Lexter, La Ola Perfecta es el primer protagónico en el cine tras dos décadas en la radio. Un diálogo luego de la presentación en el Festival Internacional de Mar del Plata.

Por Santiago Berisso

Decir cosas. En parte, hemos llegado a este mundo para decir cosas, para sentirnos mínimamente relevantes, dejar algún tipo de marca que implique el recuerdo de alguno que vendrá. Y a la radio le queda bien el traje que esa necesidad anda pidiendo. Lexter, La Ola Perfecta es la película que Luis “Hitoshi” Díaz está presentando en una nueva edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

A su dirección y guión, los acompañan las participaciones de Pablo Fábregas, Nicolás Eisen y Mane Caballero, en el marco de una historia diseñada para todo aquel que el hacer o escuchar radio (incluso pensarla) le ha sabido quitar algo de sueño. Todo intercalado por pequeños registros en falso documental que cuenta, entre otras voces, con las de Sebastián Wainraich, Clemente Cancela, Bobby Flores, Sergio Marchi y el Ruso Verea.

Lexter (Fábregas) es una vieja gloria radial con el ánimo estropeado y Blas (Eisen) un estudiante de comunicación que da sus primeros pasos dentro del universo radial. Tiene que presentar su tesis y como enfoque de la misma lo ha elegido a él, su mítica figura, aquella que permitió, en los ochenta, el desarrollo de una escena que se hermanaba en un trípode: Radio, bandas y periodismo. Lexter cree que ya todo es pasado, mientras que lo único que Blas quiere es comerse la cancha. Para uno, la magia radial no es más que sentarse frente a un micrófono. Para el otro, la inigualable oportunidad de alzar su voz ante el mundo.

Al finalizar su segunda función en el festival, dialogamos con Pablo Fábregas, protagonista del film.

AZ: ¿Cómo te sentiste al verte a vos mismo trabajando? ¿Es tu primera incursión en el cine?

PF: Tuve dos participaciones chiquititas, siempre en el cine independiente y que me encantaron. Es difícil. Con el correr de la película me fui aflojando, pero me veo y sólo veo errores. Hace veinte años que hago radio y cada vez que me escucho, sólo escucho errores. Así que es normal eso. No es de autocrítico loco, no es que soy un tipo que no se permite disfrutar o relajarse, pero… me gustaría hacer todo de vuelta (risas). Me encanta cómo quedó. No dejó de sorprenderme el ritmo que tiene la película, pero bueno, no podía dejar de verme y criticarme.

AZ: Más allá del vínculo originado a partir del ámbito radial con Luis, ¿qué fue lo que te resultó más atractivo a la hora de querer ser parte de la película?

PF: Luis me venía contando de la película y hablábamos mucho de radio. Cuando compartíamos el lugar de trabajo, él entraba temprano y yo los últimos minutos no hago nada, estaba girando por ahí y charlábamos mucho sobre radio, discutíamos mucho sobre radio. Nos apasiona el medio, realmente. Entonces, cuando me cuenta de qué se trata la película, el personaje y me tira un quiero vale cuatro: ¿te animás? Y yo le digo que me animo, el loco sos vos que en lugar de contratar un actor profesional  vas a jugártela conmigo. Me tiró una mochila muy linda que agarré y espero haberla agarrado con responsabilidad. Me atrajo eso. Venía de Luis, hablaba de radio y había un personaje roto.

AZ: ¿Cómo creerías que se distribuye la responsabilidad respecto al fenómeno de la idolatría? ¿Hay más del que está en el poster pegado a la pared o del que lo mira?

PF: Creo que es un juego al que jugamos todos y somos todos un poco culpables. A mí me gustan los ídolos que hacen fuerza por bajarse del pedestal. Y al decirlo, quizás, lo estoy idolatrando y entramos en un círculo vicioso. No entendía mucho sus discos y me resultaban un poco lejanos, pero siempre valoré mucho de Spinetta eso de decir no me rompan las pelotas con eso de que soy un genio. No sé si es genuino o no, pero valoro que se haga. Tengo un gran aprecio por David Byrne, también. Es un tipo que está todo el tiempo como diciendo no quiero ser un ídolo. Hago cosas, hago discos, estuve en una banda brillante. Entonces, me parece que es una responsabilidad de bajarse por parte del ídolo y nuestra por el lado de no idolatrar más gente. Quedémonos con su obra.

