Con su primer disco, Bestia Bebé confirma porqué es uno de los tesoros mejores escondidos de la nueva escena independiente.

Por Nahuel Ugazio

Fútbol, amigos, barrio y punk rock. Ya desde el principio (y aún más, con el arte de tapa) la impronta del disco debut de Bestia Bebé esta marcadísima. En su primera producción oficial, la banda de Tom Quintans (quien también integra Go-Neko!), propone un recorrido por doce tracks certeros e hipnóticos. Puro espíritu adolescente, nostálgico y ramonero.

Las canciones de Bestia Bebé son de potrero. No por falta de profesionalismo, sino porque están repletas de pasión y sinceridad. Piezas que reflejan un amor desinteresado al formato canción, a la contundencia de los estribillos arengadores, y los arreglos tan simples y maravillosos como el placer de jugarse un fulbo bajo la lluvia.

Canciones como “Omar”, “Lo quiero mucho a ese muchacho”, “Wagen del pueblo” y “Luchador de Boedo”, vienen a proponer nuevas melodías que bien podrían ser coreadas en la cancha, como ya son cantadas en cada uno de sus conciertos en vivo.

Bestia Bebé se hace eco también en la cultura popular. Paladines del futbol y las películas de acción, nos desvelan con líneas homenajeando a grandes antihéroes como Rocky Balboa y el futbolista uruguayo Rubén Paz.

No todo es desenfreno y velocidad. “La mentira del verano”, “Sagitario A”, y la descriptiva “Estamos Bien”, proponen una mirada distinta, más intimista, personal; por momentos, llegan a estar entre lo mejor de un disco que es parejo por todos lados.

Bestia Bebé ya se cuela entre los mejores discos del año. Seguramente no será escuchado por el grueso del público rockero, pero no nos importa. Porque tal como dicen en “No me importa verte perder”, los verdaderos ganadores… son los perdedores.//z

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