Tras un año plagado de buenas decisiones y éxitos de ventas, hablamos con los directores de la editorial que junta en un mismo catálogo a John Williams, Sara Gallardo, Mike Wilson y Martín Schifino.
Por Alejo Vivacqua y Joel Vargas
El sello que dirigen Julia Ariza y Salvador Cristofaro se asentó en poco tiempo dentro del populoso mercado independiente argentino. Su apuesta predominante es por títulos de literatura y no ficción extranjeros –entre los que conviven autores argentinos como Sara Gallardo o el crítico Martín Schifino– y por una estética muy cuidada a la hora del diseño. Fiordo tuvo un 2016 inmejorable. A la buena recepción que tuvo en la crítica y en el público la novela experimental Leñador, del estadounidense-argentino Mike Wilson, se le sumó una de esas joyitas que de tanto en tanto aparecen en el mercado: Stoner, de John Williams, publicada originalmente en 1965, redescubierta hace una década por la New York Review of Books y ahora traducida al español fue uno de los acontecimientos literarios del año. Hablamos con Julia y Salvador para repasar su trabajo y sus ideas sobre la industria.
AZ: ¿Cómo surge Fiordo? ¿Qué los llevó a crear la editorial? ¿Qué creían que faltaba en el mercado editorial argentino?
Fiordo: Esta pregunta siempre es difícil de responder sin sonar absolutamente romántico. Queríamos publicar libros que considerábamos valiosos y pensábamos que teníamos las herramientas para hacerlo bien. Nos interesaba proponer lecturas menos transitadas, hacer buenas traducciones, ofrecer a los lectores buenos textos en artefactos muy bien diseñados, muy agradables en términos materiales. Teníamos en mente una idea de excelencia y de buena edición que queríamos celebrar, honrar. Pero no fundamos la editorial con la idea de llenar un vacío, todos esos deseos ya estaban concretados en los libros que publicaban muchas editoriales ya existentes. El perfil del catálogo se fue definiendo a medida que comenzamos a publicar los primeros libros, un poco instintivamente: reediciones, primeras traducciones al español de lenguas no tan traducidas, autores latinoamericanos que se destacaran especialmente en las letras de sus países. Los primeros libros trazaron en gran medida el camino a seguir, pero el camino afortunadamente siempre se ensancha.
AZ: ¿Se es independiente por convicción o porque no queda otra?
F: Para una editorial de nuestro tamaño, la independencia es una condición de nacimiento. Difícilmente se nace multinacional y corporativo, así que el medio natural de una editorial pequeña, autofinanciada y que tiene un ritmo de publicación relativamente lento es, hasta cierto punto, la independencia. De todos modos, todo el tiempo las editoriales pequeñas establecemos alianzas con actores de la cadena del libro que rompen con esa supuesta independencia, así que tampoco podemos tomarla como una bandera. Si una editorial quiere que sus libros se conozcan, se vendan, se recomienden en la prensa, circulen entre lectores, y sobrevivir sin cobrarle la edición a sus autores, debe negociar todo el tiempo la idea de independencia. Nosotros nos definimos más como una editorial pequeña.
AZ: ¿Qué es lo que tienen en cuenta a la hora de formar su catálogo?
F: Nos interesa publicar libros que dejen alguna marca en el lector, que no pasen como agua. Desde ya, un libro bueno en general hace eso, pero la calidad es un concepto resbaloso. Por supuesto que nos importa la calidad de la escritura, pero también el trasfondo de los libros que publicamos: qué dicen, cuál es su punto de vista ante su tema. Muchos de nuestros títulos comparten un punto de vista crítico, expresado de muy diferentes maneras, sobre la sociedad en la que vivimos. Eso nos parece importante, pero articulado con una riqueza de imaginario, con la capacidad para presentar temas universales y muy transitados de un modo nuevo, que nos los revelen y nos pongan a pensar de verdad. Y también nos interesa que sean libros entretenidos, que renueven el placer de leer.
AZ: Su apuesta es por autores extranjeros noveles y consagrados, y hasta algunos son muy difíciles de conseguir en castellano. Cuentan tan solo con dos autores argentinos: Sara Gallardo y Martín Schiffino. ¿Por qué esa elección?
F: No es una elección deliberada, nosotros leemos autores argentinos y hemos recibido muchos manuscritos de autores que escriben en español. Simplemente no encontramos, hasta ahora, textos que nos parecieran afines al catálogo. Hasta ahora, porque en 2017 vamos a publicar a un autor argentino joven, Tomás Downey. Era cuestión de tiempo, no de criterio.
AZ: La publicación de Stoner en español tuvo muchísima repercusión, tanto en la prensa como en las ventas. ¿Cómo llegaron a ese libro y cómo toman el éxito que tuvo la novela?
