Un par de ojos azules, bien grandes y profundos, dignos de relación con alguna prosa del gran Charles Baudelaire, son los protagonistas del envoltorio de la nueva obra de la rusa Regina Spektor. A ellos se les suman su piel nórdica  y sus labios rojos para completar la portada. Es que esto es Regina y What We Saw from the Cheap Seats noes ni más ni menos que ella misma, su histrionismo y sus cambios de estado hechos canción y protagonistas del sexto disco de estudio de la cantante.

Por Estefania Lestanquet

Muchos artistas cambian de estilo de una placa a otra y son, a menudo, criticados. Spektor lo hace de canción a canción en What We Saw from the Cheap Seats y no podemos hacer otra cosa que sacarnos el sombrero y aplaudirla. Es que el talento de está mujer sobrepasa cualquier soporte y la sangre de sus letras solo entienden a su voz. La fuerza de “All The Rowboats”, primer tema que vio la luz del disco, muestra a una mujer estoica que junto a un piano logra una melodía oscura fascinante. Se nota que las clases recibidas de su madre a los módicos 6 años dieron sus frutos y con creces.

El disco cambia de rumbo pista a pista y lejos de no encontrar el camino abre rumbos variados y dignos de ser transitados. “Justo cuando piensas que la has descifrado Regina te sorprende con algo totalmente diferente”, fue la mejor manera de definirla de la mano del productor del álbum Mike Elizondo. Es que la historia de gestación del LP es variada como su contenido, la autora misma cuenta como fue creando cada pieza en diferentes etapas de su vida, por lo que no debe sorprender este hermoso desfajase que por momentos cuesta comprender.

“Don’t Leave Me (Ne Me Quitte Pas)”, por ejemplo, es una regrabación de un tema del lejano “Songs”, una canción pegajosa que por momentos roza lo banal. En una línea similar están “Oh Marcello”, con un gracioso vestigio de acento europeo,  y su cita al célebre “Don’t Let Me Be Misunderstood” de Nina Simone. Por otro lado se encuentran las distinguidas baladas que convirtieron a Regina en ser esa figura que hoy es, lugar donde sus cuerdas vocales salen a destacarse y los instrumentos pasan a segundo plano, esto sucede con “Firewood”, “The Party” y “Open”. Pero sin duda la corona en este estilo se lo lleva la terrible “How”, donde, muy lejos de la frialdad de su procedencia, la señorita Spektor llega al sollozo con un ruego de “Cómo podré olvidar tu amor y cómo haré para no verte nunca más”.

En este caso Regina logra en una hora reinventar a aquella compositora que condensa una formación clásica con todo tipo de estilos, reflejando en sus canciones todo lo que escucha y todo lo que vive en su interior, recuperando el concepto más puro de música popular, en tiempos que de esa palabra solo se usan las tres primeras letras.//z

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