Libros recomendados para buscar en la Feria de Editores ´22

Hoy arranca la Feria de Editores 2022 en el Complejo Art Media. En esta lista, entre novedades y no tanto,  libros recomendados que se pueden encontrar en la undécima edición de la feria que nuclea a las editoriales independientes más importantes de Argentina.


Rockología, de Eduardo Berti (Gourmet Musical) 

Antes de destacar la valía de volver a contar en 2021 con Rockología (Gourmet Musical), el ensayo clásico sobre la cultura rock argentina de los ’80 que Eduardo Berti publicó originalmente en 1989, es necesario puntualizar los méritos que siempre evidenció la obra. En primer lugar, eso que el propio autor explica en el prólogo a esta cuarta edición y que tiene que ver con la idea de “un documento de una época y desde una época”. Berti ya trabajaba como periodista (El Porteño, Página 12) y tenía apenas 25 años cuando el libro se editó sobre el final de esa década a la que consagró su investigación. Es es notable la lucidez con la que pudo desarrollar su trabajo en el vivo. En otras palabras, mientras los hechos estaban ocurriendo y sin la ventaja de dejar descansar  la historia. 

Hilando más fino sale a la luz la segunda gran cualidad del libro: los excelentes ensayos sobre glam o postpunk que escribió el crítico inglés Simon Reynolds (por citar un ejemplo con el que Berti podría compararse con total justicia) analizan eso géneros, justamente, con la perspectiva del tiempo a favor; en cambio, el autor de Rockología –que cita como influencias a Simon Frith, Miguel Grinberg o Pablo Schanton- no esperó décadas para desarrollar su mirada “transversal” sobre una época clave. Un análisis menos de fan, según sus palabras, menos hagiográfico, nada de biografía musical o reseña sino un sesudo estudio crítico sobre las distintas aristas desde las cuales se pueden abordar los ’80: el sonido, las letras, el rol de los medios, la conformación del público, el desarrollo de la industria musical o la tecnología aplicada para grabar discos, entre otros elementos.

¿Y de qué se trata esa mirada, que Miguel Cantilo define como de lente “gran angular” en el prólogo a la tercera edición de 2012? Berti se esgrime como un historiador de la cultura, por ejemplo, cuando retoma la idea de Miguel Grinberg esbozada en Cómo vino la mano para dividir el devenir del rock argentino en ciclos y no en fechas redondas: según el autor, los ’80 se separan en dos bloques bien diferenciados, el primero (ciclo IV) va desde la guerra de Malvinas/vuelta de la democracia de 1983 hasta 1986, momento en el que la sensibilidad artística cambió completamente para dar inicio al ciclo V con el que termina la década. Podría incluso pensarse en el historiador Eric Hobsbawm, adepto a delimitar los siglos a partir de procesos y no de años, y ahí es donde entra en consideración otro de los aspectos claves de Rockología: Berti se perfila también como un gran crítico musical cuando explica que el ciclo IV es el de un sonido más pop, optimista y alegre (Los Abuelos de la Nada o Los Twist, por ejemplo) en sintonía con la euforia de la primavera alfonsinista y que de 1985 en adelante –el giro dark de Soda Stereo con Nada Personal o el ascenso de grupos más nihilistas como Sumo o Los Redondos- se pasa a una nueva impronta sonora y estética. Esos son los años de desencanto y de divorcio entre el alfonsinismo y gran parte de la juventud, según Berti, momento en el que las leyes que indultaron a militares junto a la crisis económica debilitaron al gobierno radical.

Soda Stereo en tiempos de “raros peinados nuevos”.

Pero Berti va todavía más allá. El autor analiza también las letras de todo ese período con herramientas de crítico literario para argumentar, por ejemplo, que durante el ciclo III definido por Grinberg (el que se condice con la Dictadura cívico-militar de 1976 a 1983) primó más el “nosotros” y la alegoría para referirse en la lírica a cuestiones políticas (puede pensarse como ejemplo a “Canción de Alicia en el País” de Serú Girán), pero que los ciclos IV y V fueron el período del “yo” y la fragmentación: “Si los años setenta fueron colectivistas y Sui Generis cantaba Bienvenidos al tren, en los ochenta Charly García, ya como solista, decía: “No voy en tren, voy en avión / No necesito a nadie alrededor”, explica Berti. Con respecto a la fragmentación, el autor sostiene que se trata de un nuevo discurso en el que las imágenes desfilan unas tras otras sin conexión entre sí o sin intención narrativa.

Rockología fue, también, una pieza basal en la historiografía de rock argentina porque sentó las bases para entender varios de los cambios que tuvieron lugar durante la década de los ‘80. Por ejemplo, el “boom del rock nacional” que tuvo lugar entre Malvinas y la llegada de la democracia, cuando el movimiento trascendió los ámbitos del underground; pero también el largo historial de enfrentamientos entre las distintas tribus urbanas dentro del público (modernos, psicobolches, heavys, punks), el rol de los medios en sintonía con el crecimiento del rock como cultura de masas y objeto de consumo masivo (la aparición de una radio dedicada enteramente al género como la Rock and Pop o el surgimiento de suplementos jóvenes en diarios de tirada nacional) o la expansión de la industria musical (records de convocatoria y de venta de discos, cachets millonarios, utilización de sponsors, exportación a Latinoamérica). 

