En su nuevo disco, Lee Ranaldo incluye a su carga compositiva la influencia de Neil Young y los Grateful Dead. Permiso para volar en un disco netamente cancionero y climático.

Por Nahuel Ugazio

En su nueva producción, Lee Ranaldo incluye activamente a los The Dust en su proyecto, y esta no es una decisión apresurada, al contrario. Last Night on Earth, más que un disco de un artista solista, es un álbum grupal. Tal como rezaba un disco de Ariel Minimal, “un hombre solo no puede hacer nada”, y mucho menos un álbum del tamaño sonoro de Last Night on Earth.

Canciones largas, una musicalidad más compleja, sostenidas, y sobretodo la influencia de la psicodelia setentista, prestan un resultado netamente atmosférico, pero sin perder el eje del álbum: la canción.

En su anterior placa Between The Times And The Tides (cuya presentación incluyó la plaza argentina en un inolvidable show) Lee materializaba una estructura cancionera bien típica de su aportes en la discografía de los Sonic Youth. Canciones con estribillos contundentes, rozando el pop y el rock. El resultado fue más que satisfactorio. Last Night viene a profundizar ese sonido,   ahondando en climas y atmósferas, y nuevamente el resultado es totalmente disfrutable.

Guitarras acústicas, distorsiones juguetonas, slides, y una batería certera y rítmica (característica del gran Steve Shelley) logran meternos en el disco de una manera casi brutal.

Ranaldo declaró que la influencia de Neil Young es contundente, el folk y el rock de distorsión son los ejes centrales. También hay ribetes de Grateful Dead y aquella movida psicodélica rock norteamericana.

La falta de hits evidentes (en su anterior discos teníamos a “Off the Wall” o “Angles”), hacen de Last Night, un álbum de carácter conceptual desde lo sonoro. El pulso es parejo, regular y cautivante. No es un disco que sorprenda, pero tampoco pasará desapercibido. Los elementos compositivos de Ranaldo están latentes y hacen las delicias de todos.

Es imposible evitar comparaciones con Sonic Youth, banda con la que giró 30 años, y los proyectos que surgieron a partir de su impass (para no hablar de separación).  Así que resulta casi paradójico que el proyecto más cancionero post Sonic Youth sea el de Lee Ranaldo, quizás el más acérrimo defensor del noise y  la no wave. Ranaldo ya incluía una discografía de 8 placas donde explotaba el costado experimental que Sonic había dejado de lado poco a poco (luego vinieron los discos de SYR, sí). Pero lo cierto es lo que tenemos ante nosotros, y es una gran excusa para dejarnos llevar, volar y sentir.//z

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