Hablamos con Ezequiel Alemian sobre Impresiones, una selección de críticas, entrevistas y perfiles editada por Editorial Excursiones. Indagamos sobre su carrera, sus gustos y cuál es el papel de la crítica hoy en día en Argentina.

Por Joel Vargas

A la hora de escribir una reseña uno está atravesado por la subjetividad, gustos personales, lecturas previas. El periodista, el crítico, son formadores de opinión y problematizan el papel de la literatura. El año pasado Editorial Excursiones editó Impresiones, una selección de notas de Ezequiel Alemian. Un libro donde desde diferentes aristas, reseñas, entrevistas y perfiles, se analiza a la literatura contemporánea, con interrogantes como esta: ¿Quién es más profesional: el que escribe en el centro del corazón de la historia de la literatura o el que lo hace en el centro del corazón de la industria editorial? “. Al preguntarle si se considera un crítico, Alemian contesta: “La verdad es que no tengo una idea definida de lo que se entiende por crítico. Es una figura que se me deshace en prácticas, en saberes, en objetivos distintos. Se deshace o nunca se arma. A lo mejor en algún momento existió. No precisaría el concepto, más bien lo abriría, lo ampliaría. Para mí un crítico es un escritor.”

AZ: ¿Cuáles son tus métodos a la hora de abordar un texto?

E.A: Me dejo llevar por lo que entiendo que me va proponiendo cada texto, Me dejo convencer por su poética, me entrego a él, y desde ahí lo pienso, desde adentro. Intento trabajar en el mismo sentido en que trabaja la poética del texto, desplegar su singularidad, extenderla incluso. Las críticas que más me gustan son las que llevan las consecuencias, las proyecciones, de una poética, hasta alcanzar conceptos nuevos. Por definición, creo que si hay una singularidad hay una verdad.

AZ: George Steiner en el primer capítulo de Presencias Reales (1989) describe una sociedad donde no existen metadiscursos,  ya sean críticas, reseñas o artículos periodísticos.  Y afirma que las artes “liberadas de la energía de la interpretación y las disciplinas de la comprensión (…) existirán y evolucionaran en esta comunidad imaginaria sin ser examinadas ni valoradas”.  Steiner plantea que “hay un predominio de lo secundario y lo parasitario”, y “una idea radicalmente falsa de las funciones de la interpretación y la hermenéutica”. ¿Estás de acuerdo con las afirmaciones de Steiner? ¿Cuál es el papel de la crítica hoy en día en nuestro país?

E.A: Ignoro cuál es el papel de la crítica, un poco por lo que decía antes. Casi que también me gustaría animarme a decir que no me importa cuál es “nuestro país”. Para mí el trabajo de la crítica consiste básicamente en desarmar posiciones.

 AZ:   En otro texto Steiner se pregunta: “¿Quién sería crítico si pudiera ser escritor?”.  En la entrevista que le hiciste a Enrique Symns, él te responde: “todos los grandes escritores son periodistas”. Dos puntos de vista totalmente opuestos. ¿Con cuál estás de acuerdo?

E.A.: La frase de Steiner es predictiva, ordena el mundo, lo comprende y extiende su razón sobre las cosas, se proyecta sobre todos nosotros. La frase de Symns es la constatación de una experiencia determinada, propia, se circunscribe a ella. Ya en cuanto a entonación, estoy mucho más cerca de la de Symns. La frase de Symns, por otra parte, recoge algo que me gusta, y es el aspecto testimonial, muchas veces residual, que tiene la literatura. Literatura: creo que Symns habla de la narrativa que se constituye o tiene su mejor expresión en el siglo XIX.

AZ: ¿Tú trabajo como periodista se ve influenciado por tu obra de ficción y viceversa? ¿Se retroalimentan o van por caminos separados?

E.A.: Los pienso por separado. También pienso por separado cada cosa que hago en ficción. Y cada nota que me encargan o que propongo. Cada texto que escribo pide una manera diferente de ser resuelto.

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AZ: Roberto Bolaño en Entre Paréntesis (2004) plantea tres líneas en la literatura argentina que se abren post -Borges, una es la línea de Osvaldo Soriano a la que califica de simplista y popular, la línea de Arlt-Piglia donde ve que no hay escuela posible y por último la de Osvaldo Lamborghini, una corriente secreta donde César Aira es su mejor discípulo. Su conclusión es releer a Borges. ¿Estás de acuerdo con estas tres líneas? ¿Siempre hay que volver a Borges?

E.A.: Con Bolaño no estoy de acuerdo ni en desacuerdo. Hay un punto en que me deja perplejo. Su taxonomía me recuerda al idioma analítico de John Wilkins. Con respecto a Borges, lo pienso como un escritor que está escribiendo ahora, al lado nuestro. Es nuestro contemporáneo, no hay que ir a buscarlo a ningún lado.

 AZ: Te dedicabas al periodismo financiero y en el 2008 decidiste volcarte al cultural. ¿Cómo tomaste esa decisión?

E.A.: Fue un  proceso largo, de varios años, incluidos un par que pasé prácticamente sin trabajar, gracias a un retiro voluntario. Para que la posibilidad de la decisión existiera necesité de mucho tiempo libre.

 AZ: ¿Cuáles son los libros y autores que más te marcaron?

E.A: Muchos… Descubrir a los posmodernos yanquis modificó de manera bastante perdurable el centro de gravedad de mis ideas sobre la narración. Por otra parte, no puedo evitar sentirme cuestionado por lo que escriben los colegas y los amigos. Siento una fascinación recurrente por el libro Larva, de Julián Ríos.

 AZ: ¿En qué estás trabajando actualmente?

E.A: Estoy traduciendo, o versionando, muy libremente, del inglés, y a la prosa, David de Sasún, la epopeya nacional armenia.

 AZ: ¿Con qué Ezequiel Alemian se van a encontrar los lectores en Impresiones?

E.A: A los lectores les aconsejaría que se olvidaran de Ezequiel Alemian. Impresiones es un libro sobre literatura, sobre escritores, sobre textos. No es un libro sobre mí. Ojalá los artículos los incomoden, movilicen su pensamiento sobre la literatura.//∆z