F: Stoner era un secreto a voces, acá el libro ya había sido leído por muchos libreros, periodistas, escritores; nosotros lo conocimos así, por recomendaciones. Era ya un fenómeno mundial y nosotros tuvimos la suerte de poder negociarlo para publicarlo en una nueva traducción. El éxito que tuvo en ventas, y la excelente recepción crítica y de los lectores, obviamente nos alegra muchísimo, porque es una situación bastante excepcional para una editorial de nuestro tamaño hacer cuatro ediciones de un libro en seis meses. Nos alegra y nos plantea desafíos nuevos, financieros y logísticos, pero también de cara al futuro de nuestro catálogo, porque impone un estándar muy alto.
AZ: Sara Gallardo es una autora que se ha empezado a redescubrir en este último tiempo. ¿Qué los llevó a reeditar Pantalones azules cincuenta años de su publicación original?
F: Sara Gallardo está entre los grandes autores argentinos, para nosotros era muy natural querer publicarla, y personalmente es una de nuestras autoras favoritas de todos los tiempos. Pantalones azules no se reeditaba desde que salió la Narrativa breve completa compilada por Leopoldo Brizuela, y a diferencia de otras obras no había tenido una reedición por separado desde su primera publicación. Y es una novela bellísima, que parece como de otro tiempo cuando uno comienza a leerla, pero rápidamente pierde ese sabor, porque más que retratar una época retrata conductas sociales universales que, al quedar expuestas, se revelan como totalmente contemporáneas. Por todo eso quisimos publicarla.
AZ: Hace poco editaron Leñador, de Mike Wilson y próximamente van a publicar otro libro de él: Ártico. ¿Cómo decidieron apostar por él?
F: Leñador nos llegó a través de una recomendación de otro editor, y cuando leímos el libro nos pareció que Fiordo era una editorial perfecta para una obra como esa. El libro despertó muchísimo interés, y pensamos que valía la pena seguir a Mike y acompañarlo en un proyecto como Ártico, un libro breve y sintético, tan diferente de Leñador.
AZ: Su diseño es muy variado, cada libro tiene uno diferente, exceptuando los tres primeros de la colección de No ficción. ¿Cómo trabajan el diseño?
F: Trabajamos siempre a partir de una idea que queremos que el libro transmita. Para nosotros es fundamental que las tapas comuniquen algo de la atmósfera de cada libro, es muy importante que sean atractivas pero no de un modo puramente sensorial, es decir no solo en términos de forma y color, sino también de contenido, o mejor dicho, tratando de que de las formas y los colores surja siempre una idea, un concepto o una percepción del tono de cada obra; una promesa. También tenemos en cuenta el aire de familia; aunque cada tapa es diferente nos interesa que los libros conserven algunos elementos que permitan ponerlos en serie e identificarlos como libros de Fiordo.
AZ: ¿Qué otras editoriales les gustan por su catálogo, diseño, ya sean nacionales o internacionales?
F: Hay editoriales españolas como Errata naturae e Impedimenta que nos parece que hacen un trabajo extraordinario en todos los niveles; de las editoriales argentinas hay muchas con catálogos súper interesantes, desde Caja Negra o Entropía hasta Ampersand y Zorro Rojo; de las que publican en otras lenguas nos gusta mucho por ejemplo Fitzcarraldo, y clásicos como Adelphi, Penguin, New York Review Books o Verso son siempre canteras de ideas.
AZ: ¿Cómo describen esta etapa de la literatura argentina y más precisamente esta etapa del mercado editorial?
F: Como una etapa de recambio generacional en la que de una forma u otra hay un deseo cada vez más activo de participación directa, de protagonismo. Hay una sinergia muy particular en el mercado editorial local, cuyas consecuencias se ven en la cantidad de proyectos colectivos e individuales que están surgiendo a cada momento, desde aperturas de nuevas librerías y espacios para los lectores, hasta ferias más heterodoxas y multidisciplinarias en las que confluyen todos los actores, algo que no sucede abiertamente en otras partes del mundo.
AZ: ¿Cuáles son los próximos títulos que van a editar?
F: Entre los títulos que estamos preparando para 2017 va a haber varios textos en español, entre ellos Ártico, una suerte de nouvelle en verso de Mike Wilson, que comentamos antes; La risa caníbal, un conjunto de ensayos del español Andrés Barba sobre los límites del humor; y El lugar donde mueren los pájaros, el nuevo volumen de cuentos de Tomás Downey, que fue finalista con su primer libro del Premio hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez. Pero también habrá traducciones, como siempre en Fiordo.//∆z