El autor de Chica de Oficina, recientemente publicada en su primera traducción al español por Páprika, opina sobre el actual estado de la novela norteamericana, sus raíces indies y confiesa su fanatismo por Borges, Bolaño y García Márquez.

Por Joel Vargas
Foto de Joe Wigdahl

Primero fue una obra de teatro, luego un par de cuentos breves y por último una novela. Chica de Oficina es una idea mutante que salió de la cabeza de Joe Meno, escritor norteamericano en ascenso, una suerte de discípulo díscolo de J.D. Salinger. Fue elegida por este medio como uno de los libros de 2015. Recién el año pasado Meno fue editado en español, aunque en el 2008 Rodrigo Fresán ya lo vaticinaba. ¿Por qué tardaron tanto? A esta altura ya no importa, la editorial independiente antes conocida como Páprika (por problemas legales tuvo que cambiar su nombre) lo editó, una gran noticia para los lectores hispanoamericanos.

Chica de Oficina tiene dos lecturas posibles. La más lineal: una típica historia de amor. Jack Blevins y Odile, dos personajes bien estereotipados que deambulan por una Chicago inerte y se conocen en un laburo de mierda a pasitos del cambio de milenio. La otra es más profunda, una sátira que cuestiona el papel del arte en la sociedad y al imaginario indie, palabra santa en los sub 40. Esa estética que nació como alternativa y que con el derrotero de los años se transformó en oficial, una repetición de la misma fórmula: lo raro como algo novedoso. Meno planta bandera y sale a batallar con su prosa, llena de imágenes cinematográficas y citas a la cultura pop.

AZ: ¿Qué clase de escritor es Joe Meno?

Joe Meno: Como escritor, me interesa la liminalidad, lo ambiguo: esos lugares intermedios donde conviven dos tipos de escritura, donde dos personajes conectan. He intentando experimentar con nuevas formas de contar historias de un libro a otro, tomando cosas prestadas de la ficción literaria y de la escritura de género, del cine, la música y el arte. Así que para mí, Chica de Oficina es la exploración de una estética cruda e íntima, que puede encontrarse en esas expresiones artísticas.

AZ: Chica de Oficina trata sobre historias pequeñas, eventos particulares y melancolía, sobre el amor y del valor en su simplicidad. Podría relacionarse con el universo indie.  ¿Estás de acuerdo?

JM: Estoy muy de acuerdo. Quería un libro que se sintiera como una breve experiencia en la impermanencia, sobre las cosas y personas que llegan a nuestras vidas y nos cambian para luego desaparecer en silencio. Pienso en cuando tenía veinte años y en todas las personas y los lugares que ya no están y en el monumental efecto que tuvieron en mí. Creo que parte de lo que hace el libro se sienta under o Indie es la escala. La mayoría de las novelas son demasiado ambiciosas. He escrito algunas, grandes, complejas y con Chica de Oficina quise hacer algo pequeño, que celebrara esos pequeños gestos de la música, el arte callejero y la poesía.

AZ: Jack Blevins está obsesionado con grabar todos los sonidos que existen. ¿Compartís esa obsesión con él?

JM: Jack está enamorado con la idea de capturar sonidos, que por definición son fugaces. Más que nada, está tratando de evitar que las cosas desaparezcan. Busca capturar tanto el sonido como el movimiento. Su vida personal es casi igual, incapaz de dejar atrás sus relaciones fallidas. William Faulkner dijo una vez que la tarea del escritor es capturar el movimiento, y es algo en lo que pienso todo el tiempo: escribir una oración, sentirla viva y a la vez capturar su sentimiento, su idea o su acción.

AZ: Odile está enamorada de la canción “After Hours”, de The Velvet Underground. ¿Cuál es tu canción favorita? ¿Cómo elegiste las canciones para Chica de Oficina? ¿Qué estás escuchando últimamente?

JM: Conocí a la chica con la que me casé cuando tenía 19 años. Había hecho un mix-tape que tenía la canción “Pale Blue Eyes”. Nunca antes había escuchado The Velvet Underground y algo en sus letras y música tuvo un fuerte impacto en mí. Sin dudarlo, son una de mis bandas favoritas por su desapego emocional, por esa cosa cool y distante. Pero hay algo tan increíblemente juvenil, tan abierto en “After Hours”, que es difícil para mí no escucharla y sentirme joven. Últimamente estuve escuchando el nuevo disco de Hinds, su video de la canción “Garden” es fenomenal.

