Entre colaboraciones de alto vuelo, y una apertura hacia los sonidos urbanos, el cordobés publicó Best Seller, un álbum que podría ser un antes y un después en la trayectoria del músico.
Por Lucas González
Fotos de prensa de Juan Ingaramo
Sin saber cuál sería el resultado de la historia, hace dos años Juan Ingaramo tomó como propia una responsabilidad que cambiaría abruptamente el rumbo de su carrera. Por ese entonces, el cordobés gozaba de cierto reconocimiento en la escena: había integrado las bandas de Gonzalo Aloras y Litto Nebbia, y contaba en su haber con dos discos de interesante factura (Pop nacional, de 2014, y Músico, de 2016).
Pero Ingaramo, nieto, sobrino e hijo de reconocidos músicos serranos, decidió hacer un all in con su capital artístico y publicar Best Seller (2018), un álbum en el que priman los ritmos urbanos (trap y reggaetón), y que tuvo como disparador su participación en la edición 2017 del Sónar, en Barcelona. En aquella ocasión, por el festival que se jacta de anticipar el futuro, pasaron Anderson Paak & The Free Nationals, Nicolas Jaar, Juana Molina, Bejo, Princess Nokia y C. Tangana, entre otros.
Fue así que, empapado por una movida que hasta entonces le era ajena, y que eventualmente llegaría a nuestro país, el cantante tuvo una suerte de revelación, un golpe de rayo: “Como soy partidario de jugárselo todo en cada movimiento, asumí el compromiso generacional y geográfico de desarrollar ese concepto en mi música”. Coproducida junto a Nicolás Cotton (Wos, Louta, Chita), describe a su última placa como romántica en todo sentido: lírico, musical y conceptual. A futuro -por lo menos en lo inmediato- no se imagina haciendo algo radicalmente distinto y confiesa que tiene pensado tomar un par de elementos de Best Seller y potenciarlos.“La música en general —asume— se volvió un objeto de consumo. Un tentáculo más del sistema y la forma en la que se la consume es un acto de tremenda contribución a la hegemonía de los medios. No hay nada librado al azar. Es una forma de taggear a la población. Esto no significa que uno no quiera generar sentimientos nobles y hermosos, ser leal con sus ideas y principios”.
No es casualidad, entonces, que hoy en día priorice sus necesidades artísticas por sobre otros avatares. O que haya publicado un disco que no requiera de un determinado capital cultural para ser disfrutado, a diferencia de lo que ocurría anteriormente. Hubo un crecimiento en muchos aspectos, una apertura hacia lo popular que se refleja en las miles de reproducciones en Spotify y de visualizaciones en YouTube, y también en la cantidad de público que asiste a sus conciertos, cada vez más convocantes.
“Los números sirven para entender momentos a nivel ejecutivo o para medir cuánta repercusión tuvo lo que hiciste”, concede, y esgrime un “pero”: hay canciones con miles de millones de reproducciones que jamás generaron nada, que no tuvieron ni el menor impacto en la vida de alguien: “Las cifras son una variable de análisis que no me interesa”.Pese a todo, Ingaramo no labura para el reconocimiento. Lo apunta y es categórico. Explica que eso más bien es una consecuencia, una cuestión que no se puede programar ni planificar al momento de crear. “Está pasando todo de forma muy vertiginosa. Es todo muy nuevo. Todavía estoy descubriendo qué se siente y si me gusta mucho o poco”, opina y no le falta razón: inauguró 2019 con una presentación multitudinaria frente al Centro Cultural Recoleta, junto al agitador cultural y DJ, Villa Diamante.
Entre tanta incertidumbre, reluce una certeza: “Disfruto hacer las canciones y trabajarlas de un modo alquímico, aunque suene medio pelotudo”. Se refiere a una inquietud por hacer la composición perfecta, aquella tenga “la dosis justa de fineza, pero que de algún modo sea susceptible de ser disfrutada por alguien que no necesariamente posea el conocimiento estilístico”. Pretende esquivar el nicho para que sea lo más democrático posible. “Ahora busco lo que siempre quise, hacer canciones para todos”.
ArteZeta: ¿Cuán cerca estuviste de lograrlo?
Juan Ingaramo: Uno siempre intenta llegar a ese lugar inaccesible, y sigue probando. El resultado de esa búsqueda es el arte que sale. La insatisfacción es el motor. Ahora bien, sí es cierto que hay canciones que pude aprender a querer mucho, a disfrutarlas. Pero al principio solo me fijaba en lo que no me gustaba. La voz, la producción, el color que había logrado con la mezcla. Es aprendizaje, etapas. Después, con el tiempo, aprendés a identificar las cosas lindas.
