Una selección de las mejores 20 canciones de Catupecu Machu en la víspera del festejo de su vigésimo aniversario.
Por Joel Vargas
Hace 20 años los hermanos Fernando y Gabriel Ruiz Díaz patearon el tablero del mainstream y crearon la banda más inquieta y experimental del rock argentino. Un reptil que cambia la piel, disco tras disco. Por sus filas pasaron músico tan disimiles como los hermanos Marcelo y Mariana Baraj, Abril Sosa, Javier Herrlein, Zeta Bosio y Pichu Serniotti. Su actual formación, Fernando Ruiz Díaz, Sebastián Cáceres, Macabre y Agustín Rocino, este próximo sábado 23 de agosto va a festejar su vigésimo aniversario. Elegimos 20 canciones que reflejan cada encarnación de Catupecu. Un icoságono, un polígono de 20 lados y 20 ángulos iguales.
“Dale!” – Dale! (1997)
El himno catártico por excelencia. La esencia de Catupecu Machu hecha canción. Te hace sentir vivo, te deja afónico, desaforado.
“Elevador” – Dale (1997)
Un grito primal desesperado de Gaby Ruiz Díaz: “la puerta, la puerta, la puerta che… del ascensor” y un bajo esquizoide dan comienzo al bardo. Fer Ruiz Díaz mete un par de violas a lo Primus y sobre una base bien derecha se convierte en un animal desaforado. Una bronquita hermosa.
“Calavera Deforme” – A Morir!!! (1998)
Que el segundo disco de una banda sea en vivo es una jugada arriesgada. Catupecu Machu se despachó con un álbum contundente grabado en el mítico Cemento: quilombo, pogo, y una crudeza inmensa. Este primer Catupecu era una cruza bastarda de Primus, con punk rock visceral, y una personalidad gigante. Un power trío demencial. “Calavera Deforme”, un clásico bardero.
“Perfectos Cromosomas” – Cuentos Decapitados (2000)
En su debut discográfico en EMI se despacharon con este hit deudor de la patria alternativa de los 90. Fer Ruiz Díaz baja un poco los decibeles y crea un clima misterioso. La banda lo acompaña hasta lo más profundo. Esta versión en vivo de su primer Obras – registrada en Eso Vive, el primer DVD que editó una banda argentina – muestra que el power trío visceral estaba para mucho más. Es el germen de la experimentación sonora.
“Cuentos Decapitados” – Cuentos Decapitados (2000)
Fer Ruiz Díaz con esta canción se recibió de gran letrista del rock argentino. El amor, uno de los tópicos eternos del hombre, es el leiv motiv de “Cuentos Decapitados”, la entrega absoluta por el ser amado. La banda crea un subibaja, un volcán a punto de estallar.´
“Cuadros dentro de Cuadros “– Cuadros dentro de Cuadros (2002)
Si en el anterior disco, Cuentos Decapitados, estaba el germen de la experimentación sonora, en Cuadros dentro de Cuadros ese germen creció y llegó hasta límites insospechados. Abrazaron los sintetizadores, Gaby Ruiz Díaz no tocó el bajo en ningún tema del álbum, Macabre se unió a la banda de manera oficial. Y “Cuadros dentro de Cuadros”, una balada inundada de violas distorsionadas digitalmente y shyntes, se convirtió en la mejor interpretación vocal de Fernando Ruíz Díaz hasta la fecha.
“El Número Imperfecto” – El Número Imperfecto (2004)
El tema que le da nombre al mejor disco de Catupecu Machu es otra manera de decir: “a la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos”. Es el comienzo de un viaje encriptado. Simbolismo y alquimia. Fer Ruiz Díaz escuchó a Borges.
“Acaba al fin” – El Número Imperfecto (2004)
Crece, endiablado, desesperado. Los hermanos Ruiz Díaz construyeron un track que te va comiendo de a poquito, te devora como Galactus. La música es una tormenta, despiadada, salvaje e insaciable.
“Nuevo Libro” – Simetría de Moebius (2009)
Los universos construidos por Fernando Ruiz Díaz oscilan entre los misterios de la matemática, el ser por ser, y los simbolismos encriptados. Recuerdos ancestrales y futuristas. Madera microchip, una síntesis, uno de sus resultados: “Nuevo Libro”.
“Mil Voces Finas “– El Grito Después (2014)
“En medio de sonidos me sumerjo y descubro nuevos ruidos” cantaba Fernando circa 2002 en “Origen Extremo”. La versión 2014 de “Mil Voces Finas” plagada de esos nuevos ruidos, no tiene nada que envidiarle a la crudeza de la original. Fer junto con Mariana Baraj (percusionista de la banda en sus comienzos) forman un dueto vocal envolvente sobre un mapa de violas que emergen de las fauces del caos. Un mantra hipnótico.//∆z