El 24 de Mayo fue encontrado sin vida Adrián Nievas, más conocido como Toto, cantante y fundador de Adicta. Un redactor de Artezeta reconoce la influencia y el peso del grupo en su vida, y abre su corazón y sus recuerdos para un sentido texto de agradecimiento, además de elegir algunas de sus canciones favoritas.
Por Claudio Kobelt
Los noventa nos habían dejado huérfanos. La era dorada de la movida sónica se había diluido ante la falta de renovación de propuestas y sonidos, los escasos canales de difusión y apoyo, y el avance masivo del fuertemente impulsado rock barrial. Para aquellos con otros gustos musicales, otra sensibilidad y otra búsqueda, la solución estaba una vez más en el under, donde una contracultura se desarrollaba lejos de la presión comercial del hit radial y del sonido facilista para masas. Y si los medios apoyaban la exhibición simple y repetitiva de las historias barriales con vestimenta Stone, en los sótanos latía un sentir más suave y personal.
Por un lado, la escena de cantautores con Leo García, Esteban Castell, Adrián Paoletti, y Francisco Bochaton entre otros; y por otro, la escena tecnopop. O al menos así, como una escena que nos unía, la sentíamos aquellos que recorríamos pubs, fiestas, antros, en búsqueda de los 5 o 6 grupos que la formaban, cuyo máximo, mejor e imperdible referente fue, es, y seguirá siendo, Adicta.
Una vez alejado Sergio Pángaro del subestimado trio San Martin Vampire, Rudie Martínez (y luego Fabio Rey, también miembro de SMV y ex Los Brujos) se une con el cantante de Increíbles Ciudadanos Vivientes, grupo platense de culto, para formar un nuevo proyecto musical al que luego llamarían Adicta. Ese cantante era distinto a todos, por su fuerte presencia escénica, su talento compositivo y su voz inigualable, indescifrable, encantadora y pura. Con una impronta mezcla de David Bowie, Federico Moura, y Marc Almond, el cantante desgranaba con entonación dulce, andrógina y sentida una sensibilidad en llamas, expresada a la perfección en aquellas letras de amor descarnadas, baladas sobre la soledad y el drama cotidiano de existir en un mundo que duele tanto. Pleno registro de ello es el disco debut de Adicta, el inefable Shh (2000), donde un delicado synthpop se une magistralmente a esa subyugante labor vocal.
Para un puñado de jóvenes perdidos, distintos, rotos por el desamor y la existencia, esa fue la voz que los describía, la que narraba con aparente simpleza, profunda convicción, y un beat penetrante, la historia universal de la vida oscura y sin razón. Ese cantante, ese músico, ese poeta, era Adrián Nievas, más conocido por su apodo de Toto, el mismo que hace algunos días atrás abandonó su cuerpo terrenal dejando en esta dimensión un espacio vacío imposible de ocupar.
Tras la delicadeza de Shh, siguió el single Poco a Poco, con las preciosas y emotivas “Mis Discos” y el tema que da nombre a la placa (las cuales le valieran la etiqueta de “Tecno de fogón”), y luego Miedo (2003), su muy esperado y celebrado segundo LP, aquel de la tapa que homenajeaba a Soft Cell y su Non-Stop Erotic Cabaret. Por aquellos días, fue también cuando Adicta no solo revalidó su título de campeón de la nueva canción electrónica, sino que se reformuló y cambió, mutó y (r)evolucionó en algo salvaje y sorprendente.
Tras el alejamiento de Fabio Rey, el grupo incorporó a Julián Fraus en guitarra, que sumado al ingreso de Sergio Sotomayor en batería y de Mariano López en bajo, llevaron a Adicta por lugares inesperados. Fue así como ese fino trio de tecnopop melancólico se convirtió en un fuerte grupo de rock tan impactante como oscuro.
