Cinco voces destacadas en diferentes ámbitos periodísticos reflexionan acerca del momento actual de la profesión. ¿Cuáles son las dificultades, los desafíos, los intereses, los condicionamientos y los conflictos que giran en torno a los que hacen la noticia? ¿Existe el periodismo independiente? ¿Qué cambió y qué permaneció en las tareas mediáticas? ¿Cómo el desarrollo de la tecnología modificó la práctica noticiosa? Reflexiones, comentarios, interpretaciones, silencios, que intentan desentramar cómo se hace periodismo aquí y ahora, al sur de la frontera.

Por Pablo Díaz Marenghi

“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda” definió Horacio Verbitsky en 1997 parafraseando a George Orwell y las escuelas de periodismo tomaron nota. Con aquella simpleza y contundencia cristalizó la esencia de la actividad periodística: brindar información, lo más sinceramente posible y desocultar, iluminar aquellos recónditos márgenes que los poderosos pretenden mantener en las sombras.

El periodismo del siglo XXI parece emanar vientos de cambio: auges tecnológicos, fragmentación y multiplicidad de audiencias y, sobre todo, una idea muy instalada de que se vive una profunda crisis en los modos de producir, diseñar y distribuir contenidos. Que hay que reinventar a la moribunda tarea de “contar noticias” antes de que sea demasiado tarde. A la vez, el periodismo se vuelve cada vez más precarizado (ni los medios grandes están exentos a los achiques de personal o a los sueldos impagos) y abunda el periodismo multitasking: no sólo hay que escribir, también sacar fotos y compartir las notas en las redes sociales.

Cada periodista arrojará una definición, un pensamiento y una visión diferente acerca del momento actual. Muchos coinciden en que la tecnología trazó una grieta infranqueable respecto al quehacer periodístico; una mayor instantaneidad en la información, vértigo constante, recursos ágiles, volatilidad de los consumidores, redes sociales que vinculan audiencias y medios, mayor interacción. Si los avejentados periodistas del siglo XX se aferran a sus Remington y sus pruebas de galera, si no se aggiornan ante los nuevos paradigmas digitales, radiantes y vistosos, parecerían estar condenados al olvido.

En este especial, cinco voces de diferentes estilos y modos de ver el periodismo – investigación, radio, medios digitales, periodismo narrativo, espectáculo televisivo- acercan sus propias visiones e intentan desentramar la enredada madeja en la que el periodismo terminó mutando en los años 2000. Diarios en papel obligados a cerrar por falta de ventas, medios online en auge, híbridos entre unos y otros. ¿La re conversión es obligatoria? ¿Existen aún parámetros clásicos, como el chequeo de fuentes o la jerarquización y precisión, que son imprescindibles a la hora de difundir información? Nada está decidido. Todos piensan, reflexionan, arrojan ideas e hipótesis pero todavía nadie se animó a elaborar su propia definición como la de Verbitsky que, ideológicamente, parece erigirse todavía invencible y poderosa. El periodismo debe informar “aquello que no quiere que se sepa”. Molestar. O no será nada.


Jorge Lanata: “El periodista que siente que se recibió es un boludo”

Al ingresar al edificio de Radio Mitre, una pila de Martín Fierro y otros premios resguardados en una vitrina hacen las veces de recepcionistas. Del interior de los estudios irrumpe Jorge Lanata. Cigarrillo en mano, sonríe para alivianar su figura imponente. Saco gris prolijo, pantalón bordó y anteojos de diseño vanguardista, hoy es uno de los periodistas más populares pero, a pesar de contar con una trayectoria que lo avala, no se atreve a decretar el fin de su formación: “El periodista que siente que se recibió es un boludo” afirma en una frase que lo pinta de cuerpo y alma.

Sentado en un mullido sillón de cuerina negra, al fondo del hall de los estudios de radio, las cenizas caen al piso y brotan los recuerdos de su infancia donde el periodismo ya estaba latente: “Fui al Colegio San Martín en Avellaneda, que tenía una revista, La Colmena, y empecé a escribir allí cuando tenía 12 años. Después, unos tipos de un periódico de Avellaneda –La Ciudad–  me empezaron a publicar ahí.” A los 14, mientras los niños de su época jugaban a las figuritas, él tenía otros intereses: “De casualidad, pasé por la puerta de Radio Nacional, entré a pedir laburo y me lo dieron. Estuve escribiendo informativos hasta 1977.”

