Desde Irlanda llega The Strypes: cuatro teenagers con toda la tradición del rock encima presentan Snapshot, su exitoso disco debut.

Por Agustín Argento

The Strypes es un grupo de jovencitos irlandeses que van de los 15 y los 17 años, recientemente aclamados por la crítica musical británica e invitados a dar conciertos por toda la isla y el continente europeo. Oriundos de la ciudad de Cavan –cercana a la frontera con Irlanda del Norte-, luego de dos años de formación lanzaron al mercado su primer disco, Snapshot (en español sería algo así como “foto instantánea”), una mezcla de clásico rock and roll y blues, al mejor estilo Chuck Berry, Dire Straits o In Rock de Deep Purple, por dar unos ejemplos.

Musicalmente, el álbum debut de este cuarteto no trae muchas sorpresas. Las composiciones, apoyadas en guitarras crudas y con los típicos arreglos de armónica, son muy similares a las que se pueden encontrar en las canciones más duras de Johnny Cash o Bruce Springsteen; pero esto no es una observación negativa porque, justamente, es esa simpleza la que convierte a Snapshot en un LP disfrutable para los amantes de este estilo musical.

Luego de varias décadas de grupos de britpop en todas sus variables (con o sin sintetizadores, con o sin efectos en las voces, con o sin pedales en las guitarras, con o sin actitud de rockstar) The Strypes regresa un poco a las fuentes del rock británico para actualizarle el sonido. Eso se nota desde el primer acorde en “Mystery Man” hasta el último de “Rollin´ and Tumblin´”, el doceavo track de un disco que dura tan sólo 36 minutos.

Los graves fueron puestos a la altura de los equipos modernos y las guitarras, las clásicas Les Paul, llevadas al máximo en su capacidad sonora. Pese a contar con un solo guitarrista, Josh McClorey, cada canción presenta dos líneas de viola (una rítmica y otra con arpegios y punteos), lo que, sumado a un poderoso bajo Höfner (como el que usa Paul McCartney) en los dedos de Pete O’Hanlon, los temas adquieren un cuerpo intenso.

Otro de los puntos que llaman la atención es el cantante Ross Farrelly. Con 15 años la voz de Farrelly suena mucho más madura que la de cualquier adolescente. Aquí pudo haber recibido la ayuda del ingeniero de sonido y el Autotune (un programa para afinar las voces en estudio), pero no hay consola ni plug in que puedan otorgarle la muy buena interpretación que lleva de los temas. Las baterías, a cargo de Evan Walsh, son correctas y sin virtuosismo, más allá de algunos fills a gran velocidad y cortes muy propios del rock and roll y del blues.

Sin restarle importancia a los músicos, lo brillante del disco se puede explicar con un solo nombre: Chris Thomas. Porque el productor de Snapshot es el mismo que trabajó con The Beatles, Pink Floyd, McCartney, Sex Pistols, Elton John, Pete Townshend, Pulp y otras tantas exitosas bandas británicas.

Snapshot se convierte, así, en un disco fresco que a uno lo puede remontar hacia esos bares de películas yanquis ambientados en Texas, con hombres de camisas a cuadros y sombreros de vaquero, que sacan a bailar a las mujeres de largas polleras onduladas. Las dudas, de todas formas, quedan sembradas para el futuro de la banda. ¿Podrán hacer un segundo disco que no repita al primero? ¿Cuáles serán las influencias de estos jóvenes músicos cuando lleguen a los 20 años? ¿Ya habrá madurado la voz de Farrelly o estas letras serán las últimas que cante antes de llegar a la juventud?

“La basura pop está saliendo ahora. Eso me pone furioso”, dijo Walsh en un reportaje con el diario inglés The Telegraph. Suena gracioso escuchar esa frase de un músico que no puede pedir una cerveza en un bar por ser menor de edad. O, por el contrario, esa contradicción expresa la frescura con la cual The Strypes encarará su carrera.//z

[youtube]http://youtu.be/rmYXY3SNjLg[/youtube]