Más joven que nunca, Thurston Moore desafía el stand by de su histórico grupo Sonic Youth para presentar su nuevo proyecto, Chelsea Light Moving.

Por Nahuel Ugazio

Todo se desató con el divorcio de la pareja más famosa del indie rock. Thurston Moore y Kim Gordon daban por terminada una relación que tenía sus orígenes aún antes de fundar Sonic Youth, banda con la que -junto a Lee Ranaldo y el baterista Steve Shelley (Richard Edson en primer lugar)- giraron por el mundo llevando su noise rock.

Tras de la ruptura, los fans seguían de cerca las novedades de la banda, para ver si aquello significaba también el fin de la banda neoyorkina. En principio no fue así: siguieron adelante con la gira que llevaban a cabo (incluso nos visitaron, en un inolvidable show) y una vez culminada, dejaron todo en un intrigante stand by.

Fue en ese momento cuando Thurston Moore publicaba un nuevo disco solista, Demolished Thoughts, producido por Beck, cuya gira presentación también incluyó la plaza de Buenos Aires en otro show inigualable e intimista. Esa noche, nadie podría presuponer que aquella misma banda que acompañaba al eterno pendejo sería el germen de lo que ahora conocemos como Chelsea Light Moving. Enrolados bajo el mítico sello Matador, presentaron poco a poco algunas de sus canciones, pero por fin, ya tenemos su álbum debut en nuestras manos (o discos rígidos).

Es imposible no compararlos con Sonic Youth. Chelsea Light Moving mantiene el germen y el pulso que caracteriza tanto a Thurston como a su clásica banda, pero aquí le añade elementos que, o hace mucho no encontramos en Sonic, o bien son nuevos. Este debut presenta un sonido potente, por momentos pesados. A diferencia de su último trabajo como solista (de un carácter meramente acústico), la banda suena al palo en todo momento, llegando a momentos con riffs cercanos al heavy metal.

El disco arranca con la sutil “Heavenmetal”, una ternura que deja paso a lo que será un arranque brutal a cargo de canciones como “Sleeping Where I Fall” y “Alighted”, uno de los mejores momentos. “Empires of Time” baja un cambio y recuerda más al sonido que Sonic Youth presentaba sobre todo en sus últimos discos: guitarras limpias que juegan entre ellas mientras la distorsión aparece de vez en cuando para poner las cosas en su lugar. Otro gran momento llega con “Groovy and Linda”, una de las canciones que presento en su show de niceto. Las guitarras distorsionadas coquetean con un riff oscuro mientras la voz dicta “Don’t shoot, we are your children” (“No dispares, somos tus hijos”).

Luego de “Lip”, un punk rock que homenajea sobre todo a los grupos hardcore punk de principios de los ochenta llega “Burroughs”, el caballito de batalla de este álbum debut. Este opus -obvio homenaje al escritor ícono del movimiento beatnik- no solo es lo mejor del disco, sino que resume las intenciones sonoras de Chelsea Light Moving: un sonido guitarrero, distorsionado, filoso e intelectual.

Entrando en la recta final, “Mohawk” nos lleva a un costado experimental y noise, con “Frank O’Hara Hit” (nuevo homenaje, esta vez al poeta y músico de Nueva York) vuelven las guitarras limpias y juguetonas entre sí, y la garagera “Communist Eyes” cierra un disco que ya se perfila como uno de los mejores del año.

Siempre hay que ir por más, y eso es lo que parece decirnos Thurston Moore con su nuevo proyecto que sirve no solo para no extrañar tanto a Sonic Youth sino para saber que, digan lo que digan, se puede ser joven para siempre.//z

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