Foo Fighters: todavía estamos acá
Por Rodrigo López

Analizamos el onceavo álbum de estudio de la banda liderada por Dave Grohl, el primero luego de la trágica y temprana partida de su baterista Taylor Hawkins. Una batería de canciones demoledoras cargadas de ambivalencia, nostalgia y rabia electrificada. 


No debe existir una tarea más compleja que la de escribir una canción desde el más puro dolor. Un sentimiento tan profundo y genuino que, por momentos, te abruma al punto de no dejarte respirar. Bueno, ahora imaginen lo que fue el proceso de creación de But Here We Are para unos Foo Fighters que van a seguir llorando eternamente la dolorosa e inesperada muerte del inolvidable Taylor Hawkins en Colombia durante su más reciente gira por América Latina.

Después de la divertida presentación que le armaron a su nuevo baterista, el legendario Josh Freese –una elección impecable y más que a la altura de los acontecimientos–, los Foo allanaron el camino para lo que seguía: un disco dedicado por entero a su histórico batero en el que consiguen hacer canción un dolor que nunca va a terminar. Donde dejan en claro que todos los adjetivos que siempre les cuadraron como banda (ajustados, precisos, profesionales y poderosos) están más vigentes que nunca. Y ni hablar del hecho principal: después de tanto camino recorrido, después de la tragedia que les tocó vivir, consiguen salir airosos con un trabajo que se posiciona como uno de los mejores de una sólida discografía.

Hay varios puntos que unen a su primera canción (“Rescued”) con la que cierra el álbum (“Rest”), pero la clave reside en considerarlo como una línea, todavía abierta, que comienza con la desesperación absoluta. Con la crónica de todo lo que se vivió en ese momento en el que la luz se apagó y que termina en un desahogo brutal. En una despedida que es, al mismo tiempo, una puñalada en el corazón. El intento de amigarse con el dolor para iniciar un nuevo ciclo. Con muchas escalas y sin apuro, But Here We Are pasa de la mezcla llena de rabia e impotencia por lo que estaban pasando al desconsolado llanto eléctrico, distorsionado y serpenteante que acepta que Taylor Hawkins ya no va a volver.

“Todo este tiempo se siente como el ayer”, canta Dave Grohl en “Under You”, un cálido repaso por las millas caminadas junto a su hermano de la vida y una confesión acerca de los diálogos cotidianos con la muerte por parte del líder de los Foo Fighters. La estructura de la canción es fresca y muy potente, logrando echar un poco de luz sobre tanta oscuridad. Buscando romper con el letargo, jugando a todo o nada, esta intención se repite al mejor estilo de la vieja escuela en la esperanzadora “But Here We Are” y en la más desafiante –lindante con el punk y el hard rock– “Nothing At All”.

Claro que posar la mirada en el futuro no quita el dolor por completo: “Show Me How” y “Beyond Me” nos sumergen en la desesperanza, en una crisis existencialista que retoma el ruego por eso que nunca más será lo mismo. Alternando entre la brutalidad guitrarrera clásica de la banda norteamericana y una base cuasi jazzera en la que predominan la dinámica y la elegancia, estas dos canciones representan el estado de ánimo que reina en el disco. Algo que se profundiza por completo durante “Hearing Voices”, una espiral que lleva a la banda hacia un estado de locura y angustia sin límites: “Escucho muchas voces, pero ninguna es la tuya”. Un eco que resuena en una guitarra y un micrófono desnudos, totalmente expuestos y sin ningún caparazón que pueda tapar tanto dolor.

La obligación de no poder vivir con una persona a la que uno ama, la injusticia que por su esencia no puede explicarse, la tormenta que nunca pasa y que abre camino al juego de los espejo. Eso es “The Glass”; un homenaje entre acústico y eléctrico en el que Grohl busca reflejarse en Taylor, verse directamente en su figura, para nunca jamás olvidarlo.

El tour de forcé tiene que estar basado en una experiencia genuina para poder impactar. Esto se cumple a la perfección en But Here We Are. Un trabajo que deja en claro que los Foo Fighters están, al mismo tiempo, poco dispuestos a escaparle al duelo y listos para enfrentar todo lo que se viene. Una ambivalencia total que es lógica en este tipo de situaciones en las que es imposible que una sola emoción sea la que empape todas las canciones. Un álbum que se resume en su gran revolución: “The Teacher”. Una pieza experimental de más de diez minutos que inserta al escucha en el sinfín de climas, atmósferas y sensaciones que revuelan en la cabeza de Dave Grohl. Una canción que nunca se calma, que nunca se queda quieta, enlazando el hard rock, el post punk, la psicodelia clásica y el rock progresivo.

Con los Foo Fighters ya de vuelta sobre los escenarios, mostrando un sonido dinámico y muy ajustado y con el disco corriendo a toda velocidad por todo el mundo, queda claro que la banda está de vuelta para no irse nunca más. A pesar de todos los golpes recibidos, a pesar de la tentación de pisar el freno ante ese dolor que no se apaga, los norteamericanos están gritando fuerte y claro: “Todavía Estamos Acá”. Es sabido que, a pesar de todo lo que se dice en las redes sociales, el rock and roll no desapareció ni necesita ser salvado por nadie. Sigue ahí más vivo que nunca. Pero en caso de que alguna de las dos cosas o ambas finalmente pasen, siempre es bueno tener a los Foo Fighters listos para el rescate. //∆z.