Happy Mondays hizo de las suyas en suelo argento y si no fuiste te perdiste algo único. Madchester puro.
Por Joel Vargas
Fotos de Guillermo Bosch
Alguna vez Simon Reynols, famoso crítico de rock, dijo que los sonidos de los Happy Mondays corrían por un riacho resplandeciente de magia. Y la verdad tiene razón, ver a la legendaria banda de Manchester en vivo es impactante, hay magia y de la buena. Es un antes y un después.
La expectativa era alta, la formación original de los Happy Mondays iba a tocar por primera vez en Argentina en el marco del Movistar Free Music (olvidémonos del show del 2007 del Personal Fest, por favor). El lugar estaba lleno de lo que ahora llaman hipsters, antes conocidos como snobs. Los típicos caretas que van a eventos por el photoshooting (nótese los términos cool que uso, muy trendy). Los que se arreglan el pelito, toman un trago y vuelven a Belgrano. Mejor no perdamos el tiempo criticando a la gran mayoría de la audiencia que no se sabía casi ninguna canción ni a la pésima selección del lugar donde se hizo el evento. Los Mondays tendrían que haber tocado en un lugar cerrado. El aire libre es demasiado sano para la locura de ellos. Antes que nada voy a hacer una aclaración más, las bandas soportes Wild Beast y We Have Band estuvieron de más. Pero igualmente esta bueno conocer música nueva y original en vivo, aunque esta vez no fue la ocasión. Hubo muchas formulas repetidas a las que ya nos tienen acostumbrados las nuevas bandas.
Vayamos a lo que nos interesa y hagamos un repaso furioso de algunos de los momentos claves del show de los Mondays. La temperatura empezó a calentarse cuando los muchachos de Madchester arrancaron con “Loose Fit”. Un baile neurótico se adueñó del público, “Kinky afro” fue el primer gran agite. Bez crucificó a todos con sus movimientos extasiados. Sus características maracas se movían con mucha precisión. Mientras el verborragico Shane Ryder arengaba el baile demencial de su compañero de juergas. Lo que hubiera sido una noche en La Hacienda, ¿no? La sagrada rave.
Uno por uno los hits eternos iban cayendo a la pista de baile. La voz de Ryder escupía frases sin sentido, divagaba sobre las características bases de “Donovan”, por citar alguna de sus gemas. No sé cómo expresar lo qué pasó en “God’s Cop”. Solo puedo decir que “24 Hour Party people” fue arrolladora.
Quisiera hablarles de la voz de Rowetta, una nigga whit attidude. Es la perfecta y sensual harmonía para la verborragia de Ryder. Sus coros son muy poderosos pero no me alcanzan las palabras para describirlos, mi pecho temblaba cada vez que ella lanzaba una nota y daba un golpe al aire con sus látigos.
Los shows de rock suelen ser intensos pero uno así te deja agitado y con los pies cansados. Si no me creés mirá la seguidilla con la que se despacharon: “Hallelujah”, “Rave On”, “Holiday”, y “Step On”. Justo en este último Bez volvió a hacer de las suyas con su baile desenfrenado. Después llegaron los bises: “Jellybean” y “Wrote for Luck” que dejaron a más de uno re manija y con una bomba musical en el bocho.