Charlamos extensamente con Juan Pablo Fernández, cantante y guitarrista de Acorazado Potemkin. Están presente sus inicios en el mundo de la música, el origen de Potemkin, el universo de la Pequeña Orquesta Reincidentes, el tango, la literatura y su gusto por el realismo sucio.
Por Martín Barraco y Joel Vargas
Fotos de Pablo Lakatos
“Vienen de a tres, cagones” dijo Juan Pablo Fernández cuando nos vio esperándolo en la esquina, en frente de la plaza del Congreso. Habíamos quedado en ese lugar previamente por teléfono: “conozco un bar que tiene sillas afuera, ahí podemos charlar tranquilos con unas cervezas y unos cigarrillos” (sic). Y fue así, durante dos horas hablamos de su carrera, de sus comienzos, del Acorazado Potemkin y de la Pequeña Orquesta Reincidentes, una de las grandes bandas argentinas de culto de los noventa.
Juan nos contó que empezó a tocar la viola cuando tenía 15 años y estudió guitarra en la escuela del gran Walter Malosetti, uno de los mejores guitarristas de nuestro país. “Empecé como cualquiera, escuchando los grupos que escuchaba en ese momento, siempre fui un poco vago para el estudio y siempre tuve claro que quería hacer mis cosas. Ahora que tengo 43 años creo que ha sido una limitación más que una virtud, pero fue así lo que me tocó. De hecho no soy un instrumentista ni un sesionista, toco lo que compongo para las canciones, a veces trabajo más la melodía, otras veces trabajo más el arreglo de guitarra”. Ahora él es el capitán de un barco roquero llamado Acorazado Potemkin, sus otros tripulantes son Luciano Esaín (ex Motorama, entre otros proyectos) y Federico Ghazarossian (Me darás mil hijos, ex Don Cornelio y Los Visitantes), que también son próceres y militantes del rock independiente argentino. Juan lleva la banda compositivamente, su firma está en doce de las catorce canciones de Mugre, el aclamado álbum debut de Potemkin, una colección de pequeñas postales fantasmales. En palabras de él, ese trabajo compositivo, de letra, melodía y arreglos para la guitarra, ahora se hace más preciso y afirma: “siempre de pibe me fascinó el rock, tocar la guitarra y tuve la ilusión -creo que la sigo teniendo- de lo que significa tocar y compartir con los amigos. ¿Para qué se toca? Siempre me lo planteo y llego al mismo punto: ganas de tocar, de hacer música y de cantar. Siempre dentro del rock”.
AZ: ¿Lo que hace sentir vivo a un músico es juntarse con la banda, ensayar, tocar y que salgan temas, más de lo que podría ser el reconocimiento, la fama?
JPF: Si, tomando tus palabras es lo que te hace estar vivo. No es lo mismo que vivir de músico. Por supuesto uno se imagina la idea de dedicarle todos los días, todo el tiempo a lo que uno hace y tener una retribución económica por eso. Quizás haya más posibilidades y más opciones, pero siempre sentí que para tocar tenía que tener algo para decir, algo que me dé ganas de tocar y de compartir. Eso para mí es lo que mantiene vivo a un grupo: cuando está entusiasmado, compone, prepara los temas, tiene ganas de salir a tocar, ganas de ensayar. Siempre ese es el motor, después vienen por añadidura otras cosas. Uno se va haciendo más profesional, más organizado produciendo eventos y los discos. La verdad que nunca en mi vida me esperaba el reconocimiento que tuvimos ni con los Reincidentes ni ahora con Potemkin. Uno puede tener la ilusión de irse de gira, recorrer el mundo, pero bueno… Algunas cosas lindas pasaron, no me lo imaginaba.
El Acorazado fue ternado como banda revelación del año pasado en la encuesta anual de Rolling Stone, también fue elogiado por Alfredo Rosso, y cosechó grandes críticas en diferentes medios gráficos y digitales. Sin duda fue un gran año para ellos y son una de las últimas grandes apariciones en el firmamento del rock nacional. Juan reflexionó sobre eso y dijo: “ganás o no ganás en la encuesta, pero la verdad es que uno no se imagina cómo vuelven las cosas, me siguen sorprendiendo. Uno hace las cosas para compartir pero nunca esperé nada y siempre tuve la necesidad de compartir. No soy el músico que está adentro del estudio buscando sonidos, esto se trabaja seriamente, por supuesto. Me gusta que la guitarra suene de una manera, me gusta que el grupo suene bien. Pero bueno una vez que se termina la prueba de sonido aparece algo: la magia, lo que tiene que ser.”
AZ: Esa magia de la que hablás ¿es la que sale con Luciano Esaín y con Federico Ghazarossian?
