Moonlander, segundo álbum solista de Stone Gossard, es un acampado musical que merodea la amenidad y amplifica la versatilidad del guitarrista.

Por Pablo Mendez

Con la soltura que provoca estar fuera del campo masivo de Pearl Jam, Stone Gossard desmantela cualquier conjetura sobre la sonoridad de su nuevo emprendimiento solista. Si bien la banda de Seattle tiene como característica imprimir de variedad su repertorio, Gossard va un paso más allá y cada pieza del disco implica una manufactura de arreglos desparramados en distintos géneros. En sintonía con la intención de otros trabajos solistas de músicos extraídos de bandas ilustres (Phil Selway de Radiohead, Albert Hammond Jr. de The Strokes), Moonlander puede abordarse como  la libertad involuntaria que genera apoderarse del propio talento sin la intromisión de otras cabezas creativas. Doce tracks que se sumergen en la plenitud de lo apacible sin que por ello falte el rock de guitarras. La voz de Gossard no es contundente, pero aunque quebrada y sin exacerbar en matices, logra ser cadenciosa y liviana.

“I Need Something Different” abre el disco con un riff que sostiene la canción a lo largo de su duración. Fraccionada en pasajes de arreglos coaccionados por distintos instrumentos, tendidos al imperio de un estribillo que asume el rol de lema y que da título a la canción. “Moonlander” es la canción que da título al disco. Incipiente y siempre al borde de la explosión, logra dejar en la expectativa la razón de su composición, un largo soliloquio musical con retazos psicodélicos y coros de sirenas ancladas. “Both Live”es la más pop de disco, con características que fagocitan al Duque Blanco. Un tono más alegre que en las urgencias biográficas de Eddie Vedder o los discursos políticos de Pearl Jam. “Your Flames”: un piano sobreimpreso en largos mantos de teclados, un solo con un wah-wah cargado de timidez. En la garganta de Stone se aglomeran las influencias de los cantantes que han acompañado su bagaje musical. En este cuarto track la constante del estribillo como eje de la canción aparece como el leitmotiv del disco.

“Battle Cry” y “Bombs Away”entran en la estricta posición antibélica que califica a todos los integrantes de Pearl Jam, intención que Gossard no abandona y en la que condensa su activismo pacífico. EnKing of the Junkies”las variables musicales muestran la fórmula inalterable del disco: esfuerzo en la construcción de una letra que más allá de su contenido, en su forma declama repetición como las viejas canciones pop. “Remain” y “I Don’t Want To Go To Bed” son porciones que han sido partidas, gemas siamesas dejadas a la suerte de su independencia, pero aún así comparten el sentido temático. Son los  tracks más introspectivos, más oscuros, más arraigados quizás a la experiencia del guitarrista. “Witch Doctor”resume cualquier opinión del disco en una frase simple: tres o cuatro minutos encendidos de potencia cancionera. Uno de los puntales por los cuales este disco perdurará bajo el síntoma del hit, el hit que se hace por la medida del talento, hit libre de la prefabricación mercantil. “Beyong Measure”rinde tributo a The Band, a Neil Young, a la siempre presente esencia autóctona de la música estadounidense. El ritmo en compás aletargado con la acústica tradicional y el slide que alarga la melodía hasta llegar al solo con chorus que disputa el protagonismo de la canción junto con la voz espaciada en la reflexión. El trabajo de cincelar cuidadosamente cada tema del disco no es sino la tarea de un producto faenado con precisión patológica, como deben ser los grandes álbumes.

Imposible opacar la trayectoria de su disco, ni musical ni publicitariamente, pero aún así Stone Gossard logra un material de una calidad no ausente de cierta clave monótona, que vale para congelar el momento musical en los oídos de sus fans: un álbum de enorme calidad. Sus años como guitarra rítmica de la banda de Seattle lo ubican en cierto lugar de respeto y con la atención abierta al máximo. Lejos de pretender funcionar como un satélite de la discografía pearljamiana, se ofrece al mundo musical como la estampa de un músico inalterado por las épocas, siempre tan propicias a géneros y ocurrencia discográficas de moda.//z

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