El festival más under de Buenos Aires tuvo otra noche de gloria con los shows de The Hojas Secas, El Perrodiablo, Hablan por la Espalda, Fútbol y el legendario Alejandro Medina.
Por Martín Barraco
Fotos: Pablo Lakatos
Poco antes de las nueve de la noche, mientras un loco pasaba pidiendo un cigarrillo a quien se le cruzara por delante, Hablan por la Espalda prueba sonido con “Colgado de Aleta”. Le seguirán más tarde El Perrodiablo y The Hojas Secas. A un costado, las editoriales arman mesas y ofrecen libros y cómics de distintos tamaños y colores, pero todos a precios más que accesibles. Es la previa del festival under más grosso de Buenos Aires. Afuera en el mundo exterior, se escucha el ir y venir de los autos por las calles sobre la calle Moreno. Los ruidos de una ciudad que no duerme, mucho menos un viernes a la noche. En el interior del Zaguán Sur las luces se apagan, y se enciende el Festipulenta.
Entre medio del público The Hojas Secas se sube al escenario. Debutantes en el festival, la banda platense recorrió las canciones de sus dos discos –Ya No Importaba Qué Dirán En El Barrio (2009) y Bailaló (2011)-, que muestran una banda con una propuesta renovadora. La voz de Lucas Jaubet es por momentos un instrumento más, que se pone al rojo vivo y se funde en los momentos más noise de las guitarras de Lucho y Santiago durante “La Solución” y “Convidé”, y generan así el primer gran momento de la noche, envolviendo todo el Zaguán con un sonido ensordecedoramente mágico.
Un breve descanso para tomarse una birra y El Perrodiablo inicia su “Invasión Infinita”. Cualquiera hubiera pensado al ver a Doma en una gamba y caminando con bastón que se lo vería más tranquilo a la hora de tocar. Error. No paraba de subir y bajar del escenario, cantando entre la gente (¡hasta se fue a cantar a la puerta!), agitando a más no poder su bastón, coronado con una calavera que tiraba luces rojas y azules de los ojos. El público estaba en llamas, gozaba con las guitarras al palo y con la batería al borde de la explosión con cada golpe de José. Banda pulenta como pocas, El Perrodiablo ofreció una rabiosa lista de temas que llenó de Rock & Roll hasta al espectador más exigente.
Luego llegó el momento que a priori se presentaba como el más emotivo de la noche. Alejandro Medina, bajista de Manal y prócer del rock nacional, se subía al escenario para compartir sus más de cincuenta años de música con los allí presentes. Solo con su guitarra y su voz llena de blues, Medina se metió al público en el bolsillo en cuestión de segundos. Las miradas se repartían entre su virtuosismo y el de Fede Terranova (Fútbol), quien lo acompañó con su violín durante el set. Canciones como “La Máquina de Matar” y “Yo Qué Sé” se llevaron todos los aplausos y ovaciones.
¿Cuántas bandas hay dentro de Hablan por la Espalda? Esa vuelta de tuerca que significó Macumba evidencia un claro desarrollo musical y colectivo de los uruguayos, que encuentran en su percusionista el Señor Faraón y el Tuca los ingredientes necesarios para su candomblues: esa mezcla blusera con texturas autóctonas es ahora el motor que impulsa la constante innovación de la banda. El arranque de su show, con “Calor En El Pecho” y “Colgado De Aleta”, son el pie justo para desempolvar aquellos viejos clásicos hardcore de sus primeros años y desatar la locura y el pogo hacia el final con “La República 451012”, en un recorrido a toda velocidad por los quince años de un grupo que deja todo sobre el escenario.
La noche estaba más caliente que nunca hasta que cayeron de la municipalidad y parecía que todo terminaba tempranito, pero tras una media hora de incertidumbre, Futbol pudo finalmente salir a la cancha (o a escena, como ustedes quieran) y con la fuerza del trío Terranova-Gambarini-Douton que hace mover a todos, la noche siguió tan pulenta como en sus mejores momentos.