Compartimos el texto que la escritora leyó en la presentación de la última novela de Iosi Havilio, editada por Socios Fundadores.

Por Agostina Luz López

¿Cuáles serían las palabras para hablar de Jacki? ¿De dónde debería sacarlas? ¿Del texto mismo, de mis pensamiento sobre Iosi como amigo, como persona, de mis impresiones al leerlo? Entro a Jacki de a poco, no porque el texto sea críptico pero su espesura dilata mi concentración. Lo primero que pienso es que la voz que habla quedó “impresionadísima” con el trabajo de Jacki, ¿quién es Jacki? ¿qué escribe? ¿en dónde está?

Tu trabajo tiene la fuerza de la breva… ese higo precursor más fresco que el verano…hay algo en tu abordaje, en tu lectura, en la exégesis de la mentira y ese modo entre ingenuo y demoledor que me perturbó desde la primera página, vas tramando y desovillando en el mismo movimiento.

Eso voy a tratar de hacer en este breve texto, avanzar y retroceder, tomar múltiples direcciones.

Iosi otra vez se transforma en una voz femenina, una mujer que se confiesa mayor a Jacki y que a lo largo de la conversación va a transmutar sin cesar como en un ejercicio volcánico de destruirse y regenerarse. Primero mujer, después mutante, más tarde calamar. Si hay que salir de la prisión cósmica, si hay que salir del “como si”, entonces mucho mejor ir hacia los abismos. “Morir por un hechizo, entregarse a la fábula, al indiaje”. Y ahí llega el cuerpo. Pero, ¿qué hacemos con nuestros propios cuerpos? ¿qué son? ¿de qué están hechos? ¿podemos vivir dentro de ellos y nunca más salir?

La literatura de Iosi es travesti porque él mismo lo es. Iosi puede ser todas las direcciones, puede mutar y adoptar la forma del que tiene enfrente.

Él está hecho de ramificaciones excesivas. Porque Iosi no solo sabe transformarse, adoptar otra forma, lo mejor es que él emprende un viaje subterráneo y profundo para averiguar por qué otra vez transmutó. Él mismo lo confiesa en este libro: ¡el único género posible es el transformismo!Bajo el cielo de la internet profunda, asistimos a una conversación. La mujer que le habla a Jacki dice ¡es un milagro que existas! Porque Jacki está del otro lado de la pantalla, ella promete no irse por las ramas y hacer foco, pero jamás hará foco porque tiene todo el tiempo del mundo, jura, ese tiempo justo y preciso que solo el destino te da donde podrá narrarlo todo.

Las palabras de esta mujer son monstruosas, es como un pulpo que de su cabeza habilidosa va aflorando historias, imágenes, reflexiones. Parece que le habla a Jacki pero en verdad nunca sale de escena, se va hacia sus tentáculos con la intención de cazar a su presa de mil maneras. ¿Cuántas historias tiene para contarle a Jacki? Son historias mitológicas, historias de abandono, historias de reviente, historias de Pinocho. La internet es profunda porque ahí podemos abrir el corazón con el otro que está enfrente. Lo podemos diseccionar de forma emocional e intelectual porque el cuerpo no está ahí y al mismo tiempo es profunda porque ahí nos podemos ir por las ramas. Ella se va colgando por las ramas, así hasta encontrar el bosque. Es la noche perfecta para ella, es luna llena, está el volcán que es una sombra más negra que el inframundo, hay una bruma empetrolada, va a sacar el huevo de su concha y va a seguir latiendo. Y en esta noche, solo habitarán los seres que brillan por fuera y son oscuros por dentro y que son dos veces oscuros entonces dos veces más brillantes. Solo podremos rescatar las emociones más puras que están en el fondo del pantano.

Las palabras de Jacki, la internet profunda no buscan aquietar las turbulencias de la mente como una meditación, buscan excitarlas, volverlas majestuosas, desenfrenadas pero hay una promesa, detrás de ese tumulto viene una paz. Una paz corrida y errática, la única posible. El instante que le sigue a la destrucción.

Son las palabras después de la erupción del volcán. Destruiré todo lo conocido y una nueva vida va a volver a empezar. //∆z