JPF: Si, con Lulo y Fede tocamos hace casi tres años. Fede es un tipo que llenó estadios, vendió 40 mil discos, cuando empezamos a tocar yo le dije: “hay un chabón que nos quiere llevar a Córdoba, esta re entusiasmado pero no hay plata, vamos a ver qué onda”. Él dijo: “Vamos, vamos, vamos”, fue así. Cuando eso está después lo demás viene, en algún momento vendrán unos pesos. Siempre creí que el respeto y el cariño uno se lo tenía que ganar en cada canción, en cada show. No soy de la idea de que el artista es alguien de la nobleza, un aristócrata. El artista rinde examen todo el día, todo el tiempo en cada canción, en cada letra y en cada disco. Me parece bien que sea así, uno no tiene títulos de nobleza, no tiene pergaminos ganados, te pueden quedar para vos algunos orgullos de unas cosas pero vos tenés que ir y te la tenés que jugar en cada canción y en cada disco. Y te pueden bajar la caña en cada disco. Está bien, es así.
AZ: El Acorazado tiene esos pergaminos de los que hablas, un recorrido enorme y se encuentran empezando de cero. ¿Cómo es el bajar y retroceder unos casilleros para volver a recorrerlos?
JPF: Después de la separación de Pequeña Orquesta, para mí no era bajar sino subir de vuelta, arrancar otra vez. Fue muy triste la separación de la Pequeña Orquesta, me parecía que era lo que había que hacer. Lo tomé como algo positivo, como un punto de partida de otra cosa. Estuve muy triste, me rompí la mano, estuve como dos meses sin tocar, sin trabajar, sin hacer nada. La cabeza iba bastante rápido. Después empecé a componer, obligado también a ejercitar el dedo, y un día Fede me dijo en un cumpleaños de un amigo porqué no nos juntamos a hacer algo. Le conté que tenía unos temas: “mirá, son medio punks” (risas). El estaba tocando tango y seguía con Me Darás Mil Hijos y yo venía de la Pequeña Orquesta con un laburo mucho más elaborado desde el sonido grupal, desde lo coral y esto era más roquero. Estaba escuchando tríos: Beastie Boys, Morphine, Fun Lovin Criminals, Manal, Invisible. Tenía ganas de hacer un trió y yo componer, le mostré las cosas y arrancamos. En Febrero del año siguiente le dijimos a Lulo, yo a él lo había conocido en un jardín de Infantes, porque llevamos a nuestro chicos ahí. Para el día de la música, todos los papás músicos participamos en un acto del día de la música. Nosotros tocamos uno de Los Saicos: “Demoler, demoler” (risas).
AZ: ¿Cómo quedaron los chicos después?
JPF: Divinos, los pibes son unos atorrantes. Tocamos todos vestidos con pelucas, éramos como un grupo punk para niños. Tocamos algo más para niños como el tema “Los muertos” y otros más. Incluido el sapo Pepe.
AZ: ¿Versión punk?
JPF: No, esa fiel, fiel (risas). Entonces dije “tengo que tocar con este pibe”, pasó un tiempo y empezamos a tocar. Pasó algo muy lindo, arrancamos los tres y se prendió un fuego grande que tirás cualquier cosa y prende. Era llevar temas, temas y temas. Además yo no quería salir a tocar con las cosas a medias, yo quería tocar una hora con un repertorio de quince temas. Para poder tocar solos. Eso es la edad, la experiencia en el proyecto, yo no quería salir con algo masomenos, quería salir armado. Salimos a tocar a Córdoba, Rosario y Buenos Aires. Lo mismo que hicimos ahora para la presentación del disco, y nos dio mucha energía. Después pasó algo en la interpretación de las canciones, fueron creciendo y me parece que llegamos bastante maduros al disco y lo grabamos a principio del 2011. Todo ese año fue recorrer el disco, presentarlo, terminarlo, esas cosas.
AZ: Ya desde “Algo”, primer track de Mugre, la letra te indica el concepto de la canción: “algo que salió mal la primera vez”.
JPF: Como todo, hay mucha gente que ha preguntado si eso tiene que ver con la Pequeña Orquesta. Pero después de los cuarenta hay muchas cosas que han salido mal. Me encantó encontrarme con la forma que tenía de componer a los 16, 17 años, que era yo con la guitarra y nada más. Siempre me pareció que tenía que hablar de lo que me estaba pasando. Como padre, como tipo grande, no que estás de vuelta, pero sí estás en una. Tenés que hablar de lo que te pasa, no me iba a hacer el pendejo porque tocábamos punk rock otra vez. Yo me siento más auténtico si subo al escenario a cantar algo de lo que me está pasando, es otra forma que uno tiene de hacerse fuerte al cantar: transfiriendo, mostrando para a la gente. Yo siempre sentí que tenía algo para decir y sí hay varias frases del disco que hacen alusión a cosas que nos han pasado.
AZ: Las letras son muy vivas, se nota hasta en la manera en que las interpretás, eso ya es un leit motiv tuyo. Tenés como algo muy teatral, ¿cuánto teatro hay en sentido de oficio y de catarsis?
JPF: Puede ser que estén las dos cosas, pero en general a la teatralidad es algo a lo que le escapo muchísimo en el rock, en la música. No me gusta como contexto, trato de evitar todo subrayado, pero sí me hago cargo de cuando algo tiene que arañarte un poco, te tiene que arañar. Pero no es una búsqueda de un efecto ni de un dramatismo. Muchas veces me pasa que la banda está tan alta que me gusta jugar con la voz más baja para ir por contraste, al contrario subrayar eso que la banda está proponiendo como pasa en “Los Muertos” y en “La carbonera” por ejemplo. Cuando tengo que decir algo de una manera, lo digo.
