En la segunda entrega del ciclo de charlas con editores, hablamos con Nicolás Moguilevsky, coordinador general de Mansalva.
Por Alejo Vivacqua
Nicolás está atendiendo la librería cuando llegamos para la entrevista. No hay nada anormal para ser un día laboral a las cinco de la tarde. El local, frente a un complejo de torres en Villa Crespo, está igual de tranquilo que el barrio. Hoy ningún escritor presenta aquí su nuevo libro y tampoco habrá una de las famosas tertulias que algunos describen como pintorescas y que suelen reunir a escritores, músicos y artistas plásticos.
El poeta Francisco Garamona abrió hace unos años “La Internacional” para complementar el oficio de librero que adquirió en su juventud con su rol editorial en Mansalva, que desde su creación, en 2005, ha publicado a autores como Rodolfo Fogwill, Alberto Laiseca, Sergio Bizzio y César Aira, entre otros.
Por eso vinimos hasta Padilla 865 para que Moguilevsky, socio de Garamona, nos hable sobre su trabajo.
AZ: ¿Cómo se conocieron con Francisco?
NM: Lo conozco de cuando trabajaba en Interzona. Cuando arrancó Mansalva yo estaba en esa editorial. Siempre fuimos muy amigos.
AZ: ¿Cuál es el criterio para el catalógo de Mansalva? ¿Qué lugar ocupa la editorial en el mercado?
NM: Nos gusta la buena literatura. El mercado editorial como concepto es muy caprichoso. Mansalva piensa en el mercado, como todo el mundo, pero no está pensando a corto plazo. Esta editorial fue pensada en función del catálogo. Trabajamos para generar un lector. La idea es el mercado emocional, por decirlo de alguna manera. Es una forma de entender la literatura. Queremos que haya un lector de Mansalva. Tenemos cuatro colecciones: “Campo real”, que es toda la no ficción, “Poesía y ficción latinoamericana”, “Colección popular de arte argentino” y “El eslabón prendido”, que es de traducciones.
AZ: ¿Y cómo ves el mundo editorial en general? Porque hay muchas editoriales…
NM: Que haya muchas editoriales siempre es bueno. Cuantas más haya, más rico es el panorama. Creo que hay muchas cosas muy buenas, y otras muy malas, porque al haber tanto, es lógico…
AZ: ¿Por qué creés que todos tienen que tener su propia editorial?
NM: Yo creo que es un rebote de lo que antes pasaba con, por un lado, el no poder publicar…el no poder publicar de antes se transformó en un “todos pueden publicar”. Y además ahora es mucho menos complejo armar una editorial. Antes había que contratar a un diseñador, tener empleados. Hoy en día con una computadora, entre dos, podés arrancar una editorial. Están los programas digitales al alcance de todos, como el InDesign…
AZ: ¿Es un mercado endogámico?
NM: El mercado es chico, es cierto, pero viene creciendo…Nosotros acá hacemos una feria, La Sensación, que es afuera en la calle, con un montón de otras editoriales…y hay más de veinte puestos, y en cada edición viene muchísima gente. O sea que hay un mercado que crece. Obviamente no es lo mismo un chico que tiene una editorial con cincuenta copias que un Mansalva o Caja Negra. Lo importante es que hay un lector. Hubo un pequeño estallido en el último tiempo, y es genial. Si fuéramos tres editoriales y sólo cinco poetas, sería todo muy triste. Yo creo que faltan medios, está bueno que ustedes se ocupen. Porque hay sólo tres o cuatro medios grandes que hablan del tema (Radar, Perfil, Ideas de La Nación, Ñ). Está bueno que haya más sitios en los que rebote más.
AZ: ¿Y ustedes trabajan acá mismo?
NM: Tenemos la oficina atrás. La particularidad de la editorial, junto a la librería, es que son la misma cosa, y hay una forma de moverse que lo hace inclusivo para aquel que está dando vueltas en el universo de la editorial. Laburamos junto a Javier Barilaro, socio fundador de la editorial y el diseñador de nuestras tapas. Estamos siempre acá los dos solos con Francisco. Tenemos gente que nos ayuda con la página web, por ejemplo, pero casi todo el laburo se hace acá en la oficina.
AZ: Claro, y está el tema de las tertulias. ¿Cómo se dan?
NM: Las reuniones se arman espontáneamente. Me acuerdo que una vez salió una nota en La Nación que decía que las tertulias se daban todos los jueves, y a la semana vinieron un par de señoras bien arregladas diciendo que querían conocer a César Aira… y no había ninguna reunión, ja.
AZ: ¿Cómo es la relación con Aira?
NM: Nos gusta mucho su literatura. De hecho, el primer título de Mansalva fue con Aira, El pequeño monje budista. Nos queremos mucho. Incluso aparecemos en algunas de sus novelas. Viene muy seguido. Él no sale mucho pero viene una vez por semana.
AZ: Y además él suele publicar mucho en editoriales independientes.
NM: Sí. Es su forma de hacer las cosas. Él siempre ha tenido esa vinculación con las editoriales. Cuando arrancó Interzona, que recién empezaba, publicó ahí.
AZ: Lo que hace es publicar uno o dos libros en editoriales grandes y otros en editoriales chicas.
