La vida en la ruta: el documental de La Renga
Por Carlos Noro

Los oriundos de Mataderos estrenaron Totalmente poseídos, su primer documental. Una verdadera oda a los fierros, la ruta, el rock y los paisajes argentinos


No. Este no es un documental tradicional. El objetivo no es contar la historia de la banda, ni relatar mediante entrevistas algún hecho puntual del grupo. La única voz que se escucha narrando algunos momentos es la de Gustavo “Chizzo” Nápoli”, quien se encarga de introducir, de manera lisérgica y alucinada lo que va sucediendo a lo largo de los 93 minutos de duración. La trama, suerte de excusa ficcional, consiste en que el grupo (Chizzo, Gabriel “Tete” Iglesias, Jorge “Tanque” Iglesias y Manuel “Manu” Varela) juntos a otros amigos de ruta se ven “poseídos” por una fuerza sobrenatural que los lleva a subirse a sus motos y recorrer 3.057 kilómetros de rutas argentinas, desde Santa María de Punilla hasta Salta (con parada en Cafayate), de Salta a Potrero de los Funes (con parada en el Parque Nacional Talampaya, La Rioja) y de Potrero de los Funes a Cipolletti.

Tal vez la muerte de Pappo -ocurrida en aquel fatídico accidente en la Ruta 5 en febrero de 2005- haya sido una suerte de punto de inflexión. Un momento de pasaje de aquel legado rockero/motoquero que el Carpo supo construir, con canciones como “Ruedas de metal” de Riff o con su afición a los fierros desde su taller mecánico en La Paternal. La Renga tal vez entendió que allí también se encontraba su lugar dentro de la tradición rockera argentina.

El origen barrial (La Paternal para Norberto Napolitano, Mataderos para los comandados por Chizzo) es otra de las razones que legitima este pase de antorcha. Más allá de que su crecimiento como banda les ha brindado mérito propio para ser una de las figuras más convocantes del rock nacional. Siempre sin perder su identidad ,”los mismos de siempre”, como rezan muchas banderas de sus fanáticos; sin resignar credibilidad y tampoco dejándose tentar por la incorporación de nuevos sonidos. Si bien han ido innovando, siempre estuvieron más cercanos a bandas como AC/DC y Motörhead. Propuestas que dentro de su zona de confort logran hacer nuevas canciones profundizando una estructura temática, lírica y musical.

Más allá de que hay filmaciones de la banda tocando en vivo con una impecable factura técnica, la narración cinematográfica no apunta a que el grupo tocando sea el principal protagonista de la película. En este punto la película retoma la tradición de películas como Easy Rider donde los protagonistas Billy (Dennis Hopper) y Wyatt (Peter Fonda) conducen sus Harley-Davidson por 3.045 kilómetros de rutas norteamericanas, desde Los Ángeles hasta Nueva Orleans. Allí lo que se intenta reproducir es la sensación de subirse a una moto y dejarse llevar por el deseo irrefrenable de transitar las rutas. En este punto, quien ame viajar miles de kilómetros por las rutas argentinas se verá identificado con los increíbles paisajes que muestra el film (con especial hincapié en la belleza del Parque Nacional Talampaya en La Rioja, el Cañon del Atuel en Mendoza o la Quebrada de las Conchas en Salta).

Cada uno de los recorridos, trazados en un mapa de papel al inicio del film (todo un gesto anti tecnología) aparecen filmados desde distintos puntos de vista con el uso de drones o de cámaras que siguen al conjunto de motos. También cámaras subjetivas tipo GoPro instaladas en las motos de los protagonistas. Precisamente, la idea de la experiencia subjetiva aparece a lo largo del film mediante a tomas y sonidos propios de la vida en la ruta.

El ruido de los motores arrancando y acelerando se entremezcla con la visita a talleres de motos y con pequeños momentos de descanso en la ruta que sirven para mostrar lo entrañable de la experiencia de recorrer el país para tocar. La llegada de la banda a cada uno de los predios es mostrada como una especie de triunfo, con rostros de cansancio pero, al mismo tiempo, de alegría por haber concretado el objetivo propuesto.

Desde el punto de vista musical, más allá de los momentos en que Chizo narra poéticamente el deseo de viajar por la ruta, las canciones son las que ilustran la potencia que implica subirse a las motos, prender los motores y recorrer los caminos para la banda de Mataderos. Aparece en varios momentos “Motormaisangre” (“Si en sus manos ya no hay tiempo/ Todo está en su corazón/ Va buscando aún su estrella/ En las rutas su motor/ Revisá todo en tu interior/ Para salir en la mañana detrás del sol/ Y al ver que la ruta hierve la sangre de tu pasión/ Buscá el secreto que trae el viento, buscalo”), mezclada con otras que refieren al paisaje como “Montaña roja”  dedicada al Parque Nacional Talampaya (“La montaña roja sangra por mí/ Un cañón al río de mis venas/ La profundidad que se elevó/ Llevará de mí la que queda/ Hacia las cumbres/ Abrazado fuerte a mí donde voy/ Allá donde ya no hay fronteras”) y algunos estrenos especiales para el documental ( “Buena ruta hermano”, “Ese lugar de ninguna parte”,  “En la banquina de algún lado”) que tranquilamente podrían iniciar una especie de disco conceptual sobre la vida en la ruta, uno de las constantes en la lírica de los mataderos.

Las imágenes de la banda comiendo algo al costado de la ruta o descansando se entremezclan con una intensa zapada eléctrica al costado del río, generando un momento íntimo que contrasta con las multitudes que han visto a la banda tocando a lo largo y ancho del país. Esos momentos, junto a las miradas cómplices de cada uno de los participantes de las caravanas y algunas zapadas sorpresa en pequeños bares del país, son pequeñas joyas de un documental honesto y entrañable que tiene como objetivo de mostrar el amor irrefrenable de La Renga por las rutas y por su música.

Tal vez por eso cuando el mismo “Chizzo” describe sobre el final y frente a miles de personas a sus zapatillas rojas como “llenas de tierra de todos los caminos que hemos atravesado”, quien ve la película entiende por qué no es necesario lavarlas. En ellas también está la historia y la impronta de una banda como La Renga que aquí muestra su ADN rockero que tal vez sea su mayor logro. Bien por ellos. //∆z