AZ: Ya que mencionaste a “Los Muertos”, hay una poesía de Bukowski que se llama “Todo” y dice: Los muertos no necesitan / aspirina o / tristeza / supongo, pero quizás necesitan / lluvia, / zapatos no / pero un lugar donde / caminar, / cigarrillos no, / nos dicen, pero un lugar/ arder. / O nos dicen: / Espacio y un lugar para / volar, / da / igual. / Los muertos no me / necesitan. / Ni los / vivos. / Pero quizás los muertos se necesitan / unos a / otros. / En realidad, quizás necesitan / todos los que nosotros / necesitamos / y / necesitamos tanto. / Si sólo supiéramos / qué / es. / Probablemente / es / todo / y probablemente / todos nosotros moriremos / tratando de / conseguirlo / o moriremos / porque no / lo / conseguimos. / Espero que / cuando yo esté muerto / comprendás / que conseguí / tanto / como / pude.
JPF: Hermoso.
AZ: Se puede percibir una gran conexión entre esta poesía y la canción “Los Muertos”. No sé si la conocías…
JPF: No la conocía, me hubiera gustado usarla, tenerla de homenaje. Bukowski fue una influencia muy grande para mi, toda mi vida. Pero no había leído eso, leí los cuentos, algunos poemas. Me gustan más los cuentos que los poemas. Pero es lindísimo eso, capaz lo leí en en el noventa y pico.
AZ: Como algo inconsciente, ¿no?
JPF: Yo lo leía en el 91, 92, 93 y me quedó, o capaz lo nombro. Carver hace eso por ejemplo, en los poemas pone cosas que después van a los cuentos. Capaz lo metió después en algún cuento y yo lo saque de ahí. Bukowski está siempre para mi, fue muy importante, a mi me encantaba, me sigue gustando mucho, me parece que no es ningún boludo y tiene muy buen gusto, a pesar de las barrabasadas que escribe. Sabe quién escribe mal y me encantaba cuando envidiaba a Camus por ejemplo. Siempre me pareció eso: un tipo en su fango, o en la idea que él nos transmite de lo que es su fango, nunca dejaba de perder de vista en el horizonte quién escribe bien. Eso me parece que es fundamental. Barenboim dice: “pobre del músico que anda solo por la vida con su talento a cuesta”, un poco por eso te decía al principio que quizá me hubiera venido bien trabajar más la interpretación de otras cosas cuando era pibe. Pero eso te obliga a ser consecuente con uno, a tratar de correr el límite de lo que vos podés dar. Siempre tatar de dar un poco pero tenés que ser consciente de que es limitado a lo que sos vos. Por eso las referencias de afuera ayudan a que uno siga mirando para adelante y no quedarse con lo que uno cree que está haciendo bien.
La Pequeña Orquesta Reincidentes es una de esas grandes bandas de culto de la que te enamoras al instante de su música y mística. Durante dieciocho años y ocho discos se mantuvieron al margen del mercado mainstream. Pero se separaron en silencio en el 2008 sin que nadie lo esperara. Juan Pablo Fernández era una de las cinco cabezas creativas de esa orquesta dueña de una calidad musical única en nuestro país. Al preguntarle a Fernández sobre la banda de su vida entramos en un mundo de nostalgia preciosa y de flores blancas, sí de flores blancas. Por un momento el bar en donde estamos y las calles del Congreso se van mezclando con las palabras de Juan Pablo, hasta los arboles se inclinan para vernos y las suelas de los zapatos se empiezan a gastar. Su voz nos está guiando por las veredas de la Pequeña Orquesta. Abrimos la puerta al mundo de los trajeados…
AZ: Ahora viendo todo en retrospectiva, ¿Cómo llevas la separación de Pequeña Orquesta? El no haber hecho un show de despedida…
JP: Nosotros siempre lo encaramos desde un concepto muy personal, no de un concepto profesional. Por lo tanto, cuando se rompió de alguna manera la idea de banda, la idea de vínculo entre nosotros, todo lo demás no tenía sentido. ¿Para qué? Si no somos así. Quedamos amigos, quedamos bien, pero evidentemente cada uno de nosotros estábamos en situaciones muy distintas. Y como te decía hace rato, lo sobrellevé con mucha tristeza pero sabiendo que era necesario un cambio. Para nosotros nunca fue ni ganar plata, ni tener una carrera, ni… era hacer música por hacer música y pasarla bien entre nosotros y con la gente que nos venía a ver. Entonces en ese sentido a mi no nunca me hizo falta un show despedida, esas cosas no se hacen directamente. No tienen sentido.
AZ: ¿Fue para todos igual o hubo alguna resistencia?
JP: No, no. Inclusive nos invitaron hacer shows en el medio de la separación que fue muy difícil decir que no. Un show en Uruguay…
AZ: ¿Había una gira por Europa?
JP: No, no. Como todo proyecto, tenés puntas tiradas para todos lados, pero no era nada concreto.
