En No bien abran las flores (2022), su nuevo disco de estudio tras ocho años, Eterna Inocencia elige transmitir un mensaje de esperanza tras el impacto de la pandemia.
Por Carlos Noro
Fotos de Chino Zavalía
Más allá del obvio impacto a nivel salud pública, la pandemia generó -y sigue generando- una serie de consecuencias a nivel simbólico que todavía la sociedad en su conjunto está tratando de asimilar. El exagerado pesimismo, el descreimiento o la sensación de pérdida de fe en la humanidad, son algunos de los efectos que sobrevuelan el ambiente e incluso hacen mella en los discursos que circulan en redes sociales y medios masivos de comunicación. Ante esto, Eterna Inocencia propone No bien abran las flores (2022): un disco atravesado por la pandemia (terminó de ser compuesto y grabado en medio del ASPO) y que ofrece una serie de respuestas esperanzadoras frente a la incertidumbre que aún repercute en muchas personas.
El álbum cuenta con una sonoridad que deja de lado la velocidad del hardcore para apostar por la cadencia post punk de grupos como Joy Division o New Order, y por la sensibilidad cancionera de The Smiths y The Cure. Esta vez la potencia poética de Guillermo Mármol propone ir más allá de la mirada miope sobre el presente para ver, con una mirada colectiva, el futuro: “La apertura de flores representa un renacer y siento que, de algún modo, es por lo que estamos atravesando”, dice el cantante en diálogo con ArteZeta, mientras enfoca su mirada en un devenir que tal vez sea posible.
AZ: Desde que editaron Entre Llanos y Antigales (2014) hasta el lanzamiento de No bien abran las flores (2022) pasaron ocho años. Más allá de haber lanzado un disco en vivo en 2018, es la mayor cantidad de tiempo que se tomó la banda para editar un disco de estudio: ¿Qué pasó en el medio y cuánto afectó la pandemia a la recta final de la composición y la grabación?
Guillermo Mármol: Es verdad, son ocho años de silencio discográfico, ¡mucho tiempo! En nuestra defensa podría decir que queríamos hacer un disco bien sólido, que nos entusiasmara y renovara. También, es cierto que hasta que llegó la pandemia no dispusimos del tiempo necesario para encerrarnos a terminar un montón de ideas que estaban dando vuelta. En este sentido, la pandemia nos benefició porque, al tener que detener sí o sí todo lo que tiene que ver con presentaciones en vivo, giras y otras cosas, no tuvimos otra alternativa que terminar de cincelar lo que ya habíamos desbastado. Utilizo las acciones de un escultor como metáfora porque creo que hacer un álbum de música se parece en más de un aspecto a hacer una escultura o un cuadro. Es un desafío llegar a la obra final.
AZ: Ustedes insistieron en decir “este disco es nuestro refugio” para definir a No bien abran las flores. ¿Qué significa esto?
GM: Significa que no sólo el disco, sino la banda, fue nuestro refugio. En una situación extrema como la que transitamos, decidimos tratar de aportar una luz de esperanza frente a lo que vendría después. Por eso las canciones oscilan entre la melancolía y la idea de que habría una salida frente a un suceso tan doloroso como inédito para toda una generación.
AZ: A nivel artístico, la post pandemia trajo en la mayoría de los casos una especie de encierro subjetivo y pesimismo. Sin embargo, ustedes proponen esa visión esperanzadora a futuro que mencionás. ¿Cómo la sostienen en un mundo donde todo parece complicarse más y más?
GM: En mi caso no dejo de pensar como historiador y tengo en claro que las pandemias son tan devastadoras para la historia de la humanidad como también una oportunidad para repensarnos y repensar las prioridades que deberíamos asignarle a nuestra cotidianidad. Con esto quiero decir que, con el encierro forzoso, pudimos comprender la importancia de un abrazo, de un beso, del compartir o de pasar un buen rato con amigos yendo a un concierto de rock. Todas las pandemias dejan una enseñanza y entre estas enseñanzas está el valorar la vida. Por otra parte, también es cierto que estas situaciones hacen que la humanidad recurra a la creatividad e inventiva, razón por la cual seguramente en la Europa de la Edad Media la crisis del siglo XIV promovió la expansión agraria del siglo XVI o la crisis del siglo XVII impulsó el capitalismo. Y de ese modo, la pandemia del Covid en 2020 potenció la revolución tecnológica. La historia nos enseña que, necesariamente, hay luz al final del camino, pero nosotros tenemos que ayudar a que las cosas buenas sucedan.