Nunca se llevó bien con la academia – “estudié Derecho y dejé, estudié Filosofía y dejé”- aclara que “me formé yo mismo” y que “si tuviera que estudiar ahora tendría que hacer el CBC”. Entre frases y citas, también emergen las puteadas: “Muchas veces me hicieron esperar como un pelotudo en un sillón a que me atendieran, me dijeron que mis notas eran una mierda, pero lo que yo hice fue seguir. Yo no nací en un huevo adentro de Página/12”. Profundiza acerca de la libertad en los medios: “El ensayista Arthur Koestler decía que los valores absolutos no existen pero hay que vivir como si existieran, la manera correcta de decirlo sería: soy lo más independiente que puedo ser. Dependés de un montón de cosas: de la publicidad, la distribución, tus limitaciones, y hasta de un Gobierno o un Grupo.”

Lanata marca una salvedad que ninguna academia periodística enseña: “La manera de ser periodista es serlo. Y si vos no tenés lo que yo llamaría actitud periodística -ser curioso, no tener paz- no vas a ser periodista por más que estudies donde estudies”. Son casi las 10 AM y casi corre de nuevo a los estudios mientras media respuesta se le cae de la boca, alentando a quienes sueñan con ser periodistas: “La mitad de la gente no se anima a hacer las cosas por miedo al fracaso. Si te va mal o te dicen que no, no pasa nada. El problema es tener la voluntad para levantarte y seguir. Cuando haces eso y, además, tenés capacidad, todo funciona porque lo único que hace falta es gente buena y no hay mucha.”


Jorge Halperín: “No hay periodismo independiente, no creo en ese verso”

Jorge Halperín sonríe sin aparentar la más mínima muestra de cansancio. Su historial en redacciones es abultado –Clarín, La Razón, El Cronista Comercial, TresPuntos, Para Ti y otros – así como también en radio –Radio Mitre, Nacional-.Toma asiento y rememora sus inicios en la carrera que eligió a los 19 años pese a los reproches de su padre: “Presionó mucho para que eligiera una carrera formal como abogacía o contador, para las cuales yo no tenía ninguna vocación. Y cuando le hablaba del periodismo me decía que era para morirse de hambre.” Hoy, gracias a su labor asegura que se dio “grandes gustos” y que “si tengo que transmitir algo es el amor por esta profesión que siempre he disfrutado mucho”.

El germen periodístico se activó en una edad muy temprana: “Me gustaba escribir de chico. Siempre sacaba buenas notas en redacción”. De familia muy lectora, adquirió fanatismo por publicaciones gráficas de la época. “Primero leía revistas para chicos, luego pasé a las Life y O Cruzeiro para ya más de grande coleccionar los semanarios Primera Plana, Confirmado, Análisis y Panorama. Era comprador adicto”. Al terminar el secundario, decidió anotarse en el Instituto Grafotécnico en la carrera de Periodismo. Allí le encomendarían una monografía que definiría su futuro: “Entrevisté a Horacio de Dios y me ofreció trabajo ayudándole con sus investigaciones en el Diario El Mundo y el Noticiero de Canal 13. Dije que sí, corriendo”.

Halperín opina sobre el periodismo actual, afirma que vive “Una época muy decadente” y da sus motivos: “El poder en las empresas periodísticas lo han tomado los accionistas. Antes eran tradiciones de familias que heredaban el diario y ponían el énfasis en competir con los mejores recursos- y pasan a ser simplemente una pieza más en un conglomerado de negocios, para el cual tienen que ser funcionales. Esto se traduce en una pérdida de calidad del periodismo”.

No duda a la hora de posicionarse respecto al periodismo independiente: “No existe. No creo en ese verso”. Halperín asegura que “Siempre hay restricciones, decisiones que toman las empresas. Yo lo viví mucho tiempo en Clarín –estuve casi veinte años– , todos los espacios periodísticos tienen bolilla negra para algunos personajes y demasiadas concesiones para otros. Con el mismo grado de detalle, describe lo que se conocía en su época como “mandarte a Siberia”: “Cuando te mandan al peor lugar por ahí arrumbado donde ni firmas, ni haces nada que te guste como castigo.”