AZ: Era una charla…
JP: Nada oficial, nada confirmado. Sin embargo, también como todo proyecto, cuando estás las cosas salen, cuando no estás, no salen. Es así. En un sentido fue blanquear un poco eso. La Pequeña Orquesta trabajó siempre de una forma muy propia de componer y me parece que había cosas muy personales que se traían a la banda y cuando dejaron de traerse a la banda, fue como cambiando la lógica. Me parece ahí es donde se empieza a abrir el juego con proyectos solistas… y si no están todos en la misma no corre igual, es muy difícil. Entonces en ese sentido fue natural la separación. Nos tomamos un tiempo… había unos proyectos dando vueltas, pero nosotros nos dimos cuenta que ya no éramos un grupo y decidimos cortar del todo. Mandamos el mail y… terminó de cerrar esta historia.
AZ: El mail lo decía todo: una frase sencilla que marcaba…
JP: Sí. “La Pequeña Orquesta dejó de existir”. Algo así. Si, fue así. Es que a mí me encanta que me pregunten porque evidentemente hay algo que sigue estando vivo, que sigue siendo muy querido. Obviamente cada uno de nosotros necesitó dar vuelta la página, empezar proyectos propios pero de alguna manera muchas veces se vuelve sobre ese tema y me parece que es muy lindo.
AZ: ¿Y verlo como documental? ¿Cómo fue esa experiencia de estar toda la banda reunida viendo en una pantalla una versión de lo ocurrido?
JP: Muy raro. A mí una cosa que me gusto mucho del documental era que traía temas que la Pequeña Orquesta siempre había instalado en reportajes, en su trayectoria, que eran estas cosas que seguimos hablando: cómo ser independiente de la industria, cómo trabajar, dónde tocar, cómo tocar… reflexiones que van contra el piloto automático que propone el medio, la industria. Muchas de las reflexiones que se escuchan en el documental tienen que ver con esto. Después te puede gustar más o menos algún disco, otro disco, cómo fue la separación, te puede gustar más o menos el documental, pero me parece que la Pequeña Orquesta dejó muchas preguntas sobre eso. Y las canciones.
AZ: En ese sentido y hablando de que te gusta que pregunten sobre el tema, la pregunta se cae de madura: ¿En algún momento volverá la Pequeña Orquesta?
JP: Y no sé. Puede ser que si, puede ser que no. En principio, de alguna manera fue hace poco. Imagínate por ejemplo un tipo, un escultor que se dedica a trabajar la madera y que trabaja la madera, y le encuentra la forma, investiga cómo se trabajaba. Y te pasas años trabajando sobre eso, hasta que viene uno que dice: pero muchachos, yo quería una escultura de plástico. También se pueden hacer cosas de vidrio. Entonces en algún momento, la Pequeña Orquesta trabajó tanto una forma propia que la terminó encorsetando. Independientemente de cuestiones muy personales, de proyectos individuales, me parece que el grupo empezó a crecer más que nosotros mismos o distinto que nosotros por separado. Entonces algunas cosas nos quedaban muy colgadas y en ese sentido es como la gente dice: “es como una familia, como un matrimonio…”, no. Un proyecto artístico no es como eso. Estas trabajando una cosa y de repente estas trabajando otra y me parece que son cosas muy validas también. Lo que pasa es que en algún momento, como dice Palo (Pandolfo) en el documental, que lo plantea como un defecto y una virtud y no está mal, en un momento la Pequeña Orquesta necesitó cerrar filas en sí misma para crear y cuidar su propio lenguaje y eso te va alejando de otras cosas. Es una dicotomía, una discusión que está en cualquier proyecto. No es casualidad que Palo lo diga porque de alguna manera Los Visitantes también mutaron hacia otra cosa que no eran al principio. No lo va a decir nunca, pero hay algo de autocrítica también ahí. Los Visitantes de Salud Universal o de Espiritango no es el mismo de Maderita. Entonces de alguna manera te encerrás o sos coherente con un lenguaje artístico. Son momentos. Y después bueno, un grupo de cinco personas, dieciocho años… creo que duramos mucho, produjimos mucho y está bien.
AZ: ¿Entonces el ciclo está cumplido de algún modo?
JP: Si, por supuesto. En los papeles y en la obra. Después que se abra otro ciclo es otra cosa. Nunca cierro la puerta porque los quiero mucho y tenemos universos comunes. Además musicalmente tenemos universos comunes. Hay momentos en que hay abrir, hay que descomprimir. Un amigo dice que algo muy lindo de que en algún momento de tu vida, te tenés que poner la camiseta número diez y jugar. No importa si sos el diez de Laferrere o de Boca, sos el diez: tenés que pedir la pelota, jugar y hacer jugar a tus compañeros. Es así. A mí me parece que en Pequeña Orquesta nos apoyábamos el uno al otro pero también descansábamos el uno en el otro. En un momento de tu vida te tenés que poner la camiseta, hacer un proyecto y desarrollarlo. Había ideas que quedaban a mitad de camino y que necesitaban… ser más profundas. No catárticamente, sino porque necesitás ir hacia una expresión concreta.
