El trío, uno de los referentes del Stoner nacional, inicia una trilogía con Preludio, EP que retorna a su esencia más primal, desnuda y visceral. Por qué cinco canciones pueden constituir uno de los discos del año.

Por Pablo Díaz Marenghi

Luego de tres años de silencio, el trio conformado por Juan Manuel Díaz en guitarra y voz, Gustavo Bianchi en bajo y Federico Castrogovianni en batería lanzó EP1 Preludio, el inicio de una trilogía que explorará dilemas existenciales y ya en su primera entrega despliega paisajes oníricos, viajes psicotrópicos que se abrazan a las raíces hardcore y DIY que forjó a sus integrantes. Grabado en Buenos Aires entre abril y mayo y masterizado por Alan Douches -quien también masterizó a Sepultura, Superjoint Ritual, Bad Brains, Monster Magnet, entre otros- sienta las bases de una propuesta que se enmarca en el Stoner pero que no se limita dentro del cuadrilátero que propone el género sino más bien lo contrario: utiliza todos sus recursos como los puntales para conformar un sonido propio que se nutre a la vez de otros afluentes rockeros como el metal, el punk, el hardrock y la psicodelia. Preludio contiene cinco canciones con peso propio que trazan un paisaje oscuro, ecléptico y original. Sin dudas, uno de los lanzamientos más relevantes del 2014 a nivel local.

En “Sepia”, Díaz dispara frases en un alarido envolvente. Esculpe melodías rabiosas con su guitarra como cincel que invitan a un trip sin retorno. Riffs de guitarra distorsionados al comienzo, una batería que detona una madeja de sonidos que enrieda al Stoner con el Hard Rock y al Hardcore. “¿Dónde pensabas llegar? Todos los ríos a un mismo lugar” le pregunta Díaz a un interlocutor anónimo al cual cuestiona a puro rock valvular. “Olor a traición en cada rincón” sentencia mientras se toma un respiro a los dos minutos del track para darle la posiblidad al escucha de que recupere su aliento. Rasguidos de bajo y guitarra que parecen truenos despliegan los cimientos de un preludio que comienza a erigirse.

“¿Realmente creés que todo termina acá?” Así arranca “N.Tesla”. Otra pregunta arrojada como una botella al mar embebida en una arquitectura de cuerdas que recuerda al heavy metal, al hardrock más clásico nutriéndose de esas bases y bajos tan propios del Stoner. “La razón de la creación en cada porción de lo que soy” afirma su letra en lo que parece ser un homenaje al inventor serbio, famosos por sus descubrimientos en torno a la electricidad y al electromagnetismo. Promediando los cuatro minutos los Humo vuelven a ponerle pausa a su música y su torrente de rabia stoner decanta en un dulce arpegio de guitarra clásica y un susurro de Díaz: “Escuchándolos, escuchándolos”. Objetos no identificados que sobrevuelan la lírica del trio que con un golpe del bajo de Bianchi enlazan a “Tres” -tema tres del disco- que parece profundizar el concepto en torno a una odisea espacial. “Lejos las coordenadas, buscando el curso de un astro polar” arrojan e invitan a ajustarse el cinturón y dejarse llevar por un viaje intergaláctico hacia lo desconocido. Riffs hipnóticos que vehiculizan preguntas sin respuesta (“¿Cómo nacen los mitos”) y se entrelazan con sonidos computarizados, casi imperceptibles, que parecen ser mecanismos de la nave espacial que conduce el viaje del Cairo hacia tierras inexploradas.

El viaje continúa con “En Nubia”. La lógica del trip, que atravieza todo el disco, alcanza en el cuarto tema de Preludio su punto cúlmine enlazando sonidos psicodélicos, tempos pesados y lentos bien Stoner con guitarras Hardcore. “Dejar de ser un viajero perpetuo” ruega la voz de Díaz y detona un clima que evoca a lo desértico, ese Palm Desert que dio origen al Stoner en los EE.UU y que un trio de Ramos Mejía trasladó hacia las lejanas tierras de Nubia, al sur de Egipo. El Humo del Cairo tamizado por la voracidad del oeste bonaerense. “Gigantes” cierra el EP con la misma potencia que radica en toda la obra. Con una letra plagada de referencias oníricas y la batería de Castrogovianni otorgándole el soporte preciso a cada verso, la canción detona en un riff vehemente que destroza todo.

El Preludio Cairo queda marcado a fuego en los tímpanos de cualquier escucha sea o no adepto al género. Porque el trio repele en cada acorde a cualquier etiqueta. Porque lograron superar la mochila de adoquines con la que la crítica musical quiso adosarles -ser los herederos de Los Natas, emblemas del Stoner Nacional- y porque dejan en claro que su sonido se mantiene fresco y revitalizado por una bocanada del viento clásico del HardCore más puro y de la esencia Do It Yourself. Cualquiera que goce del rock and roll en todas sus vertientes disfrutará de un EP que posee el peso concreto de una obra discográfica más allá de su breve duración y que lo deja a uno con ansias de querer saber a dónde se dirigirá el viaje Del Cairo en las próximas dos entregas.//z

[youtube]http://youtu.be/aG_lRzZMprw[/youtube]