Antes de presentar en vivo Aullido (2021), la artista reflexiona sobre la génesis y la composición de un disco que se perfila como uno de los mejores lanzamientos argentinos del año.
Por Carlos Noro Foto de Nora Lezano
Para Aullido (2021), su octavo disco solista, Florencia Ruiz eligió potenciar todo el trabajo subjetivo e introspectivo que caracteriza a su obra: un conjunto de canciones a veces individuales y otras colectivas que dan cuenta de sus diversos sentires a lo largo del tiempo. Con producción propia y habiéndose hecho cargo de todo lo que suena, en el álbum la artista explora paisajes cotidianos que indagan en las distintas dimensiones del deseo: ese que a veces es grito primal, a veces es grito colectivo y que apuesta al encuentro con otro u otra. En once tracks que van desde el pop al rock explorando distintas sonoridades y climas, Florencia Ruiz se encuentra sin dejar de preguntarse jamás sobre aquello que nos sostiene y nos propone pensar más allá del día a día de nuestra existencia.
AZ: El disco salió en medio de la pandemia. ¿Tuvo alguna influencia a la hora de componer las canciones?
Florencia Ruiz: De algún modo, la pandemia me ayudó a animarme a ir tras el deseo de hacer un disco en completa soledad. También estuvo presente en la composición, porque comencé a extrañar personas, actividades o situaciones y apareció este sentimiento en alguna canción. Creo que en este punto la pandemia se relacionó con lo que venía haciendo.
AZ: Hay una anécdota curiosa respecto al nombre del disco y la adopción familiar de un perro. ¿Cómo se dio esa situación?
FR: Está completamente ligado a la primera noche que Olaf, nuestro perro, pasó en casa. Ya tenía casi dos años y pedía por su manada, aullaba de modo muy particular y me quedó esa idea en la cabeza, más allá de la piel de gallina que me generó su voz y ahora el recuerdo de su aullido. Un día me di cuenta de que en esta colección de canciones escuchaba mi propio aullido.
AZ: Precisamente vos venías de un disco como Rumiante (2018), que también puede referir a una acción que realiza un animal. ¿Qué encontrás en estas metáforas ligadas a la naturaleza?
FR: Tengo en mente trabajar con lo animal un rato largo. Conectarme con el no pensamiento, ir hacia lo más genuino y puro. No es que antes no lo hiciera, pero sí ahora me sucede que quiero resaltar lo animal como modo de hacer. Claramente después de bautizarme Rumiante llegó la hora del Aullido.
AZ: Tanto Rumiante como Aullido dan cuenta de una perspectiva introspectiva tuya, pero mientras el primero simbólicamente apuesta a “masticar eso que siente”, este último busca “sacar afuera”. ¿A qué le aullás en este disco?
FR: Le aúllo a todo, pero con un aullido sin rencor ni bronca. Más bien, es un modo de comunicar, de contar de qué va el deseo ahora, a dónde estoy parada y cuáles son las cuestiones que me inquietan.
AZ: Más allá del vínculo con Rumiante por ser el álbum anterior, ¿con cuál o cuáles de tus discos sentís que Aullido dialoga o retoma cosas?
FR: Con mis primeros tres discos, que son una trilogía donde juega fuerte “el no pensamiento”. Centro (2000), el primero, tiene piezas de mis dieciocho años y está bien ligado a las canciones que componía en la primera infancia: está grabado en condiciones muy lo-fi, con un power muy personal, tiene sampleos de lavarropas viejos y mucho viaje. Cuerpo (2003) ya goza de un poco más de interacción con otres y es el puntapié con el maravilloso mundo de los arreglos para cuerdas. Correr (2005), el que cierra la trilogía, lo grabé en casa con la computadora y la placa que me pude comprar con el adelanto de regalías de la edición japonesa de Cuerpo+Centro. En ese disco fui la técnica de grabación y mezclé mucho, es bastante experimental y marca un antes y un después en mi obra, con pequeños avances en la composición, detalles pero que para mí son años luz. Por suerte en los tres discos tuve la compañía de Seba Landro en mastering, que es un genio. Creo que hay mucho de esa impronta en Aullido.
AZ: De tus discos solistas, Aullido es el primero que tiene edición en vinilo. ¿Qué le aporta a tu música?
