autotune como una extensión de su voz, la artista consigue doblar las melodías hasta el punto de quiebre, creando un paisaje sonoro que muta sin cesar, en el que se entrecruzan la fantasía, la celebración, el desamor y la incertidumbre respecto de lo que el futuro le depara no solo a ella, sino a una generación entera.
Los feats de Paco Amoroso (la sensual y viajera “Besándote”), Santiago Motorizado (la nostálgica y desgarradora “Como Antes”) y Duki (la más veraniega “Eres Para Mí”) marcan la huella a fuego y dejan en claro que el camino recién empieza ¿Incierto? Sin dudas. Pero ante todo, real. Rodrigo López
4- Mojigata – Marilina Bertoldi
Mucho de Mojigata está atravesado por los vaivenes emocionales de las relaciones y por la guitarra poderosa de Marilina Bertoldi: el groove blusero de su viola da sostén a una historia sobre un amor difícil de dejar en “Es poderoso”, los acordes misteriosos junto a las oleadas de distorsión envuelven una letra sobre terminar algo que no da para más en “Vivo pensando en ayer” y los fraseos funkies de sus seis cuerdas conducen a “Claro ma”, que encierra otra escena de amor no correspondido. En un disco de pulso rockero y sin fisuras, también se destaca la energía new wave con adn ricotero de “Cosa mía” y la sensualidad de la balada soul (con Javiera Mena de invitada) “Amuleto”.
Pero en donde Mojigata cobra vuelo es en sus vínculos con sonoridades actuales y ahí brillan el riff como gancho y la melodía rapeada de “La cena” (“Tengo buen olfato y traje un arma en la cartera / Me deslizo ágil, no me mueven los de afuera / Te falta mucho para hablar de mí como hablás”, canta Bertoldi con furia) o el ataque en clave rap rock de “Pucho”. En su cuarto disco solista, Marilina Bertoldi consolida una carrera sobresaliente en el actual contexto del rock argentino, pero la cantante tiene mucho para decir sobre esa escena en la letra de la mencionada “Pucho”: “Son siempre los mismos, esto parece un pasamanos / Festival de mierda, estoy con todos gusanos (…) Ay, lo lamento mucho, mientras me fumo un pucho”. Matías Roveta
3 – Milagros Inútiles – Nahuel Briones
Sobre el final de “El gemelo que encerramos en el sótano”, la voz recitada de Nahuel Briones sienta el tono –apocalíptico y oscuro- de Milagros inútiles (2022): “El infierno real en el cual vivimos todos los días los seres humanos, viviendo una vida sin sentido, entre la pobreza, el abandono, la soledad, la tristeza y la miseria…”. Es un rock abrasivo y con filo industrial en el que Briones dispara contra el modo en cómo el sistema alecciona y pisotea sueños (“No recordarás los ideales que perdiste, solo la traición de los que defendiste / Te corrigieron, te corrigieron”, dice la letra), y que pinta un panorama desolador. Es un estado de ánimo que se mantiene en otros tracks: “Marciano abandonado”, un rock mutante que mezcla la psicodelia espacial de los Flaming Lips con la grandilocuencia de Muse, habla de un extraterrestre perdido en un planeta en el que la libertad de expresión está cercenada, los medios de comunicación ejercen su presión y los ídolos envejecen mal.
Con recursos de la ciencia ficción, alguna influencia de Bowie y el espíritu del rock progresivo (lo mejor del disco es el modo en cómo las canciones se transforman y cambian a partir de una fascinante histeria musical), el tema en realidad denuncia miserias bien terrenales. Otras canciones son mucho más explícitas (“La globalización de informaciones no fue útil para detener horrores”, canta Briones a bordo de la marcha sintética “Internet nos cagó”) o se meten con las relaciones complejas (el rock maquinal “Tu mascota” o la enérgica aventura de guitarras apuradas “Sitcom”, que suena como un hit perdido de los Strokes), pero en general el desamparo atraviesa a cada una de las composiciones. A simple vista, la gran “Todos los días son míos” –una canción escurridiza que va de la electrónica amenazante al metal opresivo y a las texturas ominosas de teclados- continúa con esa misma línea al describir un mundo en el que la sangre se contamina con las noticias y en donde todo (incluso el dolor) se paga. Pero a modo de conclusión optimista, Briones repite que “todos los días son míos, es decir: la mejora es una opción. Matías Roveta
2 – La memoria de un Kiss – Lucas Martí
Lucas Martí es todo lo que está bien. Desde hace años el ex A-Tirador Láser nos regala grandes discos ya sea de su carrera solista o con el proyecto paralelo Varias Artistas: Papa (2007), Se puede (2011) y Presión Social (2015). La memoria de un Kiss no se queda atrás, son diez canciones que remiten al gran cancionero del rock nacional. Hay cositas de Spinetta, otras de Charly pero lo más importante de todo: hay muchísimo de Lucas Martí. ¿El mejor track? “Ángel”. Dale play y viaja. Joel Vargas
1- Bien o Mal – Trueno
Junto a WOS y a ACRU1, Trueno es uno de los exponentes más poderosos del nuevo rap nacional. Más allá de trabajar dentro de una estructura como las del Hip Hop de la Costa Oeste, siempre fue interesante ver a Mateo Palacios buscar de forma constante y consistente el punto de innovación necesario para no quedar sumergido en el océano algorítmico. Atándose a los clásicos –modernos y no tanto–, ‘BIEN O MAL’ es un trabajo bastante parejo que termina de encontrar su identidad en un punto medio entre el funk de Illya Kuryaki & The Valderramas, el rap oriundo de california (un paneo por los 80, 90 y 2010s) y el sonido más latinoamericanista de Calle 13.
Claro que el resultado es una combinación de sonidos y referencias que encuentran piso firme en esa transición entre el rap originario, su conversión al gangsta en los ’80 y su abrazo noventoso con el funk y el soul. Transición que se ve reflejada en canciones como “HOOP HOOP”, “FUCK EL POLICE” y “DANCE CRIP”.
Mientras busca consolidarse como el vocero de una generación y de los desposeídos (algo que no cierra de forma redonda), hay lugar para roces con el reggaetón en “UN PASO” y “JUNGLE”). Y también hay baladas más cercanas a la tradicional canción nacional como “SOLO POR VOS”. Amplitud no es perfección ni mucho menos: la faceta más latinoamericanista no es la más acertada y queda bastante demodé, más allá de que canciones como “ARGENTINA” y “TIERRA ZANTA” tengan estatus de hit. Rodrigo López