Alejado del grito primario de Alexisonfire, Dallas Green sigue con su apuesta de folk y blues en el nuevo de disco de City & Colour, The Hurry and the Harm.

Por Damián Jarpa

Antes no era tan común pero ahora es moneda corriente ver a músicos que ostentan en su CV el hecho de de haber tocado en bandas que se las podía encasillar como post-hardcore y que en la actualidad se dedican a bajar bastante los decibeles. Existe el caso de Eric Bachmann, otrora cantante y guitarrista de los furiosos Archers Of Loaf, y otro es el caso de Dallas Green, ex Alexisonfire, una banda canadiense que tuvo un éxito moderado a mitad de la década pasada a fuerza de gritos ensordecedores y angustia adolescente.

Dallas Green ha madurado y en este arduo, tedioso proceso escudado bajo el nombre City And Colour, lo hace su música también, donde incorpora elementos del folk como el banjo, la aparición de órganos incluidos meticulosamente que dan otros colores a las canciones y hacen un guiño al blues y por qué a la música country. La percusión es vital durante todo el disco, que en su gran mayoría se destaca por ser dinámico y los tempos de las canciones son respetados por la banda a rajatabla. Y la delicadeza puede resultar empalagosa por momentos.

La apertura corre por cuenta de la canción que da nombre a la obra, “The Hurry and the Harm”: una gema folk, en la que se expone el tono intimista e introspectivo que va a estar sobrevolando  en los 50 minutos de duración del álbum. “Harder Than Stone” levanta vuelo, es simplemente un folk minimalista que rememora al inoxidable Neil Young de Harvest. Algunos se tomarían el atrevimiento de decir que suena muy parecida a “Old Man”. Aún así, sus letras -que justamente conllevan la pesada carga de la madurez- ahondan más que nada en la paternidad, la desesperación, el miedo y la continua lucha por la felicidad plena. Volviendo a lo estrictamente musical, no todo es acústico: también hay un pequeño lugar para saturación del fuzz, como en “The Lonely Life” y “Thirst”, que tienen un guiño a The Black Keys, con estribillos gancheros y compradores.

La banda que lo acompaña no deja detalles al azar, compuesta por sesionistas muy profesionales como es el caso de Matt Chamberlain, fugaz baterista de Pearl Jam en 1991 y actual de Fiona Apple; Jack Lawrence, quien se ocupa del bajo proveniente del súper grupo líderado por Jack White y Brendan Benson, The Racconteurs, y finalmente aparece Bo Koster en los teclados, de los country-rockers My Morning Jacket. De ahí el hecho de que el álbum tenga un aire a la música sureña norteamericana o al rock clásico de Bruce Springsteen.

Si bien el flujo de las canciones es llevadero y armonioso, por momentos el número de arreglos deja poco lugar a la espontaneidad y sorpresa, por eso si hace diez años Dallas Green se expresaba con bronca, ejecutando abominables gritos sobre su dolor y vivencias personales, ahora en el 2013, lo hace únicamente con su elegante  banda, bajando varios cambios, determinado a exponer su visceral sensibilidad sin dejar en manos de la suerte ningún tipo de detalle.//z

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