AZ: En una entrevista dijiste que escribir un buen cuento es más difícil que escribir una novela decente, y mencionaste también los dispositivos electrónicos (celulares, eBooks, tablets). Mucha gente consume novelas cuando lo más lógico sería que lean historias breves, pero eso no pasa. ¿Por qué es más difícil escribir un cuento? ¿Qué influencia tienen los dispositivos electrónicos sobre el proceso creativo del escritor?

JM: He pensado sobre eso durante años y todavía no tengo una respuesta satisfactoria. ¿Por qué los adultos prefieren las novelas cuando de niños la mayoría leía cuentos, sobre todo si consideramos la influencia de Internet y los teléfonos celulares en nuestra capacidad de atención? Si la capacidad de atención es tan breve o está tan fragmentada, ¿Por qué no están todos leyendo poemas o cuentos? Creo que empezar a leer le lleva mucho tiempo al lector, más de lo que sospechan los escritores. Parece que el acto de volver a empezar, de interesarse en nuevos personajes o circunstancias es menos atractivo que seguir a un mismo personaje a través de muchos episodios, que es el formato de los shows de televisión más populares. Al final, la gente es más leal de lo que jamás sospeché. Cuando encuentran un personaje que aman, quieren quedarse con él.

AZ: Una de tus primeras experiencias en la escritura fue a los catorce años, cuando escribiste un ensayo sobre Ficciones, de Borges, y tu profesor te acusó de plagio. ¿Podés contarnos más sobre lo que pasó? ¿Qué es lo que te gusta de Borges? ¿Qué otros escritores latinoamericanos te gustan?

JM: Cuando estaba en primer año del secundario, me pidieron que para la clase de Español que escriba sobre un autor de habla hispana. Fui a la biblioteca, empecé a buscar y me encontré con Ficciones. Ese primer cuento sobre el planeta imaginario Tlön [Uqbar, Orbis Tertius] tenía todo lo que quiero de una historia. Me dejó bien en claro que si podías imaginar algo, podías hacerlo real. Cada tanto vuelvo a leer ese libro para recordarme mis comienzos como escritor. Pasé las siguientes semanas leyendo el libro e investigando. Dediqué más tiempo a ese ensayo que a ninguna otra tarea que me hayan dado en la escuela, y cuando lo entregué, el profesor me acusó de plagio y para probar que lo había escrito yo tuve que hacer otro ensayo sobre otro autor. Así fue como llegué a Gabriel García Márquez.

Para mí, tanto Borges como García Márquez escribían sobre mundos de posibilidades. Estaban particularmente interesados en la ambigüedad, en tomar prestado del mito, la ciencia y la historia para crear libros que se parecían más a lugares que a objetos. Soy un gran fan de Roberto Bolaño. Amo sus libros enormes, pero sus novelas más cortas como Una novelita lumpen es igual de bueno. También las novelas cortas de Alejandro Zambra son increíblemente ingeniosas e íntimas y Valeria Luiselli es maravillosamente creativa y su prosa feroz y juguetona.

JoeMeno

AZ: ¿Pueden los escritores en tu país seguir pensando en la gran novela americana?

JM: Pienso que sí, pero creo que la gran novela americana se ha vuelto más amplia, mucho más emocionante en términos de género y trasfondo étnico y de clase de lo que era en el pasado. Significativamente, ha habido un cambio lento, un cisma en la literatura americana que pasó de la introspección a comprometerse más con el mundo. Algunas novelas “americanas” de los últimos años han sido escritas por escritores extranjeros, y eso es algo maravilloso.

AZ: ¿Cuál creés que debería ser el rol del arte y de los artistas en la sociedad actual?

JM: Creo que el rol del artista es darle al público la posibilidad de creer, de conectarse profunda y significativamente con el mundo de una manera que no es posible en un mundo que privilegia la acumulación de riqueza y status. Creo que el buen arte tiene la capacidad de asombrar y que el público tiene la necesidad básica de ser asombrado.//∆z

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