Repasamos el nuevo disco de los Stone Temple Pilots sin Scott Weiland; una novela de espionaje que revitaliza el legado de Le Carré; la serie que sigue a Daniel San décadas después de su combate final; la importancia de Rejtman dentro del Nuevo Cine Argentino y una obra de teatro independiente.

MÚSICA Stone Temple Pilots (2018), de Stone Temple Pilots

“In loving memory of Scott Weiland and Chester Bennington. We miss you”, se lee en los créditos del séptimo álbum de estudio de una de las bandas icónicas del rock alternativo de los noventa. Esta despedida es lógica: en los últimos años fallecieron los dos ex vocalistas de la banda y este es el primer disco que editan con un nuevo cantante: Jeff Gutt tomó el fierro caliente de reemplazar a una voz emblemática. El tono vocal que posee el ex participante de The X Factor va en la misma línea que el del ex Velvet Revolver. Los hermanos DeLeo, a cargo de las cuerdas de la banda, son los responsables de mantener viva la chispa de un legado frondoso, que supo diferenciarse de sus contemporáneos a partir del coqueteo con otros géneros. Así es que en “Thought She´d Be Mine” o en “Never Enough” construyen baladas mid-tempo con guitarras acútsicas, oscilando entre el hard rock y el glam. El sonido se vuelve más crudo, con una batería crepitante, en “Roll Me Under,” y vuelve al minimalismo cancionero en “The Art Of Letting Go”, demostrando que la banda sigue conservando la capacidad de componer temas de amor sin recaer en fórmulas clásicas. “Red & Blues” es, tal vez, la canción más disonante, de impronta despojada, cuasi rural, que remite a Neil Young. Si bien es cierto que hay un groove bien logrado, una calidad sonora notable y una pátina modernista que excede al grunge clásico, estas nuevas canciones no deslumbran y más de un fanático extrañará al histórico frontman (pese a que abandonó el grupo años antes de su muerte). Esta obra marca un nuevo comienzo digno en la historia de STP, a pesar de que exista una mística rockera, poética y performática irrecuperable. / Pablo Díaz Marenghi

LIBROS – En un país extraño (Salamandra Black, 2018), de Charles Cumming

La novela de espionaje tuvo su momento de esplendor con John Le Carré. En plena guerra fría el “enemigo” ruso estaba al acecho. Pero al ritmo de los tiempos, también cambia la literatura. Y Charles Cumming revitaliza el género corriendo el foco de conflicto. Los rusos quedaron atrás y el enemigo está concentrado en el mundo árabe. Con esta premisa, Cumming se las ingenia para presentar el retorno de un exagente del MI6, Thomas Kell, expulsado del servicio al ser utilizado como chivo expiatorio de una misión llevada a cabo en Kabul. Kell reúne los clichés de los personajes del género: cuarentón, derrotado, con un matrimonio a punto de derrumbarse y con una vida a la que pareciera no encontrarle sentido alejado del trabajo. Y vuelve al ruedo cuando Amelia Levene, su jefa y maestra que está a punto de convertirse en directora del MI6, desaparece sin dejar huellas. Un dato no menor es la postulación de Levene como directora del servicio de inteligencia, anuncio que no cayó del todo bien en el mundo del espionaje, masculino en su mayoría. La desaparición de la futura directora de la agencia causaría severos daños en la imagen de la institución y en la relación con otros países, por lo que rápidamente Kell pone manos a la obra, no tanto por lealtad a la agencia que lo marginó sino por lealtad a su amiga y mentora.

La acción se desarrolla en Gran Bretaña, Francia y Túnez, y cuando, al tercio de la novela parece estar cerrado el caso, se produce un giro que desemboca en un misterio mayor, el verdadero centro del problema. Kell, en perfecta sintonía con el mundo paranoico en el que vivimos, sospecha de todo lo que vio hasta el momento y decide investigar unos pequeños cabos que si bien no están sueltos, desentonan. En las historias se combinan las tensiones geopolíticas actuales ―la disputa por el control del norte de África por parte de Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia― con misterios y cuestiones personales de los agentes y personajes involucrados. Cumming ―ex agente, al igual que Le Carré― conoce a la perfección los secretos de las agencias de inteligencia y maneja a gusto la tensión, el funcionamiento de la mente de los espías ―el personaje repite como un mantra “espiar es esperar”― y dosifica la información y los enredos hasta llegar al predecible final.

La novela, publicada en castellano por Salamandra Black, ganó el premio CWA Ian Fleming Steel Dagger al mejor thriller de 2012 y está en proceso de convertirse en una serie de televisión protagonizada por Colin Firth. En Gran Bretaña están publicadas dos continuaciones de la saga de Thomas Kell. / Juan Alberto Crasci

SERIES – Cobra Kai

En How I met your mother introdujeron la idea de que habíamos visto Karate Kid al revés.  Daniel San era el villano y Johnny, una víctima. Este punto de vista es la base de la nueva serie de Youtube Red. El resultado es Cobra Kai, este lado B amalgamado a fuerza de nostalgia e inversiones de roles.

