El Mató a un Policía Motorizado, Morbo y Mambo, Violentango y más bandas cerraron a pura música un festival que nucleó a más de 200 gestores culturales.

Por Pablo Díaz Marenghi
Fotos de Willy Díaz

Domingo. Día apático por excelencia. El fin de semana termina y el lunes arremete sobre la nuca enfundado de armas de destrucción masiva: la rutina, la abulia, el tedio. El círculo del ocio da la vuelta entera pero, por fortuna, a veces se presentan ocasiones que funcionan como paliativos para afrontar estas depresiones tan domingueras. Por ejemplo lo ocurrido el domingo 28 de septiembre en el cierre del Festival FCA, organizado en el Parque Avellaneda. Allí se reunieron, a pesar de los nubarrones y las amenazas de tormentas, Cumbia hasta el Lunes, Camarones del Aljibe, Ensamble Chancho a Cuerda, Como Diamantes Telepáticos, Ramiro Abrevaya, La Calesita, Violentango, Morbo y Mambo y El Mató a un Policía Motorizado.  Nueve bandas que hicieron bailar, rockear y vibrar al público que se acercó hasta el parque para vivir un domingo atípico. Un coliseo cuyos cimientos estaban construidos de cultura. Cultura auto gestionada: alejada de multinacionales y gobiernos, organizada a puro sacrificio y esfuerzo colectivo.

Promediando las 17 fue el turno de Cumbia hasta el Lunes de dar el puntapié inicial del cierre del FCA a pura fiesta y delirio cumbianchero. Los teclados y los timbales hacían delirar a grandes y chicos que llegaron bien temprano al Parque, despreocupados por la anunciada lluvia que asustó a muchos bien entrada la mañana pero finalmente se llamó a silencio. Los Cumbia aportaron delirio, frescura y un sonido elaborado, melódicamente complejo y bien tropical mientras los rayos del sol, tenues, comenzaban a aparecer. Sonaron varias canciones de su disco homónimo y un tema nuevo –“Indio”- hasta que dieron paso a la segunda banda, Camarones del Aljibe. Una voz cálida marcaba el comienzo de “Amatista” y esta joven banda desplegaba todo su folk rock con melodías suaves, mucha percusión y ritmos cercanos al reggae. Los Camarones hacían mover las cabezas de los presentes quienes se dejaban llevar por su trance en canciones como “Nueva Era” -la historia de un viajero errante- y “Vente aquí” -guitarras que invitan a bailar y a danzar en nombre del amor. El sol se escondía pero la música y la cultura seguían vibrando. El FCA aún guardaba muchas sorpresas.

Ensamble Chancho a Cuerda prosiguió con el derrotero musical que se llevó a cabo en el escenario principal del FCA -al mismo tiempo se desarrollaban otras actividades como la feria de publicaciones independientes, música en un escenario paralelo y rarezas como “La musicleta”: un vehículo impulsado por energía cinética cargado de música y color. Los Chancho dejaron en claro que son una banda atípica: una propuesta orquestal que conjuga ritmos folclóricos con progresivo y rock fusión; saxo, violín y teclados se disuelven en un brebaje que propulsa sonidos que juegan con el silencio y la experimentación. Repasaron canciones de sus tres discos -el último, Deconstrucción, lanzado en 2014 y próximo a presentarse de manera oficial- y fueron en enlace propicio para la siguiente propuesta musical -también orquestal, instrumentalmente rica y urbana: Violentango. Próximos a cumplir 10 años de carrera, el conjunto que mixtura el tango con ritmos rockeros despertó los primeros aplausos fervorosos en el festival. La esencia tanguera contagió al público y hasta provocó que una pareja comience a bailar al ritmo del 2×4 a metros del escenario. Climas bien porteños condimentados con arreglos rockeros, una mixtura que evocaba de manera inevitable la sombra de Astor Piazzolla y sobrecargaba de armonías a un público que crecía con el correr de las horas.

Si se quisiera pensar al Festival FCA como un drama aristotélico se podría decir que la introducción fue baile, el nudo fue el sonido orquestal y la complejidad de arreglos musicales y el desenlace fue la psicodelia; el trip sonoro recargado de exponentes destacados de la nueva escena independiente. Como Diamantes Telepáticos inundó el escenario paralelo del FCA de toda versatilidad electropop mientras que los Morbo Y Mambo hicieron danzar a todo el Parque Avellaneda en un maremoto de vientos, sinthes y percusión, gestando un clima ideal para el cierre a cargo de El Mató. Una apertura a pedir de boca de los fanáticos que ya se había agolpado a metros de las vallas para poguear y moshear con locura: “Nuevos Discos” y “La Cobra”-de su última placa, Dinastía Scorpio (2012)- dieron inicio al setlist que haría vibrar a todos los seguidores de los oriundos de La Plata, cuna de las bandas más destacadas dentro de la Nueva Escena Independiente local. La voz ronca de Santi Motorizado, como escondida, saludaba y agradecía al público y a los organizadores del FCA. Luego, en cada canción, emergía de su escondite como un rugido; como un león cansado pero aún dispuesto a rugir. “Navidad en los Santos” -quizás uno de los máximos manifiestos sonoros de El Mató- hizo corear a todos su estribillo -”En la fiesta que te prometí”- a todo volumen. “Vienen bajando”, delineada por el prolijo riff de Niño Elefante, y los ya clásicos “Mujeres, bellas y fuertes”, “El fuego que hemos construido” y “Más o menos bien” fueron los puntos más altos del show.  Santi Motorizado se despide, luego de una versión prendida fuego de “Mi próximo Movimiento”, y deja a la audiencia sedienta de más. Los músicos vuelven, en el primer encore de la tarde/noche, y obsequian dos temas más: “Yoni B” -con una base de guitarra fiel al estilo motorizado- y “Chica Rutera” -cuyo riff ya resulta inconfundible para los amantes del sonido krautrock apocalíptico propuesto por los platenses-.

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A minutos de la medianoche el festival finaliza. Más de seis horas repletas de melodías variopintas y proyectos culturales para todo público. Todo bajo un mismo prisma: la autogestión. Cual venas y arterias que confluyen en un corazón y bombean la sangre en un mismo sentido. Los carriles de la cultura libre e independiente de los poderes de turno, resistentes a los embates de gobiernos que propugnan la cultura privatista y la clausura a centros culturales, el FCA resultó victorioso y su latido aún resuena.//z