AZ: Sin embargo, uno de los resabios de la pandemia tiene que ver con que se acrecentaron las interacciones digitales, que incluso generaron más fobias al intercambio cara a cara ¿Qué respuesta desde lo discursivo le dan a eso, teniendo en cuenta que ustedes siempre fueron una banda que pusieron el cuerpo a distintas causas?
GM: Creo que hay que comprender a quienes están atravesando un momento difícil en esta salida improvisada de la pandemia. Y digo improvisada porque nadie tiene la fórmula sobre cómo actuar ante situaciones inéditas para los contemporáneos. Así y todo, creo que deben respetarse los tiempos de cada persona. Pero, además de respetar, debemos alentar, siempre motivando, siempre apuntalando. Ayudar a aquellos y aquellas que transitaron esto de manera traumática es, en definitiva, una responsabilidad colectiva.
AZ: Desde el disco también parece haber una respuesta a esto, principalmente porque en las canciones hay un gesto de interpelación explícito y a la vez poético. Teniendo en cuenta tú día a día como trabajador de la educación, ¿qué tan atento estás para que tu discurso no pierda vigencia y esté anclado en lo real que se vive en las calles?
GM: En este sentido, desde hace un buen tiempo trato de transmitir un mensaje positivo desde las letras. Creo que tanto jóvenes como adultos necesitan ser acompañados por la música y por los buenos sentimientos. De esa manera contribuimos verdaderamente a un mundo mejor. No tengo ganas de algo distinto a apuntalar emotivamente a las personas en un momento tan delicado como el que estamos transitando. Seguramente hay algo de eso que me vincula a mi profesión como docente de la escuela media, creo que puedo percibir en el día y en el cara a cara cada una de esas dimensiones.
AZ: En el disco también hay algo de melancolía del pasado pre pandemia: recordar el pasado sin tanto sufrimiento. ¿Vos lo sentís así?
GM: Tiene muchos pasajes de melancolía porque la melancolía ya está presente en toda la obra de Eterna Inocencia. Después de todo, crecimos escuchando bandas como The Cure o Joy Division, y recién un tiempo después vino todo lo demás. La melancolía encierra eso: no es un estado necesariamente cargado de negatividad, pero sí de añorar el tiempo que pasó a modo de conservación de los buenos recuerdos.
AZ: Precisamente en el álbum se pueden intuir influencias clásicas en ustedes, como Bad Religion o Social Distortion. Pero también hay algo del post punk de Joy Division, New Order o The Cure que tal vez antes no era tan explícito. ¿Por qué decidieron ir para ese lado?
GM: Como decía en la pregunta anterior, antes del punk melódico y el hardcore escuchamos a esas bandas gracias a nuestros hermanos mayores, quienes de alguna forma fueron nuestros referentes. Por eso, creo que entendemos bien cómo transitar ese estilo de música. De hecho, con Roy (Ota), nuestro guitarrista, supimos tener una banda anterior a Eterna Inocencia: hablo de hace más de treinta años atrás, éramos muy niños y nos faltaba pulir bastante lo que queríamos hacer. Ya en aquella época nos sumergimos directamente en el hardcore y el punk, aunque ya había algunos destellos de canciones tranquilas. Ahora eso se acentuó mucho más y en estos últimos años se terminó de definir.
AZ: “Somos satélites de una galaxia que quizá pronto vaya a desaparecer”, cantás en “El Naufragio”, algo que puede ligarse tanto a una perspectiva ecológica como a los valores que ustedes pregonan como banda. ¿Cuál es tu manera de entender la canción?
