En su primera presentación en Buenos Aires, el músico inglés cautivó a su público con lo mejor de su carrera solista y clásicos de Slowdive en plan folk.
Por Nahuel Ugazio
Fotos de Candela Gallo
Noche fría de eliminatorias. Mientras la selección Argentina trataba de superar a Colombia en el monumental, un séquito de seguidores del folk y el shoegaze se juntan en la puerta de Boris club en Palermo para escuchar a uno de los nombres claves del movimiento: Neil Halstead.
El músico inglés supo formar parte de Slowdive y Mojave3, dos bandas fundamentales para entender, primero el shoagaze, y luego su evolución hacia un costado más blues y folk. Luego de la separación de su última banda, Neil se dedicó completamente a su carrera en solitario, explorando las bondades de la música Folk.
La previa en el coqueto pub de Jazz estuvo musicalizada a tono. Las canciones folk y altpop aclimataban el ambiente, mientras los primeros concurrentes se preparaban para los teloneros. Manza fue el primero en pisar el escenario, con un repaso por lo mejor de Valle de Muñecas (con quienes está celebrando sus diez años) y de Menos que Cero, su anterior banda. Sumó a su lado a Pablo Font (Les Mentettes), quien acompañó las últimas canciones en el piano. Las bellas canciones de Manza siguen siendo contundentes en este formato minimalista. Con un clima parecido a lo que supo ser Folk (disco de Valle de Muñecas del 2007), Manza desplegó todo su talento para la canción.
El cantautor uruguayo Franny Glass se encargó del segundo show previo y cautivó a la audiencia con sus canciones simples y carismáticas. Dando un repaso de sus tres discos con hincapié en El Podador Primaveral, su última placa, el músico dejó cálido el escenario para, por fin, el show principal.
Neil Halstead se sentó en el pequeño escenario y comenzó a charlar amablemente con la gente, mientras afinaba su guitarra. Pidió silencio y el pub respondió solemnemente. Solo con su guitarra, y en un poco más de una hora, Halstead realizó uno de los mejores shows del año. Sostenido por las canciones de su carrera solista, el músico inglés, ahondó en momentos atmosféricos e hipnotizantes. La voz calmada y relajada jugaba perfectamente con los inquietos arpegios de su guitarra. En algunos momentos supo jugar con una pedalera de efectos, para explorar su costado más shoegazer, uno de los puntos altos del recital. El músico se mostró todo el tiempo muy simpático y nunca faltaban los porrones de cerveza entre tema y tema, donde jugaba a pedir temas al público, que en su mayoría respondían por los hits de Slowdive, lo que le producía risas.
Para deleitar a todos sus fans, realiza unas fantásticas versiones de “Dagger” y “Alisson”, dos temazos de Slowdive. Estas conmovedoras versiones, demostraron que una buena canción lo es en cualquier formato. Halstead acompaña a su obra y la lleva por todos sus momentos compositivos, sus canciones se amoldan a sus tiempos, sus caprichos y decisiones, y lo bien que quedan.
Finalizó el concierto, y Neil se aproximaba a la barra por otra cerveza. El público volvía tranquilo a sus casas, ahogados en una conmoción que con esta fría noche de otoño, van de la mano perfectamente.