El pasado sábado falleció Carlos Trillo, afamado guionista y autor de El loco Chávez, El negro Blanco, Las puertitas del Señor López y Clara de noche.

Por Nadia Sol Caramella

Carlos Trillo murió en Londres, había ido de paseo junto a su esposa Ema Wolf, destacada escritora infantil, con quien tenía dos hijos.

El 1º de mayo el comiquero había cumplido 68 años, nació en 1943 y con tan solo 20 años de edad había comenzado su carrera profesional. Entre 1964 y 1968 colaboró en Patoruzú Semanal, donde escribía tiras de El topo Gigio, mientras colaboraba en guiones de TV de El club de Hijitus y trabajaba como locutor en Radio Municipal. También escribió cuentos policiales para la revista Siete Días.

Fue maestro de guionistas y, desde su crítica, ayudó a entender la influencia de Héctor Germán Oesterheld, siendo un gran difusor de El Eternauta.

Publicaba Clara de Noche en la contratapa del Suplemento No de Página/12, junto a Eduardo Maicas y el español Jordi Bernet. También sus historias tuvieron lugar en las publicaciones de la revista Fierro.

Autor memorable y prolífero si los hay, su obra estaba caracterizada por mostrar ese mundo en el que él vivía. No eludía su época ni su contexto, sin embargo, sostenía que no apuntaba a un testimonio político.

Sus personajes eran salidos de serie, alejados de la simpleza; evitaba los personajes femeninos estereotipados. Dedicaba especial atención a la construcción y características de cada uno de ellos.

Quizá porque era un gran lector que gustaba mucho de la escritura, sabía de viñetas, de dibujos y cadencias, entendía la estructura narrativa y eso lo reflejaba en sus guiones.

Se fue una de las piezas fundamentales de la historieta argentina, un hombre sencillo según sus compañeros y allegados, que no dudaba en aconsejar a los más jóvenes. Hoy solo nos queda su magnífica obra y sus personajes como relato y testimonio de su existencia, la de un hombre que supo contar con ritmo, con audacia y con calidad cada una de sus historias.