AZ: Y el resultado de eso es Acorazado Potemkin…
JP: La Pequeña Orquesta siempre trabajo como tiene que hacer cualquier grupo y como hizo Potemkin, como hace cualquiera. Trabajas sobre la identidad. Construís una identidad, un lenguaje y eso es algo muy grande.
AZ: ¿Notas el trabajo de construir identidad en otras bandas? Es como que muchas tocan, graban el disco y después se estancan. No hay un proceso para generar una carrera.
JP: A mí me encanta Norma. Es un grupo que trabaja mucho la identidad. Él Mató también. No, yo creo que sí se trabaja. Algunos lo logran, otros no… no es fácil armar un lenguaje propio.
AZ: Son las bandas que trascienden esas, que forman una identidad y una manera de representar al otro en sus canciones…
JP: Y sí. O de ultima estas tan representado vos mismo, que genera un espejo para que otro se mire.
AZ: Con Pequeña Orquesta pasó eso. Ya van cuatro años de la separación y la gente se sigue preguntando dónde está, qué están haciendo, qué son ahora. ¿Qué sois ahora?
JP: Es así. Pero bueno, quedaron cinco cosas buenas. Algo había y evidentemente algo tenía que salir por otro lado.
“La cerveza está muy fría, eso comprueba que ese es el lugar elegido” dice Juan Pablo Fernández refiriéndose al barcito donde estamos sentados enfrente del Congreso. La gente va y viene en cantidades, pero nosotros nos abstraemos y la charla cada vez más se vuelve un calidoscopio, diferentes imágenes del pasado se mezclan con las del presente y el futuro. Se unen los colores de los ochenta con los sabores de los noventa y las miradas del dos mil. Un paisaje que recorre las diferentes aristas de la carrera de Fernández, desde su decir tanguero, pasando por las diez mil descargas del disco del Acorazado (hace unos días salió la edición física de Mugre) y la decisión de colgarlo en la web, hasta postales mínimas de La Pequeña Orquesta y la movida de los noventa.
AZ: Vos tenés una influencia muy tanguera al cantar. ¿Qué pensás al respecto?
JPF: Yo me tengo que hacer cargo porque todo el mundo me lo dice pero yo no lo puse me lo pusieron (risas). El tango ya estaba aquí. Muchas veces me puse a pensar y mi me gusta escribir mucho como se habla, lo coloquial, y si querés esa también puede ser una influencia de Bukowski. Cuando vos cantas ese tipo de texto es inevitable, la palabra hablada. Es lo que se le llama el decir tanguero por eso dicen que yo tengo una forma de decir, hay muchas influencias ocultas o no pero que tienen que ver con cosas que escuchaba de pibe como Floreal Ruiz o Ángel Vargas. Ese tipo de forma de cantar, un poco cabrona pero también que te cuenta, hay algo de eso que evidentemente lo tengo. Después en lo musical y en lo que representa el tango en general yo trato de despegarme mucho, en la dictadura el tango era: los milicos, la tv, lo anti rock. El tango y el folclore eran una imposición: el sentir patriótico, lo nuestro, el rock era extranjerizante, el ser argentino y eso me daba por el quinto forro de los huevos. Creo que por eso han tenidos tanto éxito propuestas como Los Abuelos, Soda Stereo, Los Twist, Virus en ese momento de la primavera democrática era eso lo que abría para otro lado.
AZ: Una explosión…
JPF: Después se fue haciendo más complejo, más rockero y urbano: Los Redondos, Sumo. Pero el tango es una referencia, escucho, conozco letras y tengo amigos tangueros. Los que me gustan son los que tratan de hacer otra cosa con el tango, que no se quedan en el repertorio, y con el lunfardo por el lunfardo mismo. El tango tiene muchas cosas de mierda, de negación, desesperanza, traición. Es conservador también. Ahora el turismo trajo mucha plata devuelta al tango y eso hizo que proliferen muchas cosas desde las más conservadoras hasta cosas nuevas. Hay de todo. El tango es como la soja, da para todo (risas.) Hay que ir haciéndose camino, uniendo, armando la constelación de un grupo a otro, de un disco a otro.
AZ: El tango tiene esa concepción muy machista
JPF: Es muy misógino, yo tengo amigos que les digo qué haces cantando una letra así, pobre mina. Claro, como no se va ir, más vale (risas). Como decía Rodrigo Guerra: “un tipo que llora en mi cuartito, con la media luz, cambia la lamparita” (risas)
AZ: La melancolía…
JPF: La melancolía por la melancolía. A mi en general me costaba escuchar para los Reincidentes esa lectura melancólica porque siempre tuve como esa pretensión de hacer algo original, algo nuevo se puede recrear, retomar pero siempre tiene que ser para contrastar con lo que pasa. Con Los Reincidentes en pleno menemismo recrear el bolero, la fiestita de barrio me parecía que era político. Después si te quedas con Luna de Avellaneda… ya sos un pelotudo.
AZ: Es caer en el facilismo eso
JPF: Claro el costumbrismo, ahí empezamos a girar para otro lado también.
AZ: ¿Fue realmente remar contra la corriente?