Entre risas destaca un episodio de sus comienzos que delinearía su modo de entrevistar: “Cuando entré al diario La Razón, de Félix Laiño –personaje imponente– me preguntó qué sabía hacer y le dije que venía de hacer espectáculos pero quería foguearme en otras secciones. Me dijo: ‘Vaya a hacerle una nota a Susana Giménez’. No conseguí la nota y me encomendó una nueva tarea: entrevistar a modelos, vedettes y actrices jóvenes una vez por semana para la página del verano, más picaresca. Yo, que estudiaba Filosofía, me sentí humillado. Con el tiempo entendí lo importante que fueron, ya que tenía que sacar agua de las piedras.”


Leila Guerriero:  “No creo en los medios, creo en cada periodista”

De cajera de un supermercado en su Junín natal a ganadora del Premio Fundación Nuevo Periodismo en 2010, Leila Guerriero es una de las periodistas narrativas más reconocidas de Iberoamérica. Aunque no siempre supo que quería dedicarse a contar historias: “Me di cuenta que quería ser periodista siéndolo”. Colaboradora de La Nación, El País de España y El Mercurio de Chile, entre otros, es un exponente dentro del género crónica, muchas de ellas recopiladas en sus libros Plano Americano y Frutos extraños. Es apasionada, aunque aclara que es “un trabajo desgastante” y se define: “Me paso la mitad de la vida en un avión y la otra mitad escribiendo”.

Sus comienzos fueron una mezcla de curiosidad y pasión por la literatura. Dejó en la redacción de Página/12 un cuento de su autoría que fascinó tanto a su entonces director –Jorge Lanata– que fue publicado en la contratapa. Así comenzaba: “Lo recuerdo como algo súper natural, no como un momento de revelación donde yo haya dicho Quiero ser periodista. Llegué a la redacción de Página/30, empecé a escribir notas cuando no tenía idea de cómo se hacía. No había hecho nunca una entrevista, no sabía cómo hacer preguntas, no tenía grabador, no conocía los departamentos de prensa. Yo creo que aprendí todo en tres días; del susto”.

Guerriero reflexiona respecto a la formación periodística: “Por un lado, creo que hay una parte comercial, marketinera y toda la entrada de acceso a los medios que se organizó en torno a algunas carreras de periodismo. También pienso que a algunos la cosa autodidacta les calza bien pero otros necesitan un pensamiento más organizado. Yo doy talleres y a veces creo que las cosas que preparo son muy obvias. Sin embargo, me doy cuenta de que muchos agradecen que les presentes tal tema de cierta manera.” Además, resalta la importancia de la lectura: “No podes ser un buen periodista si no sos un buen lector” y sobre todo de la poesía “La escritura tiene una música y la poesía desarrolla mucha oreja”.

 “Si tengo que escribir, me encierro y no salgo de mi casa” afirma Guerriero demostrando que se toma su trabajo muy en serio. “Un escritor de ficción no podría estar dieciseis horas escribiendo como yo lo hago. El proceso es distinto”. También discrepa acerca de la idea de la “crisis del periodismo”: “De pronto queremos que todos sean infernalmente buenos  y nunca fueron todos. No se puede pedir que cada cinco años marquen época. Esas cosas pasan cada tanto. Decir que todo el mundo es malo creo que es una falacia instalada por esta idea peligrosa de que si trabajas en un medio tu pensamiento se alinea necesariamente con ese medio. Yo no creo en los medios, creo en cada periodista.”


Gabriel Levinas: “Si hoy tuviese la edad que tenía cuando empecé El Porteño lo haría directamente en Internet”

Gabriel Levinas es un pensador irreverente y contradictorio: supo ser crítico del poder y estar atento a las realidades habitualmente silenciadas, a la vez que se convirtió en uno de los adláteres de Jorge Lanata en su etapa de antikirchnerismo más furibundo y sin anestesia. Pasó del papel de la emblemática revista El Porteño, a dirigir el portal digital PlazadeMayo.com. Define al periodismo como “Detectar aquellas cosas que pueden ser de interés para la sociedad, evidenciar situaciones que son ocultas, por ejemplo un pueblo aborigen invisibilizado. Otra función es encontrar lo que el poder quiere ocultar: chanchullos, corrupción, negociados. Después la propaganda, la hacen los partidos políticos, los gobiernos, las empresas.”

Levinas rememora la época en la que fundó, junto a otros colegas, la mítica revista El Porteño en 1982: “Surgió de casualidad, con la intención de hacer una revista cultural, pero la situación política del momento era tan pesada que terminó convirtiéndola en una revista política.” No se la hicieron fácil debido a su contenido: “Metimos cosas que antes nunca hubieran estado: indios, prostitutas, homosexuales, derechos humanos, presos políticos, presos comunes.” Recuerda el momento donde se dieron cuenta de que deberían seguir hasta el final: “Cuando nos pusieron una bomba nos dimos cuenta de que ya no podíamos parar. La revista sirvió para cambiar un poco la forma de hacer periodismo. No tanto por el contenido en sí de cada nota sino por la ensalada“.