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AZ: ¿A la hora de encarnar el personaje de Lexter, sentís que te resultó fructífero el hecho de venir de ese ambiente y conocerlo, o eso mismo podría haberte jugado en contra?

PF: Creo que ayudó porque Lexter está armado con algo que tenemos todos los que hacemos radio que es, en primer lugar, el amor incondicional al medio, sin embargo tanto los que estamos hace mucho en esto, como los que están hace poco, tenemos un montón de críticas y el medio nos dio reveses, nos dejó sin trabajo, no nos reconoció cosas y, a veces, nos hubiese gustado estar en otro lado. Me parece que en esa dualidad está armada el personaje y creo que viene bien que esté escrito y actuado por gente de radio.

AZ: Hacés radio, escribís, hacés stand up y actuás. ¿Encontrás muchas similitudes entre estas disciplinas o son lenguajes que hay que abordar de maneras completamente diferentes?   

PF: No me cabe la menor duda de que son lenguajes distintos. Subirte a un escenario a hacer stand up, estar al aire en una radio o ser guionista, son todos lenguajes distintos, pero no hay que setearse tanto, te empuja solo. Si te gusta, el oficio te lleva para el mismo lugar. En el peor de los casos podés hacer tres cosas que impiden, por ahí, ser un erudito en una de ellas, pero a la vez se enriquecen. El año que viene se estrena una sitcom que escribí junto con Alejandro Turner y Darío Frégoli, y creo que está empapado de lo que hice con Luis, de lo que hago con stand up, de lo que sé de teatro y de radio. Creo que todo se nutre y se afecta.

AZ: Antes de que comenzara la proyección, mencionaste el cine es un no hay. No hay plata, no hay tiempo. ¿Cómo viviste esa premisa en relación con los tiempos de trabajo a los que estabas acostumbrado?

PF: Ahí me volví loco. A mí me tocaba la parte más fácil de todo esto. Veía un equipo grande de gente poniéndole mucha garra, mientras yo me desesperaba con los tiempos porque en el cine es todo dentro de tres años. No puedo concebirlo eso. De una escena a la otra, quizás, se pierde una hora y media de puesta de luces y yo trabajo en cosas donde todo ocurre cada cinco minutos. Me costó adaptarme, pero hay un equipo de gente haciendo que todo ocurra para que éste gran no hay se transforme en un podemos. Esto que transmite Luis lo tengo guardado, también. Esta cosa de hagámoslo, no busquemos excusas. Querés hacer una película, hacela. No rompas las pelotas. Buscá gente.

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AZ: La idea de cambio, ya sea por su presencia o su ausencia, en el universo radial, es una temática que se trata en la película. En este sentido, podríamos llegar a mencionar la inserción de la imagen en el aire radial, la posibilidad de utilizar recursos visuales…

PF: Esta idea de que salga por streaming, que salga visualmente lo que está ocurriendo al aire, hace mucho tiempo que la están metiendo y no termina de entrar. Creo que naturalmente hay un rechazo a que ocurra eso. Está buenísimo transmitir cuando a Metro viene una banda, que se le ponga unos tachitos de luces y que vos puedas disfrutar de eso visualmente, pero sigue siendo tres mil usuarios versus cincuenta, ochenta o trescientos cincuenta mil. El video es para unos pocos que tengan ganas de no hacer nada más que ver algo que está pensado para que escuches.

AZ: Es habitual que uno, como espectador, quiera sentir cierto tipo de identificación o vínculo con los personajes que observa, cuando va al cine. ¿El actor, en tu caso, busca algo similar con el personaje que interpretará o la distancia con el papel puede significar un desafío interesante?

PF: Sí, te identificás con todo, hasta con Bruce Willis y la verdad es que nada de su vida de ficción ni realidad tiene algo que ver conmigo. Es que me parece que las personas, el ser humano en general está hecho de una esencia. Hay algo en lo más básico del ser humano que nos atraviesa a todos, por eso que creo que está buenísimo encontrar esas cosas esenciales y que de la pantalla vayan al espectador. Creo que en los grandes personajes pasa mucho. El Padrino: ¿Por qué me identifico con un tipo que manda a matar gente? Pero, en realidad, no me estoy identificando con el asesino, sino con la parte humana, el odio, las ambiciones. Lo inherente al ser humano nos atraviesa, al capo mafia, al Papa, Máxima Zorreguieta, Ginóbili y a mí.//∆z

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