Sofía Viola presenta Júbilo, su nuevo disco. Un álbum de once canciones que atrapa con vientos, teclas y cuerdas dando lugar a un verdadero deleite musical.
Por Nayla Madia
Sofía Viola es una joven cantante y compositora, considerada una de las grandes relevaciones dentro del mapa musical actual. Sus canciones abarcan múltiples estados sensoriales y despliegan un amplio abanico de estilos entre los cuales se encuentran los ritmos latinos, el rock, el jazz, el tango, el folklore y la chanson francesa.
Luego de Parmi (grabado en el año 2009 en la localidad de San Marcos Sierra) y Munanakunanchej en el camino Kurmi (2011) título en quechua que significa “Tenemos que querernos en el camino Arco Iris”, la cantautora presenta Júbilo, su tercer disco. Un álbum que sale a la luz luego de un arduo proceso de selección y desarrollo compositivo. A su vez, este nuevo material ha sido íntegramente producido por Ezequiel Borra, quien aportó una brillante solidez al disco. De principio a fin, Júbilo atrapa con vientos, teclas y cuerdas que establecen una brillante conexión musical.
El disco nos da la bienvenida con un segmento instrumental a cargo de pianos que rápidamente van cediendo para que recibir la calidez de “Tecito caliente”, una canción dulce y efusiva, en la cual prima la percusión a través del bombo legüero. A continuación, la potencia de “Tío Conrado” se combina con segmentos armónicos dentro de una interesante expansión sonora.
Posteriormente, Sofía nos invita a contemplar el alba con “Respirar”. Esta energía luminosa se enlaza perfectamente con “Linda la mañana”, canción que amplia los imaginarios y en cuestión de segundos a través de la letra, nos lleva a visualizar el resplandor de un día de verano. “El tiempo se detiene pero sale el sol otra vez. Seca aquel reloj y el tiempo continúa”, canta Sofía en un final lleno de aura.
Dentro de ese horizonte musical, la compositora va marcando su propio rumbo, a partir de pequeños detalles para descubrir en canciones como “Júbilo” (canción que da nombra al disco y se encarga de instaurar una pausa contemplativa y luminosa) y “Pancho en Constitución” (un trayecto que se llena de swing con la enérgica voz de Sofía en primer plano).
En este disco también hace su aparición una sorprendente ola de efectos de sonidos que denotan un camino de experimentación y búsqueda en todas sus manifestaciones auditivas. Esta particularidad torna su música completamente única y personal, y llega a vislumbrarse plenamente en dos canciones en las que Sofía canta en guaraní y demuestra toda su creatividad y virtuosismo: la primera de ellas es “Guayaba y un cuchillo”, una canción vibrante que sorprende por la intensa gama de texturas que la integran. La segunda es “Itavyraiáicha”, un ritmo bailable que interpela al oyente con afecto y alegría.
Otro de los momentos más memorables del recorrido tiene lugar con la llegada directa al oído de “Me han robado el mar”, una melodía envolvente en la que a partir un sorprendente juego de roles junto a variaciones vocales, la cantante presenta un relato centrado en la importancia de la conexión del ser humano con su tierra. Una verdadera joya musical sentida y emotiva. Esta evocación de la esencia de la naturaleza como gran musa inspiradora también se hace presente en “Respirar” y “Vamos” la última canción del disco.
Con su tercer álbum bajo el brazo, Sofía Viola nuevamente demuestra ser una artista integral y de gran proyección musical. El resultado es un disco en el cual cada melodía posee su propia particularidad, y a su vez contiene la suficiente consistencia auditiva para integrarse de manera fluida dentro del álbum, dando lugar a un verdadero deleite musical. Júbilo contagia su energía positiva y expresa libertad, a través de canciones que se escuchan y se viven.//∆z
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