Morrissey volvió a Buenos Aires después de más de siete años y dio un impecable show en GEBA.

Por Gonzalo Penas

I

Larga caminata, con chicos en patines o con sus bicicletas que esquivan a la gente que camina lenta pero ansiosa, para llegar a GEBA y observar cómo una fila de más de tres cuadras esperaba entrar al lugar donde Morrissey se iba a presentar una vez más en Buenos Aires, después de aquel histórico recital en 2004 cuando vino a relucir su reciente You are the quarry. Pasaron más de siete largos años en que una generación entera soñaba con ver al ex The Smiths en vivo. Algunos tiraron la toalla, decían “ya está, no lo vemos más. Quedará como una cuenta pendiente”, y miraban los videos de las giras que Moz hacía por Europa en Youtube. Otros, lejos de querer resignarse, sabían que iban a tener una chance más. Tal vez por puro optimismo, pero ellos confiaban. Y ahí estaban, los que confiaban y los que no: la tarde calurosa del domingo 4 de marzo de 2012, haciendo una cola de tres cuadras, pero que avanzaba a pasos acelerados, para entrar a ver a Moz.

De repente, oscureció, se hizo de noche y la ansiedad empezó a hacerse cada vez más grande. La americana Kristeen Young apareció en escena y si bien brindó un correcto recital como telonera –como si mezcláramos en una licuadora a Regina Spektor, PJ Harvey y Björk- durante los últimos dos temas la gente empezó a impacientarse por la expectativa de ver a Moz, y se despidió después de seis canciones. Acto seguido, algunos videos, entre ellos “Looking for a Kiss” de New York Dolls, cantada por gran parte del público, aparecieron en la pantalla que había en el escenario. De más está decir que la expectativa era total y que el público aplaudía cansado de esperar. Ya no se aguantaba más la previa y, al fin, los sueños se hicieron realidad.

II

A las 21 y algunos minutos, apareció Morrissey en el escenario con su banda. La gente se volcó hacia adelante en avalancha. Aproximadamente quince mil personas con la piel erizada escucharon el grito de “¡Buenos Aires!” que dio Moz previo al punteo de “First of the gang to die” que dio comienzo al recital. Uno podría escribir algunas palabras, como emoción, felicidad, o algunas otras de la misma índole pero todo se resume en: sublime. Si había una manera de borrar esos siete años de espera, si había manera de cerrar los ojos y decir “no lo puedo creer, esto es cierto”, o agarrarse la cabeza y pensar “al fin”, todo eso se mimetizó con el comienzo –¿acaso había un mejor tema para empezar el concierto?- con el corte de You are the Quarry (2004).

El público coreaba la intro, cantaba, gritaba, deliraba. Es entendible. Es ese preciso momento en que todo se hace real, como cuando sos chico y ves algún regalo de Papá Noel en el arbolito, o cuando crecés un poco (madurar no es crecer, ¿no?) y te das cuenta de la contingencia de la vida y disfrutás ese hallazgo; es ese preciso momento, en que los sueños de adolescente se hacen reales y ves al tipo que marcó gran parte del soundtrack de tu vida. Y entre la gente, seguro había algún periodista de esos que son duros, que escriben para medios aburridos y que ya –por suerte- nadie lee, y analizará cosas que a nadie le importan como si el sonido de GEBA es el mejor para esta clase de recitales o si Moz desafinó en algún grito. Pero esos son los menos. Entonces, digamos que casi la totalidad de las personas estaban en el momento justo en el que siempre soñaron estar, mirando el jopo de Morrissey, con sus camisas desabrochadas (usará tres camisas diferentes en toda la noche) y emocionándose con cada uno de los temas que sonará en la tan esperada velada. Tan perfecta como para ir despidiendo el verano. Tan especial como el recuerdo de los cassettes grabados con canciones de los Smiths que uno llevaba al colegio y rebobinaba con la birome bic o las fotos vintage de las tapas de los bootlegs de Morrissey que uno pegaba en la pared de su cuarto.

