Destellos en primera persona de una noche poguera en La Expansión con Mateo de la luna en compañía terrestrial, Nieva Adentro y Tobogán Andaluz.
Por Claudio Kobelt
Fotos de Sisa Soldati
Era una noche oscura y tormentosa. En el cielo, la luna me mostraba solo media cara, y en las calles de mi barrio, la penumbra nocturna era más espesa que de costumbre. Era 20 de Diciembre, casi 21. Para algunos, una alineación de planetas, para los más espirituales (la rama hippie) un recambio de energía y meditación, y para los más fatalistas, el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina. No podía sacarme eso de la cabeza en una jornada que tenia la palabra “final” escrita por todos lados.
Repitiendo la triada que tuvo lugar en el Matienzo hace algunos meses, ahora en el Ciclo La Expansión, tres de los grupos que más felices hicieron nuestros oídos se volvieron a juntar para una noche repleta de amor y fin del mundo.
Comenzó Mateo de la luna en compañía terrestrial y otra vez esa poderosa conjunción de voces que se funden formando una ola de calor y belleza que te abraza fuerte, con la impecable ejecución de unas melodías que hicieron mover el pie y la cabeza a todos los presentes. Como siempre, Mateo brilla en sus letras y en la cálida interpretación de las canciones. “Este es un hit” me gritó un amigo tras “Lo más campante”, y algo de razón tiene: todas las canciones tienen pasta de hit, de melodías para colgarse (d)el auricular y perderse durante horas en una tonada de amor. “Vamos loco que es la última canción del año” dijo Mateo antes de atacar con “Como una rana”, canción que agitó al publico en el primer baile masivo, incluyendo a los mismos cantantes de Mateo, que poguearon con la multitud festiva. Así, como una ráfaga de ternura y poder, Mateo de la Luna pasó por el escenario, dejando el clima de fiesta formalmente iniciado.
No mucho después, ya estaba comenzando Nieva Adentro, otra de las revelaciones fulgurantes de este 2012. Con ese pop luminoso que los caracteriza, los Nieva brindaron un show infalible y preciso de principio a fin, donde se dieron el lujo de mostrar un tema nuevo, “Ser de aguas verdes”, en el mismo recital donde presentaban su EP debut. Las sonrisas y el baile fueron las constantes del show, además de las permanentes ovaciones a Vinci, uno de los guitarristas nevados. La conjunción de voces de Michelle y Péndo alternándose, o juntas en el aire, fueron la compañía ideal para esas melodías puras, melancólicas y salvajes, que remiten a todo el pop mundial, y a nada especifico a la vez. Con una ejecución prolija y energética de una banda que no deja de sonar cuidada pero nunca fría, siempre caliente. Al máximo.
La Expansión ardía de pibas lindas y alegría, mientras yo me preguntaba si afuera habría mundo todavía, aunque a esa altura de la noche, cada vez me importaba menos.
Al toque nomas, Tobogán Andaluz. ¿Se puede decir algo nuevo de este trio demoledor, que con un puñado de canciones parecen dispuestos a conmovernos a como dé lugar? Desde el primer al último tema de Tobogán, un pogo salvaje y alegre (donde todos los participantes tenían una canción y una sonrisa en los labios) sucedió sin pausa. Y Uds. sepan entender, que este cronista no tuvo más remedio que sumarse a esa ceremonia del baile y los empujones. Obligado, no por nadie más, por las canciones mas poderosas y certeras que se han escuchado en mucho tiempo. Sonando a la perfección, con su líder, Facu Tobogán, en su mejor momento, con una banda más que aceitada, que sumió a todos los presentes en su poderoso beat cancionero y animal. Y esas canciones, que los pibes entonan como himnos salvajes por un mundo mejor, por el amor por venir, o por un pasado perdido. Facu invitó al publico que suba al escenario a cantar con el, y algunos lo hacen, mayormente miembros de las otras bandas que, lejos del camarín o el aislamiento, eligen el pogo andaluz como uno más. En el final, la hermosa balada “Sueños de cartón”, con una poderosa zapada sónica, terminó de dinamitar lo que quedaba. Facu se descolgó la guitarra, se paro a un costado del escenario, y miró como sus compañeros zapaban en un noise hermoso, y cuando parecía que estaban por terminar, se abalanzó sobre su guitarra y la aporreó con un amor salvaje, dejándolo todo, nunca a medias. El aire parecía estar prendido fuego por el sonido, los amigos se abrazaban y Tobogán dejaba el escenario ratificando su titulo de campeón. De la canción, del amor, de todo lo que importa.
Salí a la calle, y confirmé lo que hoy ya sabemos: Todavía había mundo. Había noche, pibes, autos. Tenía como 15 cuadras por recorrer hasta el colectivo, caminando con una sonrisa y el cuerpo que me hervía de energía, de placer, de canciones eternas y momentos que se llevan en el cuerpo para siempre. Y ahora creo entenderlo, eso de la palabra “Final” tan presente tenia sentido. Es el final de un mundo oscuro, ahora tenemos estos recuerdos para iluminarnos. El mundo sigue girando, y solo tendrá sentido si nos sigue trayendo noches como esta.