Curt y Cris Kirkwood continúan en sus andadas y en la tercera reencarnación de la banda lanzan Rat Farm, el décimocuarto disco de Meat Puppets.
Por Damián Jarpa
Tan disonantes y singulares como confusos en su extensa carrera, Los hermanos “Macana” Curt y Cris Kirkwood y sus Meat Puppets se encontraron con innumerables dificultades para llegar vivos al 2013 y editar su nuevo álbum, Rat Farm. Durante la década pasada y sobre todo en los 90’s no podía dejar de asociarse a los hermanos Kirkwood y sus Meat Puppets con estos siguientes elementos: estupefacientes, abuso de alcohol, cárcel e internación para el bajista Cris. Más drogas, permanentes cambios de integrantes, extensos períodos de inactividad, fallidos intentos de rehabilitación. En un momento, Curt Kirkwood, guitarrista de la banda en 2002, tuvo un proyecto paralelo con Krist Novoselic (Nirvana, Flipper) y Bud Caugh (Sublime) llamado Eyes Adrift, que se hundió en la intrascendencia.
Afortunadamente desde 2006, los Meat Puppets gozan medianamente de buena salud y lanzan discos cada dos años. Probablemente el más sólido de ellos, haya sido Sewn Together (2009), que les valió captar un poco de la atención pérdida. Más allá de eso, son leyendas y desde los ochenta fueron los primeros en mezclar la tranquilidad del folk con la desesperación y urgencia del punk. Consiguiendo lanzar sus discos más importantes como Up On The Sun (1985) y Meat Puppets II (1984) bajo el sello SST Records, cuyo dueño es Greg Ginn, fundador de Black Flag.
Más calmados y centrados, sumado al hecho de que el año pasado los encontró ocupados con el lanzamiento de su propia biografía, escrita por Greg Prato, Too High To Die (Demasiado drogados para morir), que rememora la turbulenta trayectoria de la banda.
Su nuevo álbum titulado Rat Farm es un blend de sabias melodías y dulces estribillos, con letras que hablan más que nada de la nueva vida espiritual de Curt Kirkwood y el existencialismo. Sin dejar que eso sea el único foco de atención, por otro lado queda demostrado porque Kirkwood -aún hoy- es uno de los mejores guitarristas a la hora de lanzar riffs entre-cortados medianamente distorsionados sumado a su voz parsimoniosa, que brilla en canciones como “One More Drop” y la exquisita “Down”, que cuenta con un delicado y sorprendente solo. “Leave Your Head Alone” es folk-rock, puro, de la escuela de Neil Young o de los Allman Brothers y, alejado de los llorones Fleet Foxes y Bon Iver, enseñan a la joven generación cómo se hacen las cosas.
El clima del álbum es caluroso y se respira un glorioso desparpajo por parte de ellos, que retrotrae el sonido de los fructíferos años ochenta. Llegando al final del álbum, se encuentra “River Rose” con un guiño a “Handle With Care”, de Travelling Wilburys, adornada con arpegios y licks emparentados con el rock clásico.
La última canción (“Sweet”) es certera con cuatro acordes fulminantes, y un estribillo que toca el nervio del oyente. Lamentablemente para el momento en que empezás a tararear el estribillo, la canción y el disco, ya han terminado, dejando una sensación en los oidos más que agradable, ya que los Meat Puppets, continúan sobreviviendo, reafirmando su sonido, y para los afiebrados tiempos que corren, eso parece ser más que suficiente.//∆z
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