AZ: Para que sea trascendental, dijiste que la música debe ser hija de su tierra y de su tiempo. ¿Qué te pasa con las letras? ¿Tenés el mismo concepto?
JI: Eso es más intuitivo. Es un input que no manejo, algo raro que no tengo tan definido. Sucede. En relación a eso, Dárgelos (NdeR: el cantante de Babasónicos colaboró en Músico) me dijo que si solo hablás de lo que te pasa o de lo autobiográfico, es un embole. Al margen de que las posibilidades se te acaban al toque. Entonces, hay que ficcionar y así generar otro espacios e historias.
AZ: ¿Te costó asimilar la sugerencia de Dárgelos?
JI: No sé si soy consciente de cuánto me costó. Es una cuestión que vivo día a día. Todavía es nuevo, queda mucho por descubrir, pese a estar un poco más entendido en el oficio. De hecho, ya estoy componiendo lo próximo. Tuve varias sesiones con “Cuino” Scornik y Nico Landa y están saliendo cosas increíbles: caigo con canciones, melodías, armonías terminadas y algunas ideas. Es muy divertido y diferente a cómo hice Best Seller, que fue más solitario, salvo por los feats. Es una constante tensión entre el control y lo mágico.
AZ: De Músico, tu preferida era “Comodín”. ¿Y de Best Seller?
JI: “Lengua universal”, por cómo quedó la letra: el paso del tiempo, descubrir si te gusta lo que hacés, la vida real, la calle, el baile. Estaba el gen de mi momento.
AZ: ¿Cuán pendiente estás de la crítica?
JI: Joden o generan ruido las cosas que en parte son ciertas. Igualmente, hice una emancipación gradual de la opinión superflua. Sí me interesa lo que piensan mi viejo, mi hermano, la gente que quiero o que respeto y admiro musicalmente.Las escenas multiplican la fuerza y legitiman la obra, admite Ingaramo. Potencian a todo nivel e invitan a superarse (“porque el arte sin riesgos no es nada”). Por eso, no tiene resquemores en recomendar proyectos amigos (Conociendo Rusia). Como tampoco los tuvo en convocar a jóvenes promesas que pusieron su impronta en Best Seller: Louta, Dakillah, Ca7riel, Neo Pistea. De igual manera, produjo SMS (2018), el primer LP de Salvapantallas, el dueto que integran los noveles Zoe Gotusso y Santiago Celli.
“Pienso en lo que me gusta y en lo que me parece fundamental, y tal vez no dure tanto. Y eso no le quita valor. No necesitamos que perdure y trascienda. El mundo cambió tanto que realmente es muy difícil que se vuelva a caer en ese vicio”, asegura e improvisa una serie de nombres que disfruta, que desde su óptica marcan un momento: Bad Bunny, Nathy Peluso, Ysy A (“el que más me gusta”) y Paulo Londra.
La intención pasa por derribar los viejos paradigmas, aquellos que nos llevaron al fracaso como sociedad, que permitieron la asunción de este gobierno, el nivel de hambre actual y la cantidad de femicidios que se viven semanalmente. “El ejercicio es pensarlo todo de nuevo, cuestionarlo”, dice.
AZ: A través de tu cuenta de Twitter, en agosto pasado te manifestaste a favor de la educación pública en tu provincia. ¿Por qué lo hiciste?
JI: Me crié en la educación pública y me parece el pilar de cualquier sociedad digna, y acá nos están haciendo creer que no es así. Por eso el mensaje, por la necesidad extrema de salir a reivindicar algo tan básico y beneficioso para una población. Además, si hay una mínima posibilidad de hacer pensar a alguien, hay que intentarlo, aunque después muchos te salgan a bardear. Me parece que ante la adversidad política se está despertando una necesidad, que a lo mejor durante los últimos quince años no existió, porque no hacía falta. Era un lugar de comodidad.
AZ: ¿Lo viviste así?
JI: Sin dudas. Todo lo contrario a lo que ocurre hoy. Fue identificarme por primera vez con ideas políticas, con un modelo de país y con la noción del otro. //∆z
*Juan Ingaramo se presentará el viernes 10 de mayo en el teatro Vorterix (Av. Federico Lacroze 3455).