JPF: Si increíble. Después miras para atrás y La Plata, Rosario, Cordoba Buenos Aires tienen un semillero que no paran. Vos decís los noventas eran una mierda y estaban Los Gorriones, Los Visitantes, Babasonicos, el primer Catupecu, los Estelares, nosotros. Bandas había. Si te bajan de arriba, de Telefe, Memphis la blusera y Los Ratones, no da.
AZ: El rock asociado a una forma de stablishment
JPF: Claro, inclusive la música se fue haciendo más latina. Para mi Calle 13 trae algo fresco en algún punto, ya que estamos en lo latino que venga esta otra cosa que abre para otro lado como la cumbia villera por ejemplo. Pero la irrupción de: los Luis miguel, los Ricky Martin, empiezan a cambiar el paradigma de los jóvenes escuchando latino: FM Hit y FM 100.
AZ: Súper familiar, el envasado
JPF: Además súper TV, para mi empezó ahí a construirse y consolidarse la industria, algo muy neoliberal. También se termino por consolidarse una escena independiente, el indie que nosotros disfrutábamos y ejercíamos con Los Reincidentes. Pero con plena conciencia de que era su muerte, era una condena a muerte, de acá no salís, no va a haber más tensión. El único grupo indie que logro pasar la barrera fue REM, si querés Pearl Jam.
AZ: ¿Acá vez algún sobreviviente de aquella época?
JPF: Si todos los que te nombre, para mi generacionalmente era algo muy rico, sin embargo eran muy pocos los lugares. Los únicos que ahora terminaron mutando en otras cosas, en formato más exitoso son Catupecu, Massacre y Estelares, que son propuesta que yo disfruto mucho y los reconozco. Los Estelares a mi me encanta como canta Manuel, me encanta las melodías que hace pero es otra cosa han hecho una mutación. Yo creo que generacionalmente se sigue manteniendo un semillero lindo, ahora eso como interviene en la industria del pop y del rock, es muy limitado. Se siguió corriendo a unos costados del rock chabón, con grupos que suben y bajan. Me parece que siguen siendo una referencia para nuestra generación los que nombraba recién: Massacre, Catupecu, Estelares y después sin tener esa popularidad: Valle de Muñecas, lo que hace y lo que haga Bochaton, lo que siguen haciendo Flopa o Pez.
AZ: Manteniendo la idea del semillero, ¿Qué es lo que viste del último año que te parece interesante?
JPF: Bueno, ya no son del semillero, pero Les Mentettes está buenísimo. Tulús es una banda muy linda. Manifiesto es buenísimo. Qué sé yo, también Falsos Conejos está buenísimo, muy buena banda. Pero somos todos tipos grandes, por lo menos Tulús son más pibes, pero bueno, eso te decía. El semillero, el under, llamémoslo como queramos, siempre hay gente que te muestra una grieta, que hay otra cosa, más cosas para ver: Mujercitas Terror, Los Reyes del Falsete. Ahora vino Tomás Nochteff, que era el bajista de Dios y Travesti cuando tocábamos en la Luna, con un grupo que se llama Mueran Humanos que vino a tocar ahora, ellos están viviendo en Alemania. Obviamente tengo mucho cariño por los Pequeña Orquesta: Vintrob y los Malos Morales, la nueva banda que se armó está buenísima, Guerra y Todo suenan bárbaro, Guille Pesoa, el disco está genial, y Mal Yevados también, están mutando a hacer una cosa mas rockera desde una cosa más tanguera, siempre con composiciones propias. Y Flopa que siempre tiene un disco nuevo bajo el brazo. Pez sacó un disco lindo ahora también. Es que no son under, yo no le puedo decir under. Somos gente que estamos tocando hace años, pero de alguna manera tiene eso fresco de seguir buscando otra cosa.
AZ: Ahora parece que hay como una tensa calma, por decirlo de alguna manera, entre lo que es el circuito alternativo Indie y la industria que es más formal. Porque cada una toma para si algo del otro. Cierto grupo indie o autogestivo toma elemento que eran propios de un sello y a su vez la industria espera una cierta masividad de ciertos grupos para poder absorberlos.
JPF: Si, estaría bueno que los grupos no se dejen absorber. Una vez que pudieron llegar a un escalón que digan: no loco no me ayudaste al principio, ahora no y ahora no.
AZ: ¿Crees que algún momento esta calma o este pacto silencioso se va a romper por algún lado?