III

No hubo espacio entre la primera canción y la segunda. Otro clásico, este un poco más nuevo pero no por eso menos genial, para continuar el recital: “You have killed me” (Ringleader of the tormentors, 2008), seguido de un tema de los “noventosos” como “You are the one for me, fatty” de Your Arsenal (1992). Si la gente pensaba que nada podía mejorar el comienzo, como cuarto tema sonó lo que sería el primer tema de los Smiths de la noche: “There is a light that never goes out”, en una versión mucho más lenta, casi zapada y con los movimientos típicos de Morrissey en el escenario, tirando el cuerpo hacia atrás en cada agudo, agachándose, desabrochándose la camisa y haciendo gestos de “ok” con las manos en cada interacción con el público. Como si fuera poco, después vino “Everyday is like Sunday”, clásico de su primer disco solista, Viva Hate (1988). Muchos habrán pensado “ojalá todos los domingos fueran como este”, algunos habrán tenido sus ojos llenos de lágrimas, lo cierto es que el recital no podía empezar mejor.

Hubo algunas sorpresas que no se esperaban como “Alma Matters” de Maladjusted (1997) –no es soberbia, pero ¿cuántos conocían esta increíble canción? Porque el público pareció no haberla bancado tanto y realmente es uno de esos temas que parten cabezas – o el single “Ouija Board, Ouija Board”. Hubo otras sorpresas, pero no porque no se esperaran sino porque no se podía creer que la tocara como “I know it´s over” –tal vez los seis minutos más nostálgicos de la noche, donde el público se movía de un lado al otro al ritmo de la canción, cantando, pero bajito, para escucharlo a él y no taparlo- o “Please, please, please let me get what I want”, ambos de los Smiths. Hermosos clásicos como “Let me kiss you” o el (no tan) nuevo “I’m throwing my arms around Paris” fueron coreados por toda la gente que se notaba satisfecha con la lista de temas y con todo el show en sí.

Espacio para una pequeña crítica a la escenografía: había una pequeña pantalla en el medio, con una foto de Morrissey de las clásicas de fines de los ochenta. Primero, podría haber habido algunas pantallas laterales; y segundo, podrían haber pasado el recital en la pantalla. No obstante, el recital fue tan perfecto que la crítica es solamente esta. En -otro clásico de los Smiths- “Meat is murder” se mostró un video típico de la militancia vegana de Moz, titulado “Meet your Meat” que duró lo mismo que la canción. Los vegetarianos, agradecidos en parte. Lástima que cuando Moz preguntó “Do you care?”, nadie respondió. Cabe mencionar, a modo anecdótico, que en la entrada se repartía un pequeño panfleto titulado ¿Qué es el vegetarianismo?. Es obvio lo que se decía en el ese panfleto, tan obvio como el tema “Meat is Murder” en sí. Forma parte de su militancia vegana; incluso a vegetarianos nos hace un poco de ruido esa obviedad, pero en todo caso será algo a seguir debatiendo. Al menos alguien habla de estas cuestiones y no ahora, sino desde siempre, desde comienzos de su carrera. Cuando nadie hablaba de veganismo en la música, ahí estaban los Smiths y hoy Morrissey sigue levantando esa bandera. Lo valorable está ahí.

Para finalizar, un himno de los Smiths como “How soon is now?” y como bis, “One day goodbye will be farewell” de Years of refusal (2009). Con un I love you, que no fue el primero de la noche, se retiró de escena. Las luces se encendieron y la gente empezó a irse lentamente.

IV

Larga caminata –ahora más tranquilos y más cansados- para salir de GEBA y llegar a alguna parada de colectivo. La gente no hablaba de otra cosa que del tremendo recital, sobre todo por la lista de temas  y por como estuvo Moz en escena, siempre tan activo, como disfrutando el concierto que estaba brindando. Antes del bis, Moz recitó la frase de “I won’t share you” (último tema del último disco de estudio de los Smiths, Strangeways, here we come): “Life tends to come and go, that’s ok, as long as you know…” y muchos, cuando llegaron a sus casas, a la hora de dormir, habrán pensado en esa frase y soñado con el recital, como quien piensa toda la semana en eso, como quien cuando llega el momento lo disfruta al máximo, como quien sueña sobre su sueño cumplido. Desde aquí, solo palabras de agradecimiento al gran Steven Patrick por volver.