Con un amplio abanico de estilos e influencias, Muse no se mueve ni un ápice del camino que lo llevó al éxito desde Showbiz a Drones, su último disco. Aunque a veces debería hacerlo.
Por Agustín Argento
La fórmula es conocida: riffs pegadizos; composiciones simples, pero perfectamente pensadas; un aire de melancolía en las canciones y un rejunte de “influencias” distribuidas minuciosamente a lo largo del álbum. Drones, séptimo disco de los ingleses Muse, es otro disco hecho a la medida de sus fansy de las radios que lo esperaban.
Lo que en los primeros trabajos era algo jugado, hoy ya parece demodé. Es una obligación reconocer el amplio conocimiento compositivo de Matt Bellamy, quien roza la excelencia. Los arreglos vocales en, por ejemplo, “Drones”, son propios de un director de sinfónica. Las armonías que acompañan a las guitarras son las justas y perfectas. Nada, desde la composición, está librado al azar.
Sin embargo, todo es predecible. Su agónica voz ya pasa a ser melosa. Tanta angustia, de vez en cuando, podría dejarse de lado. Sobre todo cuando las letras no acompañan y lo que parecería una crítica política termina siendo una queja adolescente: “Dioses ausentes y tiranía silenciosa / estamos siendo hipnotizados”. Desde I Robbot, de Alan Parsons, la fórmula ya está quemada.
Los gritos de un “asesino psicópata” a la orden de un dictador en “Psycho”, es la gota que rebalsa el vaso. Como si la tapa y el título del disco ya no fueran redundantes. “¿Es usted un drone humano? / ¡Sí señor! / ¿Es usted una máquina asesina? / ¡Sí, señor!”. Tampoco era necesario meter un discurso de John Fitzgerald Kennedy (“JFK2”, track 7).
El aspecto musical es lo que Muse viene mostrando desde 1996. Se nota, a las claras, la gran cantidad influencias. Desde los punteos al estilo de AC/DC (“Reapers”) y algunos machaques pesados tipo trash metal (el mencionado “Psycho”), hasta la aguda voz de Bellamy junto a un piano que rememoran a Freddy Mercury en Queen (“The Globalist”).
Como si se tratara de un Frankestein, este trío de Teignmouth va quitando partes de otros grupos para formar sus propias canciones y que suenen, gracias al trabajo de Robert “Mutt” Lange (Deff Leppard y Britney Spears, entre otras variables), tal y como la radio y sus fanáticos lo desean.//∆z