Get Back: ecos del futuro

Analizamos la serie que desnuda cómo fue la grabación de Let it Be de los Beatles. La intimidad de una banda a punto de desaparecer. 

Por Matías Roveta

A lo largo de más de siete horas los Beatles ensayan, componen, se rien, fuman, toman café y comen tostadas, discuten, se pelean y se amigan. Pero hay una cuestión central de fondo que atraviesa a Get Back (2021): volver a tocar en vivo o no o, mejor dicho, ¿dónde y cómo? El director Peter Jackson (quien visualizó las más de 60 horas de metraje generadas en 1969 para el documental original Let It Be, dirigido por Michael Lindsay-Hogg) dividió en tres partes su nueva versión y estiró (después de todo, esto es una serie y era necesario generar esa ansiedad típica del formato) ese desenlace conocido: el mítico show en la terraza del edificio de Apple en Savile Row el 30 de enero de 1969.

Los hechos son conocidos: a fines de 1966, cansados de no escucharse en vivo por el griterío del público y hartos de ser figuritas de la industria, los Beatles abandonaron las giras y se concentraron en hacer discos cada vez mejores. El estudio de grabación pasó a ser un laboratorio de la creación y desde allí surgieron las obras maestras de la banda como Revolver (1966) o Sgt. Pepper (1967). Pero a fines de 1968 les picó el bichito otra vez y empezaron a evaluar volver a los recitales. El proyecto Get Back (luego reformulado como Let It Be), en un principio, debía servir a un doble propósito: la idea de un disco más directo (grabado en primera toma y sin trucos de estudio; get back, es decir, volver atrás o las raíces) luego de años de experimentación preciosista y, además, la posibilidad de registrarlo en vivo y con público (la idea era producir la grabación como un especial de televisión, junto a un documental sobre los ensayos y el making off de la obra).

Pero, tal como lo demuestra el nuevo film de Peter Jackson, ese concepto de Paul McCartney –el líder absoluto de la banda- no estaba muy bien definido o, en todo caso, totalmente aceptado por los otros tres. ¿Especial de TV o show en vivo para terminar con grandilocuencia el proyecto? Ok, show en vivo, pero, ¿dónde? ¿El desierto africano, un anfiteatro romano, la campiña inglesa, un barco con la banda a bordo y otra embarcación para el público? Mientras la banda ensaya al borde del colapso en los gélidos estudios televisivos de Twickenham, una y otra vez vuelven esos interrogantes y nunca tienen respuesta. Y reina el desconcierto: George Martin indica con criterio que ese espacio preparado para rodar películas no tiene buena acústica para ensayar o grabar canciones; el director Michael Lindsay-Hogg, convocado para filmar los ensayos previos a ese hipotético show y luego producir un documental, no ve un hilo narrativo claro; la falta de rumbo se acentúa cuando los propios Beatles hacen referencia a la ausencia del mánager Brian Epstein y luchan infructuosamente por componer nuevas canciones en lugar de elegir las de su frondoso catálogo…

En ese contexto caótico, surge el liderazgo de Paul: sentados en ronda, los otros tres lo escuchan atentamente a la hora de organizar los arreglos de cada tema. Pero, cuando Macca les indica a sus compañeros que primero se aprendan sus partes antes de improvisar, genera el enojo (y abandono momentáneo) de George Harrison, quien exige que las sesiones se muden al estudio que la banda estaba armando en el sótano del edificio de Savile Row (donde funcionaba la oficina central de Apple). Ahí sí las cosas empiezan a funcionar y la presencia de Billy Preston es clave para dar finalmente con buenas versiones de los nuevos temas. Y entonces el film de Jackson sirve como testimonio de lo irrefutable: la magia de los Beatles estaba intacta, a pesar del cansancio, los roces, los egos, los rencores y la separación a la vuelta de la esquina. Aún siendo un disco desparejo y hecho en tal clima de confusión, Let It Be (1970) tiene canciones a la altura de “Don’t Let Me Down”, “I’ve Got a Feeling”, “Get Back” o “Across the Universe”.

A lo largo de las tres partes del documental, queda claro que ese concepto original de Get Back muta y cambia. Los ensayos cobran la dimensión de grabación de un nuevo disco de estudio, el documental que iba a acompañar al show televisivo se convierte en la pieza central y se descarta totalmente la idea de aparecer en TV. Pero vuelve la misma duda una y otra vez: tocar en vivo o seguir alejados de los escenarios. Paul insiste en romper las estructuras y buscar un desenlace distinto (y visual) a lo que de nuevo decantó en la simple grabación de un álbum. El ingeniero Glyn Johns, para complacer a McCartney, trae la idea del show en la terraza y Paul acepta a regañadientes porque en realidad quiere algo mejor y más producido. Pero el voto mayoritario de los otros tres inclina la balanza.

Ese registro en vivo (la última performance de la banda) ocupa casi toda la tercera parte y ahora, con sonido e imagen remasterizada, es una maravilla. Pero más seductor aún es descubrir, gracias a este nuevo y generoso corte que hizo Jackson, un montón de detalles que potencian o profundizan el conocimiento sobre la historia de la banda: luego de grabar la versión final de “The Long And Winding Road”, George le pregunta a Paul si tiene pensado incluirle arreglos de cuerdas y el bajista dice un “no sé” que suena como un no rotundo (más tarde, Phil Spector haría caso omiso a este pedido del compositor y de esta manera se aceleraría la ruptura del grupo); durante varios tramos, John insiste en reunirse con Allen Klein, el mánager que generaría el quiebre definitivo en el seno de la banda; sobre el final de una sesión, Harrison –eternamente relegado por los otros dos compositores- le dice a Lennon que viene acumulando mucho material y que tiene pensado hacer un disco solista que, obviamente, sería All Things Must Pass (1970).

También, hay ecos del futuro: “Oh! Darling”, “Something”, “I Want You (She’s So Heavy)”, “Carry That Weight”, “Jealous Guy”, “Another Day” o “All Things Must Pass” son apenas algunas de las muchas canciones que prueban y ensayan. Solamente los Beatles podían ser capaces de semejante despliegue de genialidad en tal estado de desbande.//∆z