NM: Sí. Porque él necesita vivir de algo y las editoriales chicas no le pueden pagar. Me parece que esa lógica es muy saludable.
AZ: Veo que hay una sección en la librería dedicada especialmente a él.
NM: Sí. Hay libros en japonés y en muchos idiomas. Vienen muchos extranjeros a buscar sus libros. Vienen muchos mexicanos, europeos en general, y lo que hacen muchos es llevarse algunos libros de Aira sin necesariamente saber el idioma… es como una joyita para atesorar.
AZ: Y encima ahora salió una nota de Patti Smith en la que lo elogia.
NM: Sí, eso le dio como una “tapa”, ¿no? Una ayuda.
AZ: ¿Y con Fogwill?
NM: Él venía todos los días. Venía mucho al antiguo local, en las calles Salvador y Gascón. Dejaba a sus hijos en el colegio y venía y se volvía a ir, y volvía. Estaba como ahí dando vueltas. Con él publicamos Los libros de la guerra, que son artículos periodísticos recopilados durante 25 años. También editamos una biografía suya, Fogwill: Una memoria coral, de Patricio Zunini. Y ahora va a salir una entrevista, la de (la revista) El Ojo Mocho, que está muy buena. Hay una parte en “Los libros de la guerra”, pero ésta es muchísimo más larga. Tiene un prólogo del sociólogo Juan Laxagueborde que analiza el contexto de la época de esa entrevista.
AZ: O sea que, en general, la relación con los autores es cercana.
NM: Sí, es una relación de mucha cercanía. Quizás con otros no tanto, pero en general sí.
AZ: ¿El laburo de edición es compartido? Es decir, retocan los textos…
NM: Sí, es un laburo muy compartido. Muchas veces se labura el texto con el autor acá atrás (en la oficina). Muchas veces es un retoque o alguna otra cosa. Tenemos gente que lee. Bueno, yo leo. Gente que contratamos, también, en la que confiamos.
AZ: ¿Y cómo es el proceso de selección de una obra?
NM: Nos mandan muchísimas novelas por mes. El tiempo de lectura es muy largo. Nos gusta tomarnos nuestro tiempo. Es difícil porque nos llegan muchos manuscritos. Hay un depósito del otro lado todo lleno de manuscritos. Y nosotros hacemos tiradas de entre mil y tres mil ejemplares. Nuestras ediciones cubren todo el país, un poco de Chile, Uruguay y España.
AZ: También publicaron a Laiseca. ¿Con él también tienen tanta relación?
NM: Sí. No viene ahora tanto, porque Laiseca ahora está más metido en la casa, pero lo vamos a visitar a veces.
AZ: ¿Cómo se dio inicialmente esa buena onda con todos?
NM: En mi caso yo conocía a muchos por mi trabajo en Interzona. Y ahí te das cuenta cómo cambian las relaciones en las editoriales. En Interzona las relaciones con los autores eran mucho más frías. En ese momento había una cosa más como de empresa. Había como departamentos. Acá lo hacemos todo nosotros. Tenemos a Javier, que hace el arte de tapa. Las producciones, digamos, son nuestras.
AZ: ¿Se es independiente por convicción o por necesidad?
NM: Me parece que por necesidad. Yo le decía a Francisco que las editoriales independientes son en realidad dependientes. Supongamos que si un día no podés pagar, y la imprenta donde hacés las impresiones te sube el precio, tenés que cerrar. Se es independiente mucho más por necesidad que por convicción. No te queda otra. Si nosotros tuviéramos que contratar un diseñador de tapa, uno de interiores, a dos correctores y a un agente de prensa pago todos los meses sería muy difícil.
AZ: También publicaron a Fito Páez…
NM: La novela de Fito (La puta diabla, 2013) se laburó mucho. Fito quiso publicar acá porque le gustaba mucho la editorial. Y a él le gusta mucho Fogwill, Bizzio, y a partir de ahí él quiso integrar ese cánon. Se laburó mucho esa novela. Durante un tiempo se sentaban Fito y Francisco a corregir como locos. Somos muy amigos. No es que ahora venga todo el tiempo, pero hay muy buena onda.
AZ: ¿Qué otras editoriales te gustan, nacionales y extranjeras?
NM: Me gusta mucho Blatt & Ríos, Caja Negra, Santiago Arcos. De afuera me gusta mucho la Universidad Diego Portales (Chile), Alpha Decay (España)…Hay como un fenómeno mundial de buenas editoriales.
AZ: ¿Por qué quisieron hacer una colección de arte?
NM: Tenemos mucha relación con el mundo del arte argentino. Lo que se nos ocurrió es que no hay una colección de artistas argentinos contemporáneos como colección. Es decir, cada artista saca su libro por separado. A nosotros nos interesa formar un lector de una colección de libros de arte. Nos gusta que cada colección tenga una identidad muy propia.
AZ: Por último, Nicolás, ¿qué están preparando para el futuro?
NM: Está por salir un libro de Ricardo Strafacce (N deR: Pelo de cabra), uno de Lewis Carroll que se llama Diario de mi viaje a Rusia en 1867, y están por salir las cartas completas de Néstor Perlongher. //∆z