FR: Tener una edición en vinilo aporta un trabajo global distinto, un encare nuevo. El arte de tapa ya cobra otro sentido y la mezcla o el mastering, también. El hecho de saber que será editado en vinilo tuerce el rumbo conocido y es ahí donde vas encontrando personas y perfumes que modifican para siempre el disco. Haber podido hacer las fotos con Nora Lezano fue un modo de completar la idea sonora, llevarla a la imagen. Lo mismo ocurrió con la mezcla y el mastering, tanto Lupis en la mezcla como Mariano López hicieron un trabajo enfocado en la edición en vinilo. Y quedó muy, muy grosa.
AZ: Más allá de la cuestión introspectiva, vos insistís en la necesidad del encuentro con otras personas. ¿Cómo vehiculiza la música esta cuestión?
FR: La música es un hecho colectivo, dentro mío viven muchas personas. Soy mis maestros y maestras, participantes de mis talleres, mis seres queridos y la lista es interminable. Yo hice sonar todo en Aullido, pero simplemente porque estaba sola.
AZ: En el disco tocás en soledad y las canciones parecen fluir sin ser tan pensadas. ¿Fuiste percibiendo esto como una necesidad a lo largo de la composición y luego en la grabación?
FR: Tenía unas canciones elegidas para el disco, pero la instrumentación y los arreglos son totalmente improvisados. Hay tres canciones compuestas directamente en el estudio, son primeras tomas. La necesidad del aullido estuvo por delante de todo: “El aullido en canciones” creo que es lo que mejor define a todo lo que fue sucediendo.
AZ: En distintas canciones explorás sonoridades que van más allá de tu guitarra y tu voz. ¿Cómo surgió la incorporación de estos elementos?
FR: Mi amigo Mariano Keselman, quien grabó buena parte del disco y fue un gran motor, tiene muchos instrumentos y me los prestó: toqué moog, hammond y melotrón simplemente porque estaban ahí. Parte del juego de la composición, y eso de sentirme aprendiz, es muy seductor para mí.
AZ: “Canción de Amor de Flor” está dedicada a Japón y dice: “Sos mi lugar en la tierra”. ¿Qué te enamora de ese país?
FR: La compuse el día que volví a atrasar la gira, por eso arranca diciendo: “Esta canción, porque no puedo verte / Es mi canción de amor para vos”. Pero esa frase “sos mi lugar en la tierra” es medio confusa, no me queda claro si no estaba pensando en mi hijo, porque con todo esto de la pandemia tuve mucho temor de quedar atrapada en alguna ciudad y, el mero hecho de pensarme lejos de él, me sacude. De Japón me enamora la gente, tengo muchas amigas y amigos y personas que adoro, por eso aparece esta canción.
AZ: Para el videoclip de “Mi Amor” decidiste reunir a familia, amigos, amigas y en la letra decís: “Trae consigo tanta verdad, tanta sonrisa y soledad”. ¿Qué es ese amor para vos?
FR: Esta canción surgió en el estudio y está dedicada a mi marido, con quien este año cumplimos veinte años de pareja, ¡un número tremendo! La canción habla del amor, de todo amor, y el video celebra el amor de amigues, de pareja o de mamá-hijo porque así se armó el grupo que ese día pudo ir al Parque Chacabuco. También había pensado en hermanas, pero no pudieron. El amor para mi es la fuerza más grande del universo, es uno de mis dioses.
AZ: En el videoclip de “Bienvenide a irte” convocaste a amigas en tu casa para relatar una historia que tiene que ver con el cambio o con el soltar. ¿Cómo lo imaginaste vos?
FR: Tiene que ver con el decirle a algo o a alguien “Bienvenide a irte”, algo así como “muchas gracias, pero debo seguir mi camino, no hay rencor, no hay dolor”. No lo asocio con el soltar ni con el cambio, más bien con una invitación amorosa y un fuerte agradecimiento. Mis amigas estuvieron divinas, profundas y comprometidas. Cada una compartió su historia. Fue muy emocionante la filmación, el poder que tiene el grupo de mujeres es mortal.
AZ: Vos solés dar talleres para componer canciones. ¿Qué buscás vos con tus propias composiciones?
FR: Sí, soy maestra, me encanta, disfruto y aprendo muchísimo en los talleres, es lo más compartir miradas con personas tan lindas y ponerme a estudiar para poder guiar, sugerir… Componer para mí es vital, no puedo vivir sin tocar ni cantar, soy música, no sé hacer otra cosa. Hago canciones desde que tengo memoria y, ¿qué busco? ¿Qué busco?//∆z