El Festival de la Solidaridad Latinoamericana, un hito en la historia del rock argentino. Así lo reflejaba la portada de la Revista Pelo.

La nueva edición del libro tiene como novedad un capítulo inédito consagrado a Luis Alberto Spinetta y su disco Privé (1986), analizado con rigor por Berti a partir de sus ritmos bailables, sus baterías digitales, el sonido que prioriza lo “súbito” o “categórico” en respuesta a lo progresivo y el efecto de vitalidad que inyectó una actualización musical en el frondoso catálogo del artista. ¿Cuál es la importancia de esta nueva reedición del libro? La respuesta más sencilla de todas es la más determinante: recuperar una obra clave que estaba ausente. En un sentido más amplio, Rockología vuelve a brindar la posibilidad de sumergirse en uno de los períodos más fascinantes y prolíficos del rock argentino, una época –citando a Daniel Melero en el prólogo de la segunda edición- “en la que vivimos fascinados por la simultaneidad y la sincronía”. Matías Roveta

Transradio, de Maru Leonhard (Compañía Naviera Ilimitada Editores)

En su primera novela, la autora recurre a un tópico que podría resultar un cliché (una mujer vuelve a su pueblo natal en búsqueda de su propia identidad) y lo transforma dotándolo de un signifado íntimo y personal. Aquí Leonhard construye un relato iniciático mediante una voz narrativa en primera persona sencilla y pulcra pero no por ello menos compleja. Aquí hay preguntas existenciales en torno a la maternidad, el cuerpo y la culpa. La protagonista se ve atrapada, asfixiada por estas dudas que recorren todo el relato que se vuelve, por momentos, psicoanalítico. Tal vez le falta ahondar aún más en lo siniestro y ominoso que puede contener la vida de pueblo. Con un gran final, obtuvo grandes reconocimientos (entre estos la nominación al premio Filba de novela) y funciona como una más que interesante carta de presentación de una nueva voz en la literatura argentina contemporánea. Pablo Díaz Marenghi

Fall River, trece cuentos no reunidos, de John Cheever (Ediciones Godot)

Fall River. Trece cuentos no reunidos – Ediciones GodotLa primera edición argentina de estos cuentos dispersos, con traducción de Ariel Dilon, llegó de la mano de Godot, editorial destacada dentro del ámbito académico pero, también, que ofrece joyas literarias ocultas como esta selección de relatos cortos de uno de los más grandes escritores norteamericanos. Aquí aparece el corazón de la literatura de Cheever: las relaciones cotidianas, el desamor, el minimalismo, la melancolía y, los más importante: un tenso e invisible hilo que atraviesa la esencia espiritual de lo vivido y que sólo autores como el llamado “Chejov de los suburbios” pueden hacer hablar mediante la literatura.  Pablo Díaz Marenghi

      Avellaneda profana, de Luis Gusmán (Ampersand)

AVELLANEDA PROFANA, Luis Gusmán | edicionesampersandLuis Gusmán (quien dará una charla en la FED junto con Paula Puebla) es, para muchos, un secreto a voces. Formado en el psicoanálisis, su novela El frasquito suele ser citada como una rareza digna de ser reivindicada en el canon literario nacional. Lo cierto es que ha sabido cosechar muchos lectores a fuerza de una obra variopinta que combina erudición y poesía en el pensamiento abarcando géneros diversos (novela, cuento, ensayo. En este caso llegan sus memorias lectoras de la mano de una de las mejores colecciones de los últimos tiempos: Lectores de Ampersand. Avellaneda profana es un compendio de imágenes, escenas, secuencias en donde Gusmán confiesa secretos, devela enigmas y cuenta historias en torno a sus relación con la lectura, su formación. En otras palabras, sobre su vida. En un pasaje escribe: “El ojo que lee espía también a través de una cerradura. Aprender a leer encierra un peligro, cierto vértigo: de esa adrenalina están hechas las lecturas clandestinas”. Brillante. Pablo Díaz Marenghi

Mal trato, de Guillermo Ferreyro (añosluz editora)

MAL TRATO - GUILLERMO FERREYRO - AÑOSLUZUna novela puede ser muchas cosas. Un capricho. Una obsesión. Un campo de batalla para la experimentación formal. Un diálogo arriesgado con la época. Un desparramo de brutalidad con estilo digno de un filme de Michael Haneke. Un mazazo que derribe el muro de la corrección política imperante. Esta novela es todo esto.

Ferreyro cuenta la historia de una mujer que, cansada de años de maltrato, asesina a sangre fría a su esposo. No es spoiler: sucede apenas en las primeras páginas. Ferreyro no sólo se concentra en el qué sino en el cómo va a contar esta historia. La cuenta en una segunda persona, algo poco frecuente en la literatura universal, que oscila entre un diálogo que casi se le cuela en la oreja al lector con una suerte de manual de instrucciones cuasi quirúrgico acerca de qué hacer y qué no hacer a la hora de cometer un homicidio.

Uno de sus aciertos, entre tantos, es el hecho de combinar en dosis precisas crueldad con un cierto humor ácido. Un ejemplo: “Suerte que recordó este hecho, ahora no siente ninguna culpa por haberle encajado un tiro extra en las cervicales”. Pablo Díaz Marenghi