JPF: No creo que se rompa lo que sí creo es que esta bueno de la propuesta autogestora tratar de llevarla al máximo y renunciar de algunas unas supuesta ventajas de lo que da el sistema convencional. Nosotros, Potemkin pone su disco en descarga gratuita y el disco lo bajaron 8.700 personas que es algo imposible de imaginar. (Nota del E: hoy en día ya hay más de diez mil descargas
AZ: Capaz que no vendés esa cantidad de discos…
JPF: No solamente no la vendés, no la podés distribuir. Inclusive el Sello Oui Oui que va a sacar en el disco en formato físico tampoco puede, no puede correr el riesgo o no puede financiaremente animarse a hacer una inversión publicitaria, pauta en radios, en medios para cubrir una edición de 4.000 ejemplares. Saca una edición de 1000 ejemplares para cubrir catalogo, es imposible distribuir. Nosotros tuvimos en tres, cuatro meses que salió el disco 8.000 descargas. Es algo imposible de imaginar para un grupo con las cosas anteriores pero también tuvimos que tener una renuncia de decir: no me quedo en el razonamiento mezquino de porque yo gaste tanta plata para producir el disco la tengo que recuperar y ganar esos 30 pesos que me sirven para pagar la deuda anterior. No, como decía antes de un punto de vista más artístico el artista tiene que dar siempre. Bueno, dar también es poner plata y es correr ese riesgo. El grupo gastó mucha plata que no recuperó, por supuesto, pero crecimos muchísimo y fue una forma de compartir. Uno tiene ganas de que la gente lo vaya a ver, le guste lo que haga, se lo reconozca. También tenés ganas cuando terminas tu disco que no quede cajoneado o en una disquería donde la gente no entre. Vos querés que la gente tenga las canciones. Nosotros pusimos las canciones en la web y de repente una explosión, un montón de gente cantando los temas, disfrutándolos, acercándose a los shows, fue muy distinto a como lo habíamos imaginado, teníamos muchos prejuicios que fueron cayendo uno a uno, me parece que esta bueno eso y pone en evidencia que la crisis de la industria de la música, no es de los músicos ni de la producción.
AZ: La crisis es del otro…
JPF: La crisis es de las empresas que tienen que bancar un montón de gente que labura de eso que no tiene nada que ver con el músico, que pueden ayudar o contribuir al trabajo del músico pero no es concretamente hoy por hoy un puente entre el artista y su obra, lo contrario termina siendo un obstáculo entre el artista y su obra. Los costos que tienen que mantener, la cantidad de gente que trabaja en las compañías, la cantidad de gastos, impuestos que tienen. Eso se traslada al precio del disco, a combatir la duplicación, gastan más plata en abogados que en bajar discos. En los noventa no existía Napster pero ya se empezaban a ver los CD-R ¿se acuerdan? En vez de bajar el precio del disco, el disco se duplicaba para cubrir mas rápido los costos, cualquier persona que en el uno a uno podía irse de viaje a Estados Unidos, uno podía ver que los discos salían 10 dólares y acá salían treinta ¿Cómo puede ser? Se forraron y se la fumaron. No desarrollaron grupos, no desarrollaron artistas. ¿Qué grupos hoy desarrollan? Eso pasa más en Inglaterra: la industria saca del semillero a un grupo de pibe y lo ponen. Acá eso no pasa, esperan que el grupo se consolide, o que un solista se pelee con todos los otros y ahí le ponen plata ¿Por qué? No le ponen plata antes cuando está caliente la cosa, si no la pusiste antes, ahora no..
AZ: ¿La decisión de subir el disco a la web de donde salió? Fue: ¿muchachos hagamos esto? o ¿no nos queda otra, tenemos que hacer esto?
JPF: Las dos cosas en general el músico independiente como el cineasta independiente trabaja con la limitación, ósea vos no tenés plata mas para de tres rollos de película y bueno harás el guion par tal y tal cosa, si no te da la plata para luces, espera que salga el sol y prenderas la cámara cuando salga el sol. Acá pasa algo parecido, vos tenés tanta plata para sacar un disco, tanta plata para darle al prensa, tanta plata para darle al diseñador, tanta plata para darle al de la web. Bueno cuanto nos queda para sacar el disco nada, bueno a la web. Listo con la frente en alto, pero como el disco fue concebido como disco, el sonido es de disco, el armado del arte es de disco, dijimos bueno que salga y si no sale nunca en formato físico está bien si, y de hecho ese es uno de los prejuicios que se nos voltearon también, la gente decía que bueno que esta el disco, no decía que bueno que está tu carpeta zipeada, que buen rar que me baje. No, es un disco y está pensado, si son los temas del momento, son los temas que está tocando la banda
AZ: Parece como un triunfo simbólico del artista de que un archivo pase a representar una obra o un disco.
JPF: En un punto si, son como victorias pírricas porque sigue siendo muy chiquito lo que ocurre sin embargo me parece que algo de eso pusimos en un pequeño texto en la página. Me parecía que son formas de evitar o de facilitar que la gente lo que vos haces. De evitar la intermediación entre el músico y la obra me parece que eso es lo más importante. Hay disquerías de barrio que siguen teniendo la mejor onda pero son muy pocas y terminan siendo un filtro, no porque ellos lo sean deliberadamente si porque cuantitativamente, como espacio, terminan siendo muy acotados es un embudo al cual la gente no llega. En los noventa hicimos volantes, íbamos a pegar afiches y hoy por hoy a un clic de distancia haces un evento en Facebook y lo ven 2500 personas.
AZ: ¿Qué diferencias notas entre el vivo de ahora con el Acorazado Potemkin y con la Pequeña Orquesta?
JPF: Muchas, pero por la propuesta. La Pequeña Orquesta en un momento se corrió, yo siempre defendí el costado roquero ella. Era la coartada con la cual afanar de un manera punk las músicas del todo el mundo, del tango, de la historia del rock nacional y mezclarlo. Todo esto es nuestro y hacemos todo. Pero en un momento por calidad de sonido, por el pino y por el uso de los instrumentos acústicos estábamos obligados a corrernos de un circuito y terminábamos tocando en lugares donde la entrada estaba 40 pesos, la cerveza 30 pesos, plata de ahora, ¿no? 50 pesos..
AZ: Un circuito no tan rockero…
JPF: Para nada rockero de alguna manera nosotros abrimos con La Pequeña Orquesta el espacio en el club del vino, empezamos a tocar los martes, se llenaban y los chabones nos dijeron: ” sigan los martes son suyos”. Entonces les gusto la idea y empezaron a meter otros grupos y terminábamos nosotros siempre volviendo en un formato que nos encajaba bien pero si, era un público gourmet. En un punto el grupo mismo sufrió ese correrse de un costado roquero pero le vino bien en un sentido también para ordenar un lugar, uno necesita un nido cada tanto. En ese páramo de los noventa, había lugares para tocar en el principio era La Luna, después era El Rojas. Siempre fue difícil para tocar, ahora se habla mucho de las habilitaciones, de Cromañón, del Post-cromañón, siempre hubo quilombo para tocar, problemas de volumen, caía la policía y el de SADAIC. Siendo una ciudad tan grande con un conurbano metido en la ciudad y activo, siempre había 400 bandas por fin de semana, agarra un agenda del Si de Clarín de 1993, hay 400 grupos y ahora lo mismo.
AZ: Ahora es lo mismo, pero parece que todos tienen la misma oportunidad de difusión con Internet, ¿no?
JPF: Si, en un sentido si, pero bueno en ese sentido no vale la pena dar nombres pero durante mucho tiempo Reincidentes ponía en crisis, llevábamos mas gente que otra gente que estaba dentro de la industria o teníamos más disco vendidos, el disco Traje de La Pequeña Orquesta se vendieron 4.500 discos físicos con distribución nacional y eso era mucho más que otros grupos de las compañías multinacionales, eso fue un lindo compromiso que tomo el sello Oui Oui que le estamos agradecidos por supuesto pero siempre la presión mediática de las compañías multinacionales hacen que esos logros queden opacados en la presión de la pauta económica que manejan, hoy si es más justo eso, Internet democratizo bastante pero queda en compartir.
AZ: Vuelvo otra vez al ámbito literario. Te había hablado antes de Bukowski y de Carver que antes habíamos hablado. La literatura en vos está muy presente, todas tus letras son historias, lo noto en la Pequeña Orquesta, en el Acorazado… ¿Cuánto hay de escritor en el sentido de la narrativa? ¿Lo hay? ¿Sos de escribir?
JPF: Escribo, escribí poemas. Pero en algún momento fue como que necesite decir: ¿Dónde pongo las fichas? Y me quedé en la de letrista. Hay momentos en lo que te das cuenta que no le podes poner tanto a una canción, no le podes pedir tanto a una canción como para que cuente un cuento. O escribís el cuento o cantas la canción. Y encontrar como esa síntesis de trabajo me hace ser más un letrista que no descuida la parte cantable de lo que tiene que decir y que tampoco descuida la palabra de lo que va a cantar. Con el tiempo quedaré de letrista. Porque después te da pudor, porque hay poetas que son tan especialistas en lo que hacen y decís “no, yo no soy poeta”. Me ocupare de ser un buen letrista, o por lo menos un letrista original.
AZ: Volviendo a la metáfora futbolera del diez, ¿Quién es el diez del Acorazado Potemkin?
JPF: Bueno, es una alegría porque son mejores músicos que yo. Muchos mejores músicos que yo, pero son tan generosos que aceptan jugar al juego que yo les propongo. Eso sería completar la frase, pero en realidad es la banda. Los roles van rotando. No es que yo soy el diez y les digo lo que tienes que hacer. Lo que pasa que es que sí me hago cargo y me gusta, de tener una idea, una brújula estética, un norte hacia dónde ir, hacia dónde componer y además soy el que compone y propone todo el tiempo. Y los chicos no. No por ahora, porque Lulo es un gran cantante y Fede compone también…
AZ: La frase esa “Mugre es eso que suena entre nota y nota”. Contame de dónde sale esa frase.
JPF: Esa es una frase de Lulo. Es muy linda porque… es lo que no está. Si vos transcribís musicalmente una canción, ya la melodía, los silencios… pero no está la forma de tocar. Cómo cae una nota. Es como una suciedad difícil de explicar, y es lo que hace que cuando vos escuchas un cover, una versión de uno y de otro y te suenen tan distintos el uno del otro al mismo tiempo. Hoy escuchaba “Mr. Tambourine Man” de los Byrds, y qué distinta es una de la otra, no sabes cuál es mejor. Sin embargo son las mismas notas, son la misma melodía pero tocadas distintas. Y eso es la mugre. La forma de tocar, no el estilo, sino la mugre. Lo que lo hace distinto. Y también es identidad. //∆z