Pablo Dacal & Nacho Rodriguez inauguraron el jueves la serie de conciertos del segundo ciclo de “Hay Otra Canción” en el ND Ateneo. Se vibró en intimidad y armonía en una velada colmada de invitados y risas, augurio esperanzador de los tres shows que están por venir.

Por Luján Gambina

Fotos por Gisela Arevalos

Una horda de niños se acomoda en las filas de atrás. “El que se sienta, no se levanta más”, indica el adulto responsable. Allí una de las sorpresas: el Coro Moreno va a participar del recital. Formando una fila a cada lado, suben los chicos que viajaron desde la localidad del conurbano bonaerense, y nueve y media puntual entonan “El corazón es el lugar”, y de esta forma inauguran el primero de la serie de cuatro conciertos de esta segunda edición de Hay Otra Canción.

Nacho Rodríguez por la derecha y Pablo Dacal por la izquierda hacen su aparición en escena, se sientan sobre el borde del escenario y se acoplan hacia el final del tema. Sentados, pero ya en el centro, cada uno con su criolla y sin cables ni peros, se despachan con “La Ronda”, el segundo track del disco Magma Elemental de Onda Vaga, uno de los múltiples proyectos musicales de Rodríguez.

Dacal abandona el escenario, es el turno de Nacho. Con su cuatro venezolano dispara los primeros acordes de “Otro ritmo” y es el as del que se vale para crear ese hábitat de canción minimalista, melódica y sensible que lo caracteriza.

El escenario está dispuesto de tal manera que invita a sentirse en intimidad: Un living con sillones, banquetas, lámparas apoyadas sobre mesas bajas y bombitas amarillas que flotan sobre las cabezas de los músicos. Suben Los Caracoles: Jano Seitún en contrabajo, Facundo Flores en percusión y ahora sí: baila, baila mi corazón!

De la mano de una anécdota de un viaje a Traslasierra, suena “Escuadras”. Quién podría dudar de que fuera ése el destino vacacional de este músico. Sus letras lo delatan, sus ritmos de sol y arena, y río y montañas. Confiesa lo que es un secreto a voces: Nacho no escribe muchas canciones, pero cuanto menos, sabe transformarles la atmósfera de una banda a otra, y repasa en versión acústica temas de Onda Vaga y Os Caras Do Peixe.

Se suma como invitada Jimena López Chaplin, que aporta su cuota de belleza lírica. Las Guitarras del Tiempo llegan para la canción tanguera “Marta”. Suman a Juanfa Suarez en vientos para honrar a Dacal con “La guitarra y el bolsón”. Junto a Germán Cohen y su trombón interpretan un tema inédito. Pedro Fértil para “Poner el cuerpo” y Alfonso Barbieri en “El Verano”.

De esta manera se despide este pequeño desfile de músicos portadores de las voces de la escena de la nueva canción. Dos minutos de descanso, y llega el turno de Pablo Dacal. Sube acompañado por Las Guitarras del Tiempo (Julio Sleiman y Nicolás Pascuzzo), con quienes grabó su último disco, lanzado en Mayo de este año. “Balada del mar salado” encabeza la lista. Suena esa sucesión de órdenes que invitan a la reflexión en “Tanta rigidez”, y en esta oportunidad la percusión está a cargo de Faca Flores, Jano Seitún en violoncello, Nacho Rodriguez con su voz y Martín Santiago se encarga del contrabajo.

Dice del tango ese “lenguaje perdido” que hoy se está recuperando, habla de la lucha de la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce y los músicos arriba del escenario tocan “Che Butterfly”. Es que Pablo Dacal es contestatario desde la poesía de sus letras hasta el filo de su lengua. La mera casualidad le da a la canción el mejor desenlace, cuando desde el fondo del ND Ateneo llega la voz de una nena hermosa, que responde “che, butterfly” justo a tiempo para el cierre.

A pura cuerda entonan un himno vago, y tocan “Mambeado”. Saltan de ritmo en ritmo, y ahora es una bachata, “Vuela el pez”. Dacal explora y explota en ritmos antagónicos, sus guitarras saben comandar la travesía, el contrabajo dicta las coordenadas, la voz de Lucila Domínguez gana en cadencia. Pongan los fideos, que están todos los músicos invitados a cantar “Domingo”.

“Dejemos que sea” suma a Andrés Ravioli en trompeta. La despedida llega de la mano de “El Artista Popular” y de ese grito de guerra que es “Más allá del bien y del mal”, donde Dacal se abre el pecho para mostrar su manifiesto en algunas líneas, “independiente me quiero volver, ni de mí mismo quiero depender”, o “los suplementos no quieren mirar, dicen que no que sí y a cobrar”. Queda claro, entonces, desde dónde concibe el arte el artista.

Ahora sí, toda la carne al asador. Lebrero, Grinjot, Mantel, Barbieri, Seitún, Cohen, Rodriguez, Dacal. Músicos independientes y autogestionados, mostrando que la unión hace la fuerza y revalorizando la escena de la canción popular.

Siempre va a haber un under abajo del under, pero la independencia no es sólo eso. Es también la libertad de poder elegir editar con criterio propio sin tener que pedir permiso, pero también sin garantías. Correr el riesgo. Existe otra canción, otra movida y otros escenarios. Que hoy todo ello esté presentándose en el ND Ateneo es quizás la evidencia de que la escena independiente puede cobrar fuerza a través de la unión, y que el todo es más que la suma de las partes.