Pese al mal sonido y a la inaudible voz de Dave Mustaine, Megadeth desplegó todo su virtuoso arsenal de clásicos ante un público que, como acostumbra, se comportó como su hinchada
Por Agustín Argento
Foto de Julián Cavallo
¿Cómo explicar que el show de Megadeth del 1 de mayo en el estadio Malvinas Argentinas fue un buen concierto, cuando el sonido resultó, una vez más, casi desastroso? La respuesta, si bien no es fácil de elaborar, se encuentra en un sólo sitio: la performance de los cuatro integrantes fue, como en todas sus visitas, descollante.
Dave Mustaine, el colorado que recorrió todos los caminos y excesos del trash metal, sigue tocando la guitarra como en su primera visita, veinte años atrás. Con su andar casi de modelo, bamboleándose con la Jackson de un lado al otro, apenas mira al público por entre sus rizos dorados, brillantes delante de las pantallas que, durante todo el concierto, tiraron imágenes (a veces muy buenas, a veces bastante mediocres). Mustaine se para, mueve una de sus piernas como si fuera una soga que pende de su cadera, gira hacia uno de sus costados, y se dirige, desafiante, directo hacia las plateas.
De impecable camisa blanca, en contraste con el negro de sus compañeros de banda, el Colorado se roba, como en todas sus visitas, el aplauso de la gente. Ya no habla tanto con el público (“Chicos, estoy estudiando español, ¿lo hago bien o lo hago mal?”, decía en 1998 en Parque Sarmiento). Ahora, se dedica a la avalancha de clásicos que los acompañan desde 1985, cuando lanzó su primer LP, Killing is my bussines… and my bussines is good, tras un accidentado retiro de Metallica.
Así, Megadeth apareció a las 21.30 con el punteo de “Hangar 18” y el mítico bajista David Ellefson a la cabeza de la banda. Ellefson, quien acompaña a Mustaine desde sus inicios (excepto por la ausencia entre 2002 y 2010) parece no crecer más. Se mueve, cual Steve Harris de Iron Maiden, por todo el escenario. No para ni un minuto de alentar al público a que salte y grite los temas. No en vano, antes de que Mustaine lo presente al público, tras mencionar al guitarrista Chris Boderick y al baterista Shawn Drover, la gente aplaudió a rabiar sin esperar su nombre.
Luego de algunas disputas por las regalías de la banda entre Mustaine y Ellefson, el Colorado pareció haber entendido el lugar del bajista; Ellefson no sólo quedó en el medio del escenario al inicio del show, sino que tuvo su set en solitario para el comienzo de “Peace Sells, but Who is Buying” y el sorpresivo “Dawn Patrol”, de Rust in Peace (RIP), al que le siguió, también para sorpresa de todos, “Poison Was The Cure”.
El repertorio elegido, para quienes fueron a ver a Megadeth a La Plata junto a Black Sabbath, no tuvo muchos cambios, salvo los mencionados de RIP y “The Killing Road”, de Youthanasia. Y fue ese disco, lanzado justamente en octubre de 1994, el que generó la gran estafa hacia el público. No de la banda, claro está, sino de los productores del show, quienes patrocinaron la gira como el aniversario de esa placa, afirmando que Megadeth la tocaría entera. Mustaine, en su página de Facebook, debió pedirle disculpa a los fans y aclararles que en ningún momento tenían pensado tocar el disco entero; de hecho, los temas de Youthanasia que sonaron, fueron, además de “The Killing…”, “Reckoning Day” y “A Tout Le Monde”.
La 70 minutos de recital también incluyeron a “In My Darkest Hour” (dedicada al fallecido bajista de Metallica, Cliff Burton); “Sweatting Bullets”; “Wake up Dead”; “She-Wolf”; “Holy Wars… the Punishment Due” y “Symphony of Destruction”, entre otros clásicos.
Una vez terminado el concierto, y caminado hacia la salida (que de tan pequeña, es una falta de respeto total para con los 8.000 asistentes), este cronista escuchó una reflexión más que elocuente: “Fue un show increíble. Los cuatro se tocan todo. Pero el sonido fue un desastre y Mustaine casi que no puede cantar más. Por momentos, parecía que el show se llamaba ´El Karaoke del Colorado´”.
Consultado por la prensa, previo el tour latinoamericano, sobre el futuro de la banda, el vocalista señaló que, tras un año de gira, se tomarían otro de descanso para pensar en nuevos trabajos. Para el bien del grupo y de sus fans, se espera que en ese tiempo Mustaine haga dos cosas: recuperar la voz y cambiar al sonidista en vivo; porque si tocar se trata, Megadeth puede dar cátedra.