¿Existe un jazz argentino? ¿Cómo se determina esa identidad? Este libro de Berenice Corti ―con prólogo de Pablo Alabarces― ofrece un estudio sobre la historia y la actualidad del jazz en la República Argentina, con comentarios y puntos de vista de algunos de los músicos más importantes de la escena local.
Por Juan Alberto Crasci
Preguntarse por las particularidades del jazz argentino, por los rasgos locales distintivos de esa música surgida hace más de cien años en Estados Unidos, puede resultar tan problemático como enriquecedor. Berenice Corti ―investigadora en música y cultura y Licenciada en Ciencias de la Comunicación― aborda estas problemáticas en Jazz argentino. La música “negra” del país “blanco”, editado recientemente por Gourmet Musical. Y lo hace, en primera instancia, por medio de una historización en la que da cuenta de la incorporación de ritmos como el cake walk, el two-steps, el charleston, el shimmy y el fox trot a los carnavales de Buenos Aires de 1905, o de la coexistencia del jazz con las orquestas de tango de los años 20 ―Canaro y Firpo dedicaron parte de su repertorio al jazz―, para luego centrarse en un análisis un tanto más exhaustivo del período comprendido entre los años 1996 y 2005, momento en el que la autora asistió a una gran cantidad de shows, produjo una serie de conciertos en su local Jazz Club en el Paseo La Plaza y en otros espacios culturales ―como el Centro Cultural Konex― y vivió desde adentro la apropiación por parte de los músicos del término “jazz argentino”.
Otra de las preguntas que emergen en el texto es el por qué de la negación de la tradición argentina del jazz, que tiene más de 100 años de existencia en el país y que convivió con el surgimiento del tango y el folklore como músicas nacionales ―siendo ambas deudoras de una influencia negra ―africana―, incorporada cientos de años atrás. Si el tango y varios ritmos del folklore tienen un origen “negro”, ¿cómo se los erigió como músicas nacionales? Por la capacidad de ocultar o minimizar el origen afro de esas músicas; movimiento más complicado de realizar con el jazz, ligado más fuerte y visiblemente a la tradición afroamericana, que además, en sus orígenes, no ha sufrido hibridaciones o transformaciones como sí ha sucedido con el folklore o el tango al incorporarse como nuevos ritmos a nuestro país. Porque Argentina es el país “europeo” de Latinoamérica; el que si no reniega de su mestizaje y de la influencia afro, al menos lo oculta o pretende desconocerlo, generando un punto ciego en torno a esas temáticas dentro de la música popular, y a la circulación de la reflexión de estas músicas en la sociedad.
Berenice Corti no tiene ninguna duda: deja en claro que el “jazz argentino” existe, goza de buena salud y tiene sus rasgos particulares. Y que ―es una obviedad decirlo― si bien existe gracias a la escucha y la incorporación del jazz norteamericano, la cuestión central de la “nacionalidad” de la música jazz creada en Argentina está dada por el posicionamiento. El teórico cultural jamaiquino Stuart Hall dijo que la identidad no es una esencia, si no una forma de estar en cierto lugar determinado, en resumen, es un posicionamiento. Corti analiza, por medio de entrevistas a los músicos locales, el posicionamiento que hacen estos respecto de su propia producción jazzística; la relación de esta música con la producida en Estados Unidos y en el resto de América, y con los conceptos de raza ―fundamento para nombrar las diferencias sociales y culturales―, racialidad ―proceso que adjudica a una cosa o hecho una condición específica― y negritud ―exaltación de los valores culturales de los pueblos negros―, entre otros. Resulta muy interesante leer las apreciaciones de los músicos contemporáneos respecto a su producción, a la forma en que tocan y sienten el jazz, a la improvisación, a la música escrita y a la interacción entre los integrantes de las bandas, entre otros conceptos. Podemos leer los testimonios y las opiniones de Rolando Vismara, Eduardo Casalla, Diego Lutteral, Fernando Gelbard, Carlos Lastra, Pepi Taveira, Nicolás Guerschberg, Eleonora Eubel, Fernando Lerman, Ricardo Nolé, Paula Shocron, Ernesto Jodos, entre otros tantos músicos que desfilan por las páginas del libro. Algunos se sienten más ligados a la tradición afroamericana, otros, sin desconocerla, se sienten más a gusto en un ambiente de búsqueda, experimentación e innovación. Pero en todos los casos, es enriquecedor conocer sus puntos de vista para comprender más profundamente los caminos del jazz en nuestro país.//∆z