Una reflexión sobre la serie médica más importante y su polémico episodio final

Por Luis García Fanlo

“House M.D.” se inscribe en uno de los géneros televisivos más clásicos y originarios, el drama médico, reconociéndose en una línea genealógica que se remonta a “Ben Casey”, “Dr. Kildare” y “Quincy M.E.”, pero que también incorpora elementos de la novela policial y del teatro shakesperiano, adquiriendo características etnográficas al ficcionalizar casos médicos reales. Ahora bien, ¿fue una serie transgresora o esas aristas disruptivas que encarnó magistralmente Hugh Laurie en estas ocho temporadas fueron solo un simulacro para atrapar a la audiencia? La respuesta a estas preguntas, en este tipo de series, solo se resuelve en el episodio final y en su capacidad de producir o no una discontinuidad radical en su regularidad serial.

Sin embargo, “Everybody Dies” nos deja con la gran duda. Y esta duda no tiene que ver con la composición dramática del episodio, que es casi perfecta, ni con la controversia conceptual que nos propone al plantear la cuestión de la vida y la muerte no de los pacientes sino de los médicos. La duda surge porque nos queda la sensación de que la octava temporada estuvo de más y que el final abierto que nos propone ya estaba claramente planteado en el episodio “Moving On” con el que cierra la séptima temporada. De todos modos el final de “House” será controversial, como lo es el de toda gran serie que, inevitablemente, no puede dejar conformes a todos sus seguidores.//z

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