GM: La canción se llama “La empresa del naufragio” y el nombre se lo debo a Minner, un amigo de Campana (Buenos Aires) que recurre frecuentemente a este concepto que nosotros trasladamos a nuestro quehacer cotidiano como banda. En realidad, tiene que ver más con hacer las cosas por nosotros mismos, desde grabar nuestros discos a llevar adelante nuestras presentaciones. Cuando uno ve el devenir de la industria cultural en la actualidad, moverse de esta manera dentro del mundo de la música para muchos no es una opción sino un único camino. Para nosotros es un estilo de vida, ligado a los contravalores más genuinos del punk.
AZ: La canción “No bien abran las flores” tiene como invitada a Marina Fagés. Teniendo en cuenta que además es el título del álbum, ¿por qué decidieron invitarla y cuánto define el pulso lírico y sonoro del disco en general?
GM: Con Marina nos conocemos hace tiempo. Ella ya había hecho dos versiones de canciones nuestras que, a mi parecer, quedaron mucho más bonitas que las originales. Desde ese momento empezamos a invitarnos y a enriquecer simultáneamente las obras de cada uno. Es por esta razón que la elegimos como voz para que nos acompañe en una de las canciones insignia del disco, con la intención de darle a ese tema la impronta que merecía. La canción habla de dos personas separadas por una pandemia, pero también puede ser por una razón de fuerza mayor o simplemente porque las cosas ya no funcionan. Creo que ella hizo un muy buen trabajo en ese sentido y a futuro estoy seguro que continuaremos colaborando mutuamente para así tributar a cientos de cantautores que hicieron lo mismo y dejaron a posteriori una obra que hoy todos podemos disfrutar.
AZ: Algo muy frecuente en el disco es el recurso poético de utilizar los paisajes y elementos de la naturaleza (mares, montañas, espinas o tierra) para explicar lo que le sucede al yo narrativo de la canción. ¿Cuál es tu vínculo en general con la naturaleza?
GM: Muchas veces apelamos a metáforas que hacen alusión a las fuerzas naturales: el agua del río, el viento intempestivo, las llanuras interminables, el silencio de las cumbres de los cerros. Creo que todo eso está tallado en lo más profundo de nuestra alma y conecta a quien escucha el disco con nuestros paisajes cotidianos, que son de alguna manera la arcilla que modela en gran parte nuestra obra. Esa es la principal razón de por qué recurrimos frecuentemente a este tipo de lugares.
AZ: Una de las cuestiones que identifica a Eterna Inocencia es la idea de la autogestión. ¿Cómo se resignificó esto luego de la pandemia?
GM: No sé si fue tanto la pandemia como la revolución tecnológica de los últimos años lo que resignificó ese concepto. Cuando empezamos como banda, la única prensa posible era o bien los diarios que todos conocemos o bien nuestros fanzines, un ejemplo de autogestión por excelencia. También, las radios independientes hacían su aporte, pero el grueso de la información estaba centralizada. Para grabar un disco tenías que ir sí o sí a un estudio de grabación, era muy difícil imaginar hacerlo en tu propia casa. Algo similar sucede con la fabricación de los discos: excesivamente cara, hacía privativa prácticamente la posibilidad de editar tu propio material si no lo hacías a través de una compañía. Hoy podés subir tu música a la nube en diferentes formatos para que todos la puedan disfrutar. En ese sentido, creo que los últimos años promovieron una profunda transformación que a nosotros nos impactó positivamente.
AZ: En “Cuando salgo a tocar” parece que hacés una especie de racconto de tu propia historia y de lo que han logrado. ¿Qué fue lo más difícil de construir y de mantener todos estos años?
GM: ¡Claro que sí! Porque hablo de mi hermano mayor, menciono a las bandas que antes tuvimos quienes actualmente tocamos Eterna Inocencia, describo “los amaneceres lejos de Buenos Aires”, en una clara alusión a los conciertos que se dan en otras regiones distantes de casa, y finalizo diciendo que en esa canción “suenan todas nuestras bandas” y que “con nosotros están nuestros amigos y sus bandas”. Es claro que Eterna Inocencia existe porque existió un camino previo que todos tuvimos la dicha de transitar. Es una canción a modo de homenaje por tantos kilómetros recorridos acompañados por la magia de la música.