Pasaron más de treinta años desde la final del torneo de karate. Johnny (William Zabka) es un subocupado que se acerca a los cincuenta años sin dirección aparente. Daniel (Ralph Macchio) es un vendedor de autos exitoso que solo recurre al karate para hacer marketing.

La serie se ve como la película original, con todo lo malo que eso implica. La dirección, fotografía y arte, parecen calcadas. La onda vintage puede ser excesiva, más que nada en las escenas de acción..Punto fuerte: la temporada entera se compone de diez capítulos de 25 minutos que fluyen con buenos cliffhangers y chistes bien ubicados. Sobresale Johnny en sus primeros pasos como sensei. El recurso prioritario que sostiene la temporada es invertir. Los malos se convierten en buenos, lo nerd en cool, ricos en pobres. Este recurso conceptual trae retratos matizados de los protagonistas: ni Daniel es un mercenario carismático ni Johnny es un santo mal aconsejado. Los dos tratan de aprender de sus errores y encarar su madurez con limitados recursos emotivos e intelectuales. Sin embargo, el recurso de dar vuelta todo se torna previsible a la tercera iteración.

Cuando la serie se burla de sus propios pilares sube de categoría, denuncia sus propias limitaciones y aprovecha sus aciertos. Se sabe retrato de dos adultos con un desaforado fanatismo por el karate. Lejos de abandonar ese fetiche, hacia el final persevera el armado de una base narrativa para asegurar temporadas indefinidas, algo así como los Cebollitas pero con dojos. / Matías Buonfrate

https://www.youtube.com/watch?v=dQtql59So-0

CINE –  A 20 años del Nuevo Cine Argentino: Martín Rejtman, un referente.

Alguna vez Rejtman sentenció que su cine no es popular y por eso es difícil de financiar. Tiene razón, no trabaja bajo los estándares pochocleros. En sus películas, al igual que en su literatura, apuesta al trabajo de orfebre. Cada pieza es única. Su fuerte son los diálogos y las escenas hilarantes. Los primeros pasos de Rejtman en el cine fueron en 1988, cuando filmaba su primera película, Sistema español. Nunca la terminó porque el productor, un alemán llamado Otto Grokenberger que había producido a Jim Jarmusch, se fue del país sin avisarle a nadie. Las malas lenguas dicen que flasheó. En 1992 editó su primer libro de cuentos, Rapado, que surgió de la reescritura de unos guiones que había creado para unos cortos. Ese fue también el nombre del primer largometraje que pudo terminar. Para una buena parte de la crítica especializada es el origen del Nuevo Cine Argentino. Para otra, es Pizza, birra, faso (1998), de Israel Adrián Caetano y Bruno Stagnaro.  Rapado vino a marcar un antes y un después en el cine vernáculo. Se filmó originalmente en 1992 pero se estrenó en 1996 y fue el inicio de una serie de films: Silvia Prieto (1999); Los guantes mágicos (2003) y Dos disparos (2014), donde los personajes están destinados a sentir un vacío existencial y hacen de todo para llenarlo. Existen muchísimos imitadores tratando de captar el estilo Rejtman. Es una tarea difícil. Joel Vargas

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(Durante todo el mes de julio se va a estar proyectando en el MALBA un ciclo que repasa películas claves del Nuevo Cine Argentino: Pizza, birra, faso (1998), de Caetano y Stagnaro; Mundo grúa (1999), de Pablo Trapero;  Labios de Churrasco (1994), de Raúl Perrone; y Rapado (1996), de Rejtman, entre otras).

RANDOM – Las muertas, de Miel Bargman

Antes los pequeños sucesos se comunicaban de boca en boca. Pero todo cambio con la irrupción de Internet y las redes sociales. Algunos creen que una cosa suplió a la otra, pero no es así. Es un hibrido: la fuerza de la recomendación oral está recargada por la palabra escrita, viralizada. Los eventos artísticos relevantes aparecen de repente, cuando uno está scrolleando por la pantalla. La obra de teatro Las muertas, de Miel Bargman, es uno de ellos. Desde hace dos meses, todos los sábados a las 21 en el espacio Establishment, del barrio de Almagro, dos chicas ensangrentadas en una especie de limbo tratan de descifrar qué les pasó y por qué. El elenco está formado por la directora, Bargman, Guillermina Pico y el escritor y editor Denis Fernández.

Este sábado es la última función. Las entradas se reservan en lasmuertasobra@gmail.comJoel Vargas