“Dark Electrorock” dijeron ellos que hacían en una entrevista, y había de eso y mucho más. Los sintetizadores, las liricas dolientes y confesionales, la ambigüedad sexual desde la estética y el beat bailable seguían allí, pero ahora convivían con una batería imparable y una guitarra afilada, agregando furor a la tristeza y potencia a la oscuridad. La angustia del ser ya no bailaba en las sombras, ahora gritaba y se sacudía bravía y animal.
Los shows de Adicta eran verdaderos encuentros, celebraciones ardientes donde se reunía un público inclasificable formado por góticos, poperos, electrónicos, los de la primera época, los de la nueva, los que se emocionaban, los que bailaban, los que hacían pogo, los que se maquillaban, y los que miraban entre extasiados y sorprendidos tratando de comprender.
En paralelo a Adicta, desarrolló un proyecto solista denominado Ciudadano Toto, donde sus liricas crudas y su emocionante voz se deslizaban etéreas sobre escuetas bases electro, canciones que eran profunda y sencillamente eso: canciones. Con todo lo simple, mágico, indescriptible y verdadero que una melodía tocada en guitarra lleva dentro de sí, y todo lo inmenso y conmovedor que solamente él podía transmitir en ellas.
Hace algunos meses, varios años después de disuelto Adicta y de su alejamiento de los escenarios, Toto resolvió volver al mundo de la música con su proyecto solista y traía consigo una nueva placa, Flores, brillos y arcoiris. Parecía haber un nuevo comienzo para el hombre que supo encontrar en el grito de sus demonios una poesía bella, cruda y triste que reflejaba todo lo que nos atormentaba, pero sus demonios fueron crueles, intensos, tanto que hace algunos días nos lo arrebataron, se lo llevaron de este plano privándonos de su don y desatando una tristeza solo comprendida por aquellos que vimos, vivimos y sentimos en Toto más que un músico, porque era mucho más que eso. Generó con su música y recitales la unión de cientos de personas, de solitarios, amigos y parejas que hoy deben su unión a la música de Adicta y Ciudadano; salvó la vida de un puñado de extraviados emocionales que al escuchar esa voz única y sus letras tan agudas entendieron que no estaban solos, que alguien los entendía.
Toto era más que un cantante, era un artista, un mago, un hechicero, un ser destinado a no abandonarnos nunca más, a sobrevolarnos y envolvernos en el abrazo cálido y eterno de su voz, un brujo bello e inolvidable que transformó la melancolía en danza, lo vulgar en refinamiento, y el tormento en belleza. Decirle “Gracias” no alcanza, es quedarse corto, quizás solo reste poner play a algunas de sus canciones, besarlo en el recuerdo, y no soltarlo nunca más.//∆z
Playlist Canciones de Adicta
“Beta” – Shh (2000)
“¿Cuántas noches puedes no dormir / si tus horas son las que se van?”
[youtube]https://youtu.be/_vBpi-4Oh9M[/youtube]
Bonus: “Imposible este viento”.
“Mediodía” – Miedo (2003)
“En lo que va del mediodía hasta la noche, mi corazón vive cien años siendo pobre”.
[youtube]https://youtu.be/G1h5UekChe4[/youtube]
Bonus: “Mis Discos”.
“Asfixia” – Tu mal (2003)
“Probé que el cuerpo no es quién se muere / después de haber amado”.
[youtube]https://youtu.be/J4iFo9gEMkU[/youtube]
Bonus: “Falto de fe”.
“Perderlo todo” – Día de la fiebre (2005)
“Tendrás mis huesos y mi cansancio y no mucho más”.
[youtube]https://youtu.be/PusG7ILhlM4[/youtube]
Bonus: “Quise la gloria”.
“Llévame” – Shh (2000)
“Haz crecer mi corazón / y úsalo si es que el tuyo se rompió”.
[youtube]https://youtu.be/l3LebdvBClg[/youtube]
Bonus: “Mi Plan”.
Bonus Track: “Esquimal” – Versión incluida en Adictism (2009)
[youtube]https://youtu.be/mbxxi_6YAME[/youtube]