La tecnología ocupa un lugar clave en su modo de hacer periodismo actual. Se anima a ensayar una especie de El Porteño del Siglo XXI: “Yo me imagino que quizás si hoy tuviese la edad que tenía cuando empecé El Porteño, a mí no se me ocurriría hacerlo en papel. Lo haría directamente en Internet. Lo haría además aprovechando con la mayor de las posibilidades a la gente que está involucrada en la red de algún modo. Levinas es un twittero de ley y eso lo supo aprovechar en su extinto portal digital PlazadeMayo.com (su última actualización es de enero de 2018 aunque puede consultarse aún su archivo): “Es todo producción propia, y gran parte de esa producción está hecha con ayuda de la gente. directa o indirectamente”.

Levinas es sereno, y al mismo tiempo, no calla sus críticas: “Yo creo que la sociedad argentina en todos los aspectos relevantes que tengan que ver con profesiones y actividades está totalmente desprestigiada. Todos han demostrado una enorme corrupción, incapacidad y subordinación a intereses. El periodismo lo sufre.” Por último, plantea su mirada respecto al momento actual para hacer periodismo: “Siento que te aprietan mucho, te rompen mucho las pelotas como hacía muchos años que no pasaba. El acceso a la información está muy restringido, especialmente por este gobierno (N.de.R: se refiere al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ya que esta entrevista fue realizada en 2013)”.


Pablo Mancini: “Facebook es tres Tinellis a las cuatro de la tarde”

Pablo Mancini es periodista. Fue director de estrategia digital de Infobae y hoy en día trabaja en The Washington Post. Es autor de Hackear el periodismo (La Crujía, 2011), donde explaya su pensamiento respecto al futuro de la profesión en relación con el mundo digital y coautor de CryptoPeriodismo. Manual ilustrado para periodistas (2013). De manera segura, arriesga un diagnóstico respecto al presente periodístico: “Me da la sensación, y aparte hay información que lo prueba, de que existe un cambio dramático, que la fragmentación de audiencias no tiene retorno y que esto vuelve obsoleto ciertos mecanismos de comunicación actuales. Sobre todo los mecanismos para los cuales nos forman.”

Mancini resalta la importancia de estudiar al consumo mediático: “Facebook es tres Tinellis a las cuatro de la tarde un lunes, o un martes. Entonces la escala o la fragmentación que hay, la personalización del consumo del producto de esa fragmentación también hace que las reglas del juego cambien”. También cree que no hay forma de estudiar a las audiencias: “Sobre todo desde las carreras de Comunicación. Los enfoques en general son cualitativos y vivimos en un mundo donde hay que saber matemática”.

También sostiene que no hay que utilizar los medios digitales con las mismas mecánicas de producción y distribución que los tradicionales y ejemplifica: “Fíjate el caso de WikiLeaks. Se fue por un camino alternativo a cualquier medio, periodista o red y sin embargo generó una influencia impresionante. Los últimos tres años la mayor cantidad de noticias y de información exclusiva sobre política internacional fue generada por ellos. Los medios son fueron difusores y amplificadores de ese material. También resalta las dificultades técnicas de los medios que los perjudican a la hora de producir información: “Aunque hubieran tenido toda esta información, en los medios no hay equipos para poder procesarla. Es así de dramática la situación.” Mancini concluye: “Si el trabajo de un periodista es hacer una columna sobre lo que publicó WikiLeaks, bueno, yo no quiero ser periodista, quiero ser WikiLeaks”.

Mancini piensa el periodismo de la mano de la tecnología y su auge actual. Reflexiona acerca de la formación académica: “No hay conocimientos técnicos. Me parece que no se fomenta eso. Ya hay discusiones muy superadas, ¿Estamos analizando la TV con La Escuela de Frankfurt todavía? Me parece que hay mucha desinformación sobre el funcionamiento real del mundo y eso es un problema serio para cualquiera pero especialmente para los periodistas que se supone que tienen que ofrecer información sobre ese mundo, y ayudar a entenderlo”.//∆z

*Una primera versión de este artículo se publicó en la Revista Alrededores, edición en papel, año 1, número 1, 2013.