Netflix sigue haciendo esfuerzos sobrehumanos para que abandonemos la vida en sociedad. Y en este caso la excusa para no salir de casa es Bloodline, nuevo drama de suspenso, que gira en torno a una poderosa familia de Florida.
Por Ale Turdó
El pasado 20 de marzo Netflix estrenó una nueva serie, como si ya no tuviésemos suficiente contenido disponible como para no despegarnos del sillón por los próximos 5 años, todo gracias a la plataforma digital que nos obligó a googlear que significa hacer binge watching.
Bloodline es la nueva serie de Netflix y la primera producción de la compañía en sociedad con uno de los grandes estudios de la industria del entretenimiento: Sony Pictures. Los creadores tienen en su haber otras series como por ejemplo Damages, un drama legal que estuvo cinco temporadas al aire en la Cadena FX entre 2007 y 2012. A principios de febrero de este año un primer trailer fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Berlín, y desde hace unos días la primer temporada completa se encuentra disponible.
La historia que se nos cuenta es la de la familia Rayburn, un clan bien establecido de los Cayos de Florida, allá en la costa este de Estados Unidos. Su pequeño imperio es un hotel con casi 50 años de vida, construido con mucho esfuerzo por mamá y papá Rayburn. Dicen que lo que se hereda no se roba… y que cada familia es un mundo. Y vaya si se cuecen habas en el mundo de la familia Rayburn. La prole de Robert y Sally Rayburn se compone de cuatro hermanos: John, Kevin y Megan tienen una relación activa con su padres y son una parte importante del negocio familiar. Sin embargo Danny, el mayor de los hermanos, siempre fue la oveja negra.
Los engranajes de este drama de suspenso se ponen en movimiento cuando Danny decide volver a casa, a propósito de la celebración del 45º aniversario del hotel familiar. Las tensiones irán en aumento conforme Danny extiende más de lo debido su estadía.
Sin ánimos de “spoilearle” nada a nadie, es más que suficiente decir que desde el primer capítulo se nos anticipa un hecho clave, una tragedia sobre la cuál gira la trama central de la serie. El atractivo de la serie radicará en ir develando precisamente qué fue lo que sucedió para que la historia decante en un hecho fatal.
Bloodline es una producción de primer nivel por donde se la mire. Filmada en su totalidad en lo Cayos de Florida, cada uno de los directores a cargo de cada capítulo sabe captar con precisión la belleza del lugar y como este paraíso se convierte progresivamente en el escenario de un drama familiar. Sissy Spacek -la eterna Carrie- interpreta a la mamá del clan Rayburn, y otras caras que seguramente les serán conocidas como las de Kyle Chandler (Super 8, El Lobo de Wall Street) y Linda Cardellini (Scooby Doo, Secreto en la Montaña). Pero sin dudas el que se luce es Ben Mendelsohn con su papel de Danny Rayburn, el paria de la familia, siempre a la sombra de sus hermanos y condenado a una vida mucho más sufrida.
La estructura narrativa tiene como objetivo mantenernos todo el tiempo expectantes, en vilo por intentar descifrar los secretos oscuros de una familia en la que todos tienen algún esqueleto escondido en el armario. No solo vemos flashbacks que echan luz sobre aquellos momentos críticos que marcaron a la familia a través de los años, sino que la serie nos va presentado pedazos de un flashforward que se tornará clave, algo que sucederá en el futuro de la narración y marcará el tono de la serie.
Es así como Bloodline se convierte en un whodunnit, definición anglo según la cual el elemento central de un relato se convierte en saber quién lo hizo. Y después de ese pantallazo al futuro, la intriga no hace más que ir en aumento. Una muy buena estrategia para mantener una audiencia cautiva.
Los críticos especializados tuvieron la posiblidad de ver los tres primeros capítulos de la serie antes de su lanzamiento. Y si bien fue recibida de forma positiva, muchos argumentaban que se volvía difícil hacer una evaluación más extensa desconociendo el desenlace final de la temporada. Y es ahí donde entramos en el delicado terreno del spoiler y la necesidad excesiva de saber todo de antemano, mala costumbre que fuimos adquiriendo con el avance de las redes sociales y el vicio mal habido de tener que ser los primeros en terminar de ver algo para tener la primicia por sobre el resto de los mortales, como si nos fuera a beneficiar de alguna forma.
Revelando mucho o poco, con o sin spoilers Bloodline se vuelve una propuesta atractiva por mérito propio. La interrogante que deja planteada es si todo esta historia tan bien armada tendrá potencial para desarrollarse a través del tiempo sin desviarse de su eje, o si podrá dejarnos a todos satisfechos con un par de temporadas. ¿Qué preferimos en última instancia?¿Series interminables o historias cortas pero imponentes